InicioActualidad#VTanálisis Anonymous: ¿los dueños de la verdad?

#VTanálisis Anonymous: ¿los dueños de la verdad?

La voz distorsionada de un hombre detrás de la máscara de Guido Fawkes, personificado en la película del año 2006 V for Vendetta. Una regresión, desde un oscuro fondo de pantalla, de líneas horizontales con mensajes abstractos que rebasan al Anonymous y se acercan al receptor. Parece más la puesta en escena de un filme de cine gore que la propuesta de un colectivo de “salvadores cibernéticos” de la ética, en su cruzada particular a través de los medios para reponer la verdad como un valor inmóvil.

Pero el golpe de efecto logra su cometido: la gente está ansiosa de más.

Desde el asesinato del afroamericano George Floyd en manos de la policía de Mineápolis, el pasado 25 de mayo, la reaparición de Anonymous después de varios años de silencio, ha avivado el fuego de las polémicas, servidas en el plato del confinamiento debido a la Covid-19, mansos como pájaros enjaulados en casa y atendiendo los mandatos del “gran hermano.”

https://www.youtube.com/watch?v=wPALcz4nUXo&feature=emb_logo

Hasta ahora no ha quedado pie con cabeza: desde el mandatario norteamericano Donald Trump hasta la Organización Mundial de la Salud (OMS) pasando por estrellas del espectáculo hasta gobiernos y corporaciones, han recibido su dosis de “verdad” a través de la desclasificación de documentos oficiales o secretos que revelan tenebrosas tramas como la pedofilia y las intrigas políticas.

Trump y su relación con el multimillonario pedófilo Jeffrey Epstein, en la mira de Anonymous.

Donald Trump, sospechoso y culpable en todos los escenarios imaginables, recibió la descarga de Anonymous por un viejo asunto pendiente: su participación en la red de pederastia liderada por el multimillonario y amigo de todos en el mundo del show business y la política norteamericana, Jeffrey Epstein, quien luego de ser detenido en agosto del 2019, se “suicidó” en el interior de su celda antes de ser llevado a juicio y revelar los largos tentáculos de sus servicios entre ricos y famosos, que incluía a gente como Trump y Bill Clinton, según los rumores.

A la Organización Mundial de la Salud (OMS) también le tenían reservados sus fuegos: Anonymous acusó a este organismo multilateral, responsable directo de las recomendaciones sanitarias que han detenido a la humanidad entera para combatir la pandemia del Coronavirus, de estar actuando con lealtad a los gobiernos que aportan donaciones financieras para mantener sus operaciones, respondiendo al virus “un día tarde y a un dólar menos”, lo que incidió significativamente en el impacto de contagios y muertos en el mundo.

https://www.youtube.com/watch?v=aivmRXZNdjc

Otras de las revelaciones promocionadas por Anonymous son un audio del cantante Michael Jackson antes de morir, información que relaciona la muerte de notorias figuras como Lady Di, Paul Walker, Curt Cobain, Avicii, entre otros, la filtración de datos de los servicios de inteligencia rusos, datos de empleados del gobierno chino, así como información gubernamental de Chile, Líbano y por supuesto, Estados Unidos, empezando por las comunicaciones de la policía de Miniápolis y Chicago.

Vengadores online

Anonymous se dio a conocer como una red de hackers ciberactivistas en 2008, cuando emergió sin un liderazgo visible en defensa de la plataforma Wikileaks, creada por Julian Assange, en momentos en que comenzó a ser acosada por las corporaciones y los gobiernos afectados por el cúmulo de información confidencial y comprometedora que reveló en su página web.

Habían nacido por diversión cinco años antes, en 2003, en los foros de “4Chan” que es una comunidad donde cualquier usuario puede publicar un texto o una foto relacionada con un tema. Pronto comenzaron a enarbolar las banderas de la libertad de expresión y a confrontar la censura.

Se casaron en encarnizados combates virtuales contra la Cienciología, una especie de secta que abrazan varios artistas de Hollywood, entre ellos Tom Cruise y Nicolas Cage, revelando capítulos siniestros de sus particulares dogmas religiosos.

Continuaron con la revelación de información clasificada de gobiernos como los de Túnez y de Egipto, además de políticos poderosos como Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos de Colombia; sabotaje a cuentas como las de PayPal, Visa, Mastercard, EveryDNS, Amazon y el banco suizo PostFinance, y una osada incursión contra el Estado Islámico luego de los ataques terroristas contra la revista satírica francesa Charlie Hebdo.

Desde entonces tintinean en el imaginario de “las causas nobles” exponiendo a los poderosos. Sin embargo, ciertas sospechas se han cruzado en el camino de su transparencia, al suscitar dudas en cuanto al origen turbio de sus operaciones ya que cualquiera puede abrogarse sus causas con el peligro que se cierne sobre las megadatas virtuales.

El humor ha salido a flote en medio de las denuncias de Anonymous y lo han puesto su acento reivindicativo particular.

Recordemos que en 2011 dirigió sus ataques contra el gobierno venezolano hasta hacer inaccesible algunas de sus cuentas oficiales para los internautas, bajo el argumento de estar siguiendo el desarrollo de “la política de censura y opresión a la libertad de expresión en el gobierno de Hugo Chávez”.

Luego de un silencio casi absoluto de varios años, reaparecieron en junio para difundir información sobre las movilizaciones populares en todo Estados Unidos contra la violencia racista, y también, contra las medidas irresponsables y antipopulares de Trump.

Por lo pronto vienen siendo un canal de contrainformación frente a los lobbies de prensa tarifada y las campañas publicitarias que pretenden esconder, una vez más, las asimetrías en la equidad social del poderoso país del norte.

Tras declarar la guerra total a Trump y destapar la olla de distintas denuncias, muchas de ellas vinculadas más con el mundo de la farándula que con la justicia social, no parece probable que encabece una marcha hacia la “democratización” política y cultural de Estados Unidos donde, además, no se visibiliza, por ahora, un liderazgo que encarne la rabia acumulada por muchas décadas de manipulación y alienación alimentadas por las industrias culturales.

 

Marlon Zambrano/VTactual.com

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