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Ataques con drones: legado mortífero de Barack Obama

Para nadie es un secreto la presencia militar estadounidense a lo largo y ancho del planeta. Más de 800 bases militares y más de 270 mil efectivos se encuentran esparcidos entre 70 u 80 países, según un artículo publicado recientemente por la revista Time.

No obstante, la Administración del presidente Barack Obama supera con creces a sus predecesores en el tema bélico. Muestra de ello son los ocho años de permanentes operaciones militares en las que destacan la invasión de Libia y el impulso de la guerra en Siria.

El cambio de la doctrina militar estadounidense implantada por Obama conllevó a sus Fuerzas Armadas a utilizar menos unidades en tierra y aumentar el uso de tropas extranjeras, mercenarios y su Fuerza Aérea, especialmente vehículos no tripulados por humanos, (UAV por sus siglas en inglés), mejor conocidos como drones, para alcanzar sus estrategias militares.

En este sentido, los ataques de drones durante la gestión de Obama aumentaron 10 veces más con respecto a su predecesor George W. Bush, al pasar de 57 ataques a 563, en los que al menos 384 civiles han muerto, cifra calculada a partir de la confirmación de operaciones conocidas en Yemen, Somalia y Pakistán, según información publicada por la organización independiente estadounidense Buró de Periodismo Investigativo, que estima que posiblemente la cifra supere las 800 muertes.

Este número no incluye el asesinato de civiles en países con conflictos bélicos activos como Afganistán, en donde aumentó en 40% los bombardeos durante 2015, pese a la retirada de una gran parte de las tropas yanquis en 2014. Se calcula que entre 65 y 105 civiles pudieron haber muerto en 2016 solo por los ataques con drones.

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Los ataques de drones no distinguen entre terroristas y civiles. Muchos son los casos en los que incocentes mueren y nadie es responsabilizado ni mucho menos condenado.

Luego de ejecutar 182 ataques en Pakistán entre 2009 y 2010, que generaron la muerte de 89 civiles, Obama también empezó ese año una campaña en Yemen, cuyo primer ataque fue una masacre. El resultado fue la muerte de 55 personas, de las cuales 21 eran niños, 10 de ellos menores de 5 años; 12 mujeres también fueron asesinadas, de las cuales 5 estaban embarazadas. Los comandantes estadounidenses indicaron que confundieron a una tribu con Al Qaeda.

Afortunadamente, en 2016 las cifras de muertes de civiles se redujeron en gran cantidad, sin embargo, todavía fallecen personas en estos ataques pese a las medidas que los militares toman para evitar la muerte de inocentes. Por citar un ejemplo, el 30 de septiembre de 2016, un ataque con dron dejó 15 civiles muertos y 13 heridos, incluido un niño, en Nangarhar, en el este de Afganistán, lo cual fue fuertemente condenado por la ONU. Sin embargo, de forma contradictoria el gobierno afgano indicó que todos los objetivos pertenecientes al Estado Islámico fueron abatidos y que no se generaron muertes de civiles.

Por otro lado, siempre surge la duda con respecto a cuántas operaciones realmente realiza la Fuerza Aérea estadounidense, ya que es sabido que por ejemplo la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) realiza ataques de forma clandestina y por ello, se suelen desconocer los detalles que rodean las misiones.

Bases en expansión

Se estima que existen alrededor del mundo más de 60 bases aéreas en las que operan estos drones, además de una veintena de instalaciones en construcción, tanto dentro como fuera del territorio norteamericano, de acuerdo a investigaciones de documentos oficiales de las Fuerzas Armadas, investigados y publicados en el sitio web TomDispatch.

Entre estas bases destacan unas muy conocidas como la Base Aérea Creech en las afueras de Las Vegas. Estas instalaciones albergan docenas de trailers en los que “pilotos” de la Fuerza Aérea yanqui vuelan aeronaves que se encuentran a miles de kilómetros de distancia, en otros continentes. Desde aquí, por ejemplo, se operan drones que ejecutan misiones en países asiáticos como Afganistán y Pakistán.

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Los puntos rojos indican las bases operativas con drones en suelo estadounidense. Los puntos azules indican las futuras bases para drones.

Estos “pilotos”, a través de un joystick (tal como en un juego de video) pueden sobrevolar zonas para realizar reconocimientos, vigilancia e incluso disparar misiles en misiones de asesinatos selectivos. Es decir, un soldado a 7.500 kilómetros de Afganistán es quien determina la vida o la muerte de una persona que podría estar involucrada en actividades terroristas o estar bajo sospecha de promover intereses contrarios a los estadounidenses. En este sentido, siempre viene a la mente el caso de la excandidata Hillary Clinton, quien preguntó (con miras a promover tal acción) si un dron podría eliminar al tan incómodo periodista y fundador de Wikileaks, Jullian Assange, asilado en la embajada de Ecuador en Londres.

Otra base reconocida es la ubicada en Langley, Virginia, cerca de la sede de la CIA, en donde, según reporta el New York Times, analistas de la Fuerza Aérea monitorean teléfonos interceptados, fotografías realizadas a grandes altitudes y videos en vivo provenientes de los drones que sobrevuelan Afganistán. Estos datos recopilados son enviados a los comandantes ubicados en el país asiático para informarles de los movimientos enemigos. Esta sala es conocida como “Death TV” (TV de la Muerte).

No solo la Fuerza Aérea es la que opera estos drones, la CIA también ejecuta misiones. De hecho, se cree que fue en su cuartel general en Langley, donde se identificó a Osama Bin Laden en Pakistán por videos suministrados por el dron RQ-170 Sentinel, apodado “la Bestia de Kandahar”, lo que dio pie a la operación de un comando especial de los SEAL que asesinó al fundador de Al Qaeda en 2011.

Operaciones en el extranjero

Otras bases muy conocidas en territorio extranjero son la Sigonella en Sicilia, Italia, y la Incirlik, ubicada en Turquía. Ambas son instalaciones claves para las operaciones militares estadounidenses en el área del Mar Mediterráneo.

La primera ejecuta primordialmente misiones en el norte de África, especialmente en Libia, donde luego de la invasión de la coalición occidental que sufrió ese país y posterior asesinato de Muammar Gadaffi, se vive un escenario de guerra y caos, primordialmente debido a luchas internas por el poder, así como por la irrupción del Estado Islámico.

Cabe recordar que Libia, previo al ataque de Estados Unidos y sus aliados, era el país más avanzado de toda África, con altos niveles de bienestar social, así como una infraestructura de alto nivel. En aquel entonces era inconcebible la presencia de grupos terroristas en el país.

Con respecto a la base radicada en suelo turco, ésta alberga naves tripuladas y no tripuladas que desarrollan misiones casi exclusivamente en Siria e Irak. Esta instalación militar, altamente estratégica para EE.UU. y sus aliados de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) se ha visto involucrada en las tensas relaciones que mantiene el gobierno del presidente Recep Erdogan con la Administración Obama, debido a la constante y cada vez menos paciente demanda que ha mantenido Ankara sobre el suministro de datos de inteligencia sobre los movimientos del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK por sus siglas en kurdo) y su brazo militar Fuerzas de Defensa Popular (HPG, por sus siglas en kurdo) aliados tácticos de EE.UU. que operan en el norte de Siria, en la frontera con Turquía.

Ankara presiona al gobierno yanqui por medio de la base Incirlik y ha asegurado en varias ocasiones que si los estadounidenses no cooperan con la información solicitada, cerrarán las puertas de la base para los estadounidenses, complicando de gran manera el despliegue militar de EE.UU. en Medio Oriente.

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Las bases para drones que se conocen hasta ahora en África y Medio Oriente se extienden desde Niger hasta Afganistán.

Por otro lado, existen bases militares estadounidenses en las que operan drones que son desconocidas para la población mundial. En septiembre de 2011, periodistas del Washington Post informaron sobre un plan de la Administración Obama para “asentar una constelación de bases secretas para drones” en el Cuerno de África y la Península Arábiga, como parte de una campaña para atacar a los grupos insurgentes de Somalia y Yemen.

El artículo indica que estas bases están ubicadas en Etiopía, las islas Seychelles, Djibouti y Arabia Saudita, operada por la CIA, desde la cual se sospecha que despegó el dron que liquidó al clérigo fundamentalista y ciudadano estadounidense Anwar al-Awlaki, ligado a Al Qaeda. No obstante, la CIA se niega a reconocer su programa de asesinatos selectivos, según un artículo del mismo diario.

Los periodistas también hacen referencia a un cable revelado por Wikileaks que revela que los drones han sido usados en misiones de contraterrorismo en Somalia y no para rastrear actividades de piratas cómo había indicado el gobierno estadounidense al solicitar permiso a la isla para evitar preocupaciones y problemas en la población local.

Más recientemente, el Washington Post volvió a informar sobre la secreta expansión de bases para drones por parte del gobierno estadounidense, así como su importancia en la ejecución de misiones con vehículos no tripulados y el rápido traslado de pequeños comandos especiales para aniquilar «cualquier amenaza para Occidente». Una de las nuevas bases está ubicada en Túnez, luego de que la Administración Obama presionara al nuevo gobierno de ese país para obtener su «permiso».

El programa continuará

Pese a toda la publicidad negativa que rodea al tema de los ataques con drones, la verdad es que el gobierno estadounidense parece cada vez más inclinado a utilizar los vehículos no tripulados para proteger a sus tropas, así como para reducir costos en las operaciones militares en términos de recursos y tiempo. Un modelo de dron como el Reaper, armado por completo con misiles Hellfire y bombas GBU-12 y GBU-30, equivalentes a peso total de 1.700 kilos, puede volar entre 16 y 20 horas sin parar.

Así mismo, la dirección tomada por la Administración Obama y los planes a futuro también señalan la dirección escogida. Según un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso estadounidense, publicado el año pasado, indica que el Departamento de Defensa planea comprar alrededor de 730 nuevos drones medianos y grandes en la próxima década.

Igualmente, la instalación de las bases en África y Medio Oriente no para. A finales de septiembre del año pasado, fue revelada la puesta en marcha de un plan para construir otra base que albergará drones artillados en Níger, país considerado como el más pobre del mundo. Las instalaciones tienen un costo de 100 millones de dólares y su locación es altamente apreciada por encontrarse en el corazón del oeste africano, así como por compartir frontera con Libia.

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Mientras el mundo se escandaliza por las declaraciones de Trump, poco es lo que dice sobre las muertes y destrucción ocasionadas por los bombardeos dirigidos por Obama.

No obtante, pese a todas las razones y argumentos esgrimidos por el gobierno estadounidense para mantener este programa, nada devolverá la paz a miles de familias que han sido destruidas por los «daños colaterales» que generan los ataques con drones. La película «Eye in the Sky» ilustra a la perfección este dilema, en la que una oficial británica debe escoger entre el éxito de una misión o la vida de una pequeña niña.

Un artículo del Buró de Periodismo Investigativo, de enero de 2014, también retrata el infierno por el que pasan los civiles que son confundidos con terroristas.

“Hace cinco años, el 23 de enero de 2009, un drone de la CIA destruyó una casa en Pakistán. Era el tercer día de la presidencia de Obama, y el primer ataque encubierto del nuevo comandante en jefe. Los reportes iniciales afirmaban que habían muerto diez militantes, incluyendo combatientes extranjeros y posiblemente un «objetivo de alto valor». Pero muy pronto comenzaron a surgir reportes de víctimas civiles. Como lo indicaron reportes posteriores, la operación estaba lejos de ser un éxito. Al menos nueve civiles murieron, la mayoría de ellos eran miembros de una misma familia. Hubo un sobreviviente, un adolescente de 14 años, Fahim Qureshi, pero con heridas espantosas, incluyendo fragmentos de metal en el estómago, fractura de cráneo y la pérdida de un ojo; era tan víctima como aquellos que murieron de su familia. Poco después, en ese mismo día, la CIA arrasó otra casa; un nuevo error. En el ataque murieron entre cinco y diez personas, todos civiles».

Casos como el anterior, se han replicado a lo largo de los años. El artículo indica además que a lo largo de Pakistán, Yemen y Somalia, el gobierno de Obama lanzó más de 390 ataques con drones en cinco años, desde el primer ataque, donde fue herido el joven Qureshi, ocho veces más que la suma de todos los operativos realizados durante el gobierno de Bush.

Los ataques con drones del gobierno de Obama han matado casi seis veces más personas que el gobierno de Bush y su cuenta solo siguió creciendo, pese a ser quien aprueba o no los ataques sugeridos por la CIA. Extraño legado para un Premio Nobel de la Paz, quien nunca quiso parar de bombardear.

JA

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