El enemigo es poderoso y descarado. Está cercado, pierde fuerzas. Como bestia enjaulada, en el momento menos pensado embiste como un tigre moribundo.
Para el investigador y analista internacional Vladimir Adrianza Salas, existen muchos indicios de que la metáfora se materialice de un momento a otro en lo concreto, mientras el mundo jura que a Estados Unidos lo gobiernan los partidos y se ciñen, como argumenta con su propaganda, al juego democrático.
El ajedrez político se desplaza locamente: #DonaldTrump sale ileso de un juicio político en su contra en el Congreso, y ahora promete que gobernará para siempre. Quiere dirigir los destinos del mundo. Ya lo hace torpemente, a su manera, a través de la fuerza y el chantaje. Rusos y Chinos lo confrontan abiertamente, le recuerdan, con pequeñas señales y esperpénticos gestos, que no está solo en el planeta, que hay fuerzas de contención igual de enérgicas. Además, este es un año electoral para la potencia del norte.
Trump se disfraza del muchacho de la película: los vacila vía twitter, se decide por un juego pendular de emociones, amenaza con más fuerza nuclear, descarta los compromisos para frenar la crisis del cambio climático.
Pero cojea. Ni se imaginaba que una pequeña nación de poco más de 30 millones de habitantes lo iba a retar, una y otra vez, con los argumentos de la justicia y la autodeterminación.
Trump se cree habilitado por un salvoconducto imperial para imponer a su propio presidente, Juan Guaidó, en Venezuela, pero no termina de cuajar ni por más millones de dólares que se le inyecten a su cruzada.
Pero sí, hay que temer y estar alertas. Profesor universitario en las áreas de economía, geoeconomía, geopolítica y relaciones internacionales, y Magister Scientiarum en Relaciones Internacionales, Adrianza tiene discernimiento para temer que en cualquier momento EEUU se desespere y apele por la fuerza bélica.

– ¿Qué significa, para el tablero de la política estadounidense, que haya fracasado el impeachment?
– En Estados Unidos no manda un presidente o un equipo de gobierno, manda el Estado profundo, mandan los lobbies de las grandes transnacionales que agrupan los intereses de la élite capitalista estadounidense. Influye significativamente el lobby israelí, en términos económicos y políticos. En definitiva, no existen más que matices entre demócratas y republicanos, entre un presidente y otro, de fondo no hay diferencia. El resto de los partidos existentes en ese país, no disponen de los recursos -comunicacionales, dinero, etc.- para influir, por ahora, en el electorado de la nación. El sistema electoral no es auditado ni auditable, y las elecciones no las gana quien tiene la mayoría de votos populares, sino quien tienen más votos electorales, dependiendo de los estados que dispongan de más representaciones. Para una muestra, Donald Trump ganó la presidencia teniendo menos votos populares que Hilary Clinton. George W. Bush le ganó a Al Gore, teniendo, el segundo, más votos populares.
– ¿Le dieron una patente de corso a Trump para actuar a sus anchas?
– Estados Unidos se juega en estos momentos su supremacía mundial, la cual ha retrocedido ampliamente en el mundo. Por tal motivo, hará lo indecible por evitar la influencia de otras potencias en lo que considera su hemisferio. En la práctica, el sistema de Naciones Unidas no existe. Las instituciones financieras están en manos del capitalismo occidental liderado por las élites estadounidenses. Lo que detiene a los EEUU son fortalezas económicas y productivas, mas las capacidades militares de potencias como Rusia, China, Irán, la ambivalencia política de Turquía, sin dejar de contar, por supuesto, la resistencia de Venezuela ante sus amenazas. No pueden descartarse acciones armadas en esta suerte de guerra de baja intensidad mundial, que el mundo ha vivido desde hace muchos años. A las élites dirigentes de los Estados Unidos, poco les importa el Derecho Internacional Público. La actual administración de EEUU ha tenido una diferencia con las anteriores: ha dejado de lado el doble racero y ha mostrado de frente sus intenciones ante el mundo, particularmente, ante Venezuela.
– ¿Se fracturó el sistema bipartidista?
– ¿Fracturó? ¿Dónde? El sistema bipartidista de los EEUU es dos caras de una misma moneda. En el discurso del Estado de la Unión, los aplausos al traidor Guaidó, fueron hechos por demócratas y republicanos en conjunto, queriendo decir que la política hacia Venezuela es compartida por todo el establishment. Obama y Trump han sido igual de peligrosos para Venezuela, y no hay esperanzas de que cambie esa política, gane quien gane las elecciones venideras.
– ¿Trump será reelegido en noviembre?
– No sé. Depende de los acontecimientos de este año, dentro y fuera de los Estados Unidos, de la imagen que desee proyectar ese país y de los intereses de sus clases dominantes junto a la estrategia que deseen seguir. Para Latinoamérica y para Venezuela particularmente, no representa ningún cambio significativo.
– ¿De ahora en adelante, cómo será el trato a China y Rusia?
– China y Rusia son considerados actualmente como amenazas a la seguridad nacional de los Estados Unidos, sobre todo, para la hegemonía de estos sobre el mundo. No se prevé que eso pueda cambiar.
– ¿Y cuál será la respuesta de Rusia y China?
– La misma que hasta ahora, buscar la conformación de un mundo multicéntrico y pluripolar, con un sistema económico que no esté bajo la hegemonía de los intereses estadounidenses y de las instituciones financieras que estos han creado. Una política de paz y entendimiento, a la que se niega la élite de los Estados Unidos.
– Caso Medio Oriente: ¿cómo le irá a esa región del mundo a partir del espaldarazo a Trump y su posible reelección?
– Un cambio de administración en la Casa Blanca no variará la política exterior de los Estados Unidos en el Medio Oriente. Seguirán respaldando a sus socios: Israel, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y demás monarquías petroleras, y atacando a aquellas naciones que les obstaculizan sus intereses en la región y en el mundo.
– ¿La reacción de Venezuela?
– ¡La misma que hasta ahora! Primero: la élite que gobierna los Estados Unidos se refiere hacia Sur América y el Caribe como su patio trasero. La actitud de los gobiernos de la región que les conviene, se asemeja a las actuales administraciones de Colombia, Ecuador, Perú, Chile e inclusive, el Brasil de Bolsonaro. Un gobierno como el de Venezuela para ellos es un obstáculo en el control pleno de una región que desde los inicios de esa nación, considera que es su área natural de influencia. Segundo: es un año electoral y criticar el modelo social y político de Venezuela, se convierte en política doméstica para los candidatos a la presidencia. Venezuela era una factoría petrolera de los Estados Unidos en el siglo XX y ellos pretenden recuperarla. Forma parte de su seguridad nacional.
– ¿En Venezuela estamos hoy en mayor riesgo que antes?
– El riesgo se incrementa cada día. Si un plan falla otro surgirá de su parte. Hay que acostumbrarse a la actitud resiliente de las élites que manejan los Estados Unidos, tendentes a destruir la Constitución Bolivariana y a derrocar cualquier gobierno que no sea dócil a sus intereses. Venezuela debe prepararse para producir lo que necesita, con la menor dependencia externa posible. Es necesario concienciar a todo el pueblo de que la amenaza es real y nos afecta a todos, sin distingos políticos. Los venezolanos y venezolanas debemos entender que debemos enfrentar con éxito las intenciones de los Estados Unidos en Venezuela, y unirnos para defender al país, sea cual sea la magnitud de la amenaza.
Marlon Zambrano /VTactual.com
Un acobardado #DonaldTrump pide frenar el impeachment en su contra