Las presiones de EE.UU. para imponer al diputado Juan Guaidó como supuesto presidente interino de Venezuela recalan fuerte en la política exterior de la Unión Europea y, por ende, en la de España, que ha visto como la ultraderecha pretende poner contra la espada y la pared la coalición de centro-izquierda (PSOE-Podemos) a partir de su postura frente al Gobierno del país suramericano como si PP, VOX o Ciudadanos integraran el Ejecutivo de Sánchez.
En las primeras de cambio, durante el inicio del año, quedaba claro que el Jefe de Gobierno español no se dejaría presionar por la derecha partidista y que lograría su investidura. Y así, defendió su pacto con la tolda de Pablo Iglesias y sus negociaciones con los independentistas, porque sus cuentas le daban para acabar, finalmente, con el bloqueo político.
Pero cuando se trata del tema Venezuela, parece que no es capaz de mantener firmes sus criterios y cede ante las declaraciones o denuncias de Pablo Casado, Santiago Abascal o de los “naranjas”.
El caso Ábalos, como llaman los medios a la entrevista de cinco minutos que sostuvo el ministro de Transporte, José Luis Ábalos, con la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, en un avión en el aeropuerto de Barajas (Madrid), en virtud de que una serie de sanciones europeas impidieron descender a la alta funcionaria latinoamericana, se ha convertido en la muestra primordial.
Sin contar que tanto dieron los antichavistas de Madrid –todos los partidos anteriores- que obligaron a la canciller española a recibir a Juan Guaidó con bombos y platillos en la capital del reino, con el “atenuante” de que Sánchez no se entrevistaría con él, como para zanjar cualquier diferencia diplomática que pudiera surgir con Caracas, único interlocutor “válido” al momento de resguardar los intereses comerciales peninsulares en Venezuela.
Unas semanas álgidas
Pero si alguien creyó que todo quedaría atrás una vez que el autoproclamado partiera desde Madrid hacia Canadá, solo basta ver los titulares que emplearon los medios españoles -liderados por El País, El Mundo y ABC-, el domingo 26 de enero, que alimentaron el odio hacia la revolución bolivariana y hacia el Gobierno de Sánchez-Iglesias, con epítetos como “desplante a Guaidó” y “Sánchez se rindió a Podemos”.

Ni hablar de las nuevas entregas de la novela “Ábalos” que, a dos semanas del hecho, no han dejado de generar centimetraje.
Es que la situación ha forzado una respuesta de la Moncloa (sede el Ejecutivo). Ante las amenazas de los ultras de llevar la situación al congreso y a las cortes para determinar si Ábalos y Delcy violaron las sanciones y, por consiguiente, el territorio europeo, la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, ha tenido que recalcar, este domingo 09 de febrero, que la política de España hacia Venezuela “no ha cambiado” y que sí reconocen al opositor venezolano como “el presidente encargado del país”.
«Nada ha cambiado»
“Nuestro objetivo (en Venezuela) no ha cambiado en este año (…) Nos parece (al Gobierno español) que la manera de hacerlo es construir un consenso internacional lo más amplio posible que apoye a las partes de Venezuela en torno a unas elecciones democráticas”, señaló.
Y aunque critica el “uso partidista que se ha hecho de la visita de Guaidó (a Madrid), que no ayuda a resolver el conflicto en Venezuela”, lo cierto es que ha demostrado que se ha cedido el control de la política exterior a la oposición española, que insiste en achacarle “la vergüenza” de no haber recibido a Guaidó “como se recibe a un Jefe de Estado o de Gobierno”.
También se vio obligada a re-explicar que el encuentro del ministro español y de la vicepresidenta venezolana “no significa que hayamos dejado de apoyar los esfuerzos para buscar una solución”.
Los ultras también se mueven en el Europarlamento
Y mientras la administración de Sánchez se explaya en explicaciones, en Bruselas y Estrasburgo, sedes del Parlamento Europeo, Leopoldo López Gil (padre) se mueve como pez en el agua y utiliza su cargo de eurodiputado (por el Partido Popular) para cuadrar con los grupos parlamentarios los apoyos a los lineamientos de EE.UU. –perdón, de las autoridades del bloque comunitario- hacia Venezuela.
En fin, en el reino no pinta Felipe, ni Sánchez preside Gobierno. En aquella comarca decide el antichavismo –la ultra de Abascal, la derecha de Casado, los capitales acólitos y las empresas de comunicación- la forma de tratar a la Venezuela constitucional y a la de mentira, la autoproclamada.
FF/VTactual.com