InicioDestacada#VTentrevista Javier Nouel: nuestra alimentación debe proponerse la descolonización

#VTentrevista Javier Nouel: nuestra alimentación debe proponerse la descolonización

Para el naturólogo y asesor, Javier Nouel, estamos frente a una gran oportunidad de generar cambios alimenticios dejando de depender de las corporaciones transnacionales que de paso se prestan al bloqueo económico.

Debemos insistir en una cocina resiliente, ancestral, que recupera los saberes populares para alimentar a nuestros hijos y adultos, protegiendo además el ambiente

Que levante la mano el que sepa a qué sabe la sarrapia o el cotoperí. El que admita que la lactancia materna exclusiva es la mejor manera de alimentar sanamente a un hijo. Que la leche de ganado se puede excluir absolutamente de la dieta básica y que la carne no es el único suministro de proteínas que se puede encontrar en la naturaleza.

Urbanitas mediatizados, la cultura extractivista acostumbró por más de cien años al venezolano promedio a depender de las transnacionales de la alimentación, en quienes depositamos fe ciega para alimentar a niños, niñas, jóvenes y adultos. Una cultura de subordinación nociva que nos mantiene, por ahora, maniatados frente al bloqueo económico impuesto por Estados Unidos, pero que se abre como una oportunidad gigante para que a través de un cambio de conciencia, actitud y organización, podamos procurar alimentos mejores, sanos y soberanos.

Por la cocina intuitiva y resiliente

No es imposible: “se requiere inteligencia social, cambios de hábito, que la ciudadanía no esté con la expectativa de consumir productos refinados o procesados de las grandes corporaciones que nos están enfermando, sino que privilegien el consumo de alimentos producidos localmente, de forma agroecológica, que no estén tan procesados como lo recomienda la Organización Panamericana de la Salud”.

Las banderas por hacer de la crisis una oportunidad las asumen nutricionistas preclaros, naturistas, vegetarianos y equilibristas del optimismo. El doctor Javier Nouel es uno de ellos: educador, naturólogo, promotor cultural, docente en investigación de la Escuela Venezolana de Planificación y asesor del Instituto Nacional de Nutrición (INN), es de los que recomienda cambiar definitivamente de paradigmas.

“Cuando desmitificamos algunos hábitos, empezamos a tener herramientas para transformar y aprender a través de una cocina intuitiva y resiliente, es decir, cómo desde unos principios básicos que manejo, yo puedo generar siempre estrategias para adaptar mi alimentación al contexto”.

Si bien en el mundo la cultura del consumo ha mermado el nivel de salud de la ciudadanía, sobre todo de la infancia que ya empieza a mostrar síntomas graves de deterioro del organismo con enfermedades crónicas desde la más tierna edad, son pocas las sociedades que se plantean impulsar cambios definitivos que además frenen la mengua del ambiente, no como una abstracción, sino como un tema que involucra a los humanos en su cotidianidad. “No se trata solo de que pobrecito el oso polar que está pasando calor. Se trata de nosotros mismos”, insiste Nouel.

“Lo bonito es que cuando uno empieza a hacer los cambios desde lo individual, lo familiar, comunitario y colectivo, empiezas a generar transformaciones, y no solamente estás mejorando el ambiente sino que empiezas a ver casi de inmediato los beneficios en la salud individual y colectiva, la economía familiar, comunitaria, y aparte, en la generación de proyectos productivos, emprendimientos, empresas familiares, locales, etc.”.

Javier Nouel

#VTcrianza El abc de la lactancia prolongada

Desayuno, almuerzo y cena

Vandana Shiva, cita Nouel, una física de la India militante en el ecofeminismo, dice que si quieres transformar al mundo empieza por el desayuno, el almuerzo y la cena. Es decir, “que si queremos colaborar tanto desde el Estado como desde el individuo, debemos cambiar modelos de consumo, y para un país como Venezuela que ha estado tan signado por los cambios de los últimos cien años que han sido los más profundos que el Planeta ha vivido por el tema de la industrialización y el petróleo como fuente de energía, significa que tenemos que transformar nuestro estilo de vida y nuestra alimentación”.

-¿Cómo se hace?

-Es un tema que atañe a todo el planeta, pero nosotros, como país tropical, tenemos unas condiciones particulares con respecto al tema ambiental. Estamos en la zona del planeta que tiene mayor biodiversidad alimentaria y mayor diversidad cultural. Todos los efectos del cambio climático se deben precisamente a la imposición de un solo enfoque cultural, una sola cultura, que es la occidental.

Nouel, activista y promotor de los colectivos Rednaser (Red de vida natural y desarrollo del ser), RCA-SASA (Red de consumidores asociaciones) y de Redssa (Red de defensores y defensoras de la seguridad agroalimentaria), señala que es un tema muy complejo, y pone de ejemplo la situación que confrontan los habitantes del sector Sabaneta, en el estado Miranda, donde la agricultura extensiva ha obligado la tala de gran cantidad de bosque, generando deforestación, por lo que los propios pobladores reconocen cómo han mermado las lluvias y ha disminuido el caudal del río.

– ¿Qué alternativas se pueden ofrecer a partir de nuestras potencialidades productivas?

– Las oportunidades que tenemos son enormes: el 80% de los recursos del planeta está en el trópico, incluyendo el agua. El 80% de la biodiversidad alimentaria está en el trópico. Entonces el principal paso sobre todo en el enfoque cultural, está vinculado a dejar de depender de estos sistemas agroalimentarios monopolizados por las grandes corporaciones. Estamos hablando de que alrededor del 80% de la distribución de alimentos en el mundo está controlado por unas diez corporaciones. Son datos alarmantes pues estas corporaciones tienen intereses mercantiles, no ambientales ni sociales.

Lo más grave del asunto, señala Javier Nouel, es que además tenemos un país dependiente de un mercado internacional que le es hostil. “De hecho Jean Ziegler, exrelator de la FAO (agencia de las Naciones Unidas para la alimentación), decía que estas corporaciones tienen tanto poder que ellas deciden quiénes comen y quiénes no. Es decir, por una decisión política ante una nación con otra postura ideológica, pueden perfectamente crear un cerco para que no consuma. Además hoy tenemos súper abundancia de producción de alimentos a nivel mundial, que incluso puede servir para alimentar dos veces la población del planeta, y sin embargo alrededor de mil millones de personas en el mundo pasan hambre”.

Agrega que estas corporaciones producen de manera depredadora sobre grandes extensiones de monocultivo alimentos modificados genéticamente, pero además, en el procesamiento de estos alimentos, a través de la refinación, se utiliza gran cantidad de aditivos sintéticos que contaminan los suelos, el aire, las aguas y nosotros terminamos comiendo esos alimentos que además de generar daño ambiental, generan grave daño en la salud.

“Por eso es que tenemos que entender que todo está interrelacionado. Eso lo tenían muy claro muchas culturas indígenas del planeta que pedían permiso a la tierra. Aunque eso en una visión occidental moderna parece primitivo, es profundamente importante porque es un acto de conciencia de que todo lo que pasa en la naturaleza afecta directamente al ser humano. En ese contexto, lo que nos toca es revertir esa dependencia de grandes monopolios y mercados hiperconcentrados, y reconstruir los sistemas agroalimentarios locales que es la apuesta de muchas organizaciones sociales y parte de la legislación que se ha venido generando en el país. Lo que pasa es que una cosa es lo que está en la ley y otra es lo que se cumple.

-¿Cómo debe el Estado y la familia en el seno del hogar, establecer un plan alimenticio que favorezca a los chamos?

-Tanto nutricionistas, como agrónomos, médicos, educadores, todo el gran sistema, está volcado a que tú creas que solo a través de las grandes corporaciones es que se produce y se consume. Las recomendaciones son a consumir alimentos procesados y ultra procesados, la canasta básica está determinada por esos alimentos, entonces tenemos que crear nuevos parámetros técnicos y políticos para el diseño e impulso de nuevos modelos, y en lo productivo impulsar la producción local. Lo dice la FAO, al reconocer la importancia de la agricultura urbana y periurbana, y de los sistemas agroalimentarios locales.

Las súper arepas del abuelo

Nouel recuerda que su abuelo, quien murió de 102 años, nunca pasó hambre aunque su vida fue muy modesta. En un pueblo del estado Falcón consumía arepas inmensas que repartían por trozos y se hacía con un maíz local. “Hoy en día en ese mismo pueblo si no hay harina refinada no comen arepa, y ni siquiera saben de dónde viene ese maíz”. La cadena de daños ambientales, explica, comienza desde el procedimiento para trasladar ese maíz refinado, al que hay que agregarle gran cantidad de aditivos sintéticos para que se conserve.

Se gasta muchísimo combustible, generando en su conjunto lo que los ambientalistas denominan una “huella ecológica” que impacta en el cambio climático.

Nouel apuesta por generar alimentos en las zonas productivas cercanas a las grandes ciudades, en nuestro caso los alrededores de Caracas como el Waraira Repano, El Hatillo, Altos Mirandinos, el eje Junko-Carayaca, y evitar el gasto innecesario de energías contaminantes y el uso de conservantes.

Revela que quienes impulsaron la pirámide nutricional y los requerimientos alimenticios de los humanos fueron los gobiernos angloparlantes (EEUU e Inglaterra) financiados por las grandes industrias cárnicas y avícolas. Desde el punto de vista académico y tecnocrático se ha diseñado por las grandes corporaciones, poniendo dinero, creando escuelas.

“Por ejemplo, el INN, aunque está descolonizado, fue creado entre otros por David Rockefeller. Incluso, la cesta básica alimentaria fue confeccionada por estas grandes corporaciones que se sentaron con los gobiernos en los años ‘80 para definir su contenido”.

-¿Nuestro modelo de consumo de alimentos se ha tejido sobre mitos?

-Sí, hay enormes mitos que han sido instaurados en la población. Desde el aspecto técnico, agrónomo, médico, nutricional. Por ejemplo, no podemos vivir sin comer carnes, sin comer lácteos. Yo vivo perfectamente sin carnes y lácteos y soy feliz y sano y estoy mejor que antes. Así como yo mucha gente. Hay tendencias a nivel mundial que promueven estilos de alimentación distintos, pues por ejemplo la industria cárnica es una de las que más contamina. Se produce mucho CO2 y gases de efecto invernadero que están tan relacionados con el cambio climático. Se talan bosques y selvas para criar ganado. El monocultivo que está de la mano con la monocultura y es una imposición y también un mito. El mercado también ha impuesto la disminución de la biodiversidad alimentaria, reduciendo la cantidad de alimentos.

En Venezuela, según el experto, ha resultado trágica la consecuencia de la disminución de la biodiversidad alimentaria, más que la mayoría de los países de América Latina.

“Tú vas a Perú, o a México, y hay una diversidad alimentaria impresionante. Algo más doloroso, tú vas a Estados Unidos y hay una gran diversidad alimentaria. Pero en Venezuela la cultura petrolera redujo, por ejemplo, la diversidad de maíces y de frutos. La gente no sabe qué es un cotoperí, un lairén, una pericaguara, un sagú, un zulú. La gente solo conoce dos tipos de papas y resulta que hay mucha variedad; la gente conoce dos tipos de maíz, amarillo y blanco, y resulta que hay cientos de tipos de maíz”.

Nos toca revisarnos, enfatiza. Hacer énfasis en nuestra ancestralidad, nuestras tradiciones, y de ahí sacar lo mejor: “no es que vayamos a vivir como antes, es absurdo pensarlo, pero nuestras tradiciones nos van a decir qué se puede producir, qué se puede consumir y cómo consumirlo”.

El otro gran mito es el de la inocuidad del empaquetado: “Es un mito enorme. Nos imponen que no hay contaminante microbianos en una salsa de tomate kétchup, y no hay contaminantes químicos que te vayan a matar inmediatamente, pero sí hay contaminantes que se van acumulando y van generando unos impactos terribles en la salud y el ambiente”.

Otro mito es el de las proteínas. Hay que entender, según explica, que no son sólo de origen animal: “Podemos obtener proteínas de alta calidad biológica consumiendo granos y cereales. Por ejemplo, frijoles con arroz. Pero aparte de eso, nosotros no requerimos tanta proteína como la gente cree. Una persona de 1,70 de altura y 80 kilos de peso, con una vida normal, necesita 60 gramos de proteínas, y un bistec, por ejemplo, tiene 100 gramos”.

Es un tema lleno de pistas falsas y extremas complejidades, pero no es imposible. Para Javier Nouel, lo interesante es que estamos entrando en conciencia. “Yo estoy esperanzado porque todo esto que estamos hablando ahorita, hace 30 años no se entendía”.

Marlon Zambrano /VTActual.com

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