Según datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR, la zona del Medio Oriente y el Norte de África engloban el 54% del total de personas obligadas a desplazamientos formados en el Mundo. Son zonas marcadas por la tragedia de la guerra.
Si la historia de los Estados Unidos fue marcada por el atentado terrorista del 11-S, también lo fue la historia de estos pueblos lejanos, hechos aún más exóticos por la narrativa mediática que les priva de lo fundamental: su humanidad, por ende, el derecho a la vida.
En la primavera del 2001, la Asesora de Seguridad Nacional de Bush, Condoleezza Rice fue advertida por la CIA – con el meritorio tono de alarma- : «Habrá importantes ataques terroristas contra Estados Unidos en las próximas semanas o meses. Los ataques serán espectaculares. Pueden ser múltiples». Para Rice, el recuerdo de aquel encuentro es muy difuso «no era muy nítido debido a que estábamos discutiendo la amenaza todos los días… Pensé que estábamos haciendo lo que había que hacer». Parece que una amenaza de tales magnitudes es algo que pasa todos los días.
El atentado ocurrió. Y todos conocemos la historia. Inmediatamente se inició la Guerra de la OTAN en Afganistán (la única vez que se ha puesto en marcha el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte que establece que si un Estado miembro es atacado, los demás deberán responder en su defensa).
Pero llama la atención las declaraciones del General Wesley Clark, quien fue Comandante de la OTAN, y que aseguró que a pocas semanas del atentado terrorista Estados Unidos había decidido invadir a siete países: Iraq, Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán.
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De los 19 terroristas implicados en los ataques de 2001, quince eran ciudadanos saudíes, y existen sobradas sospechas de que fueron financiados y recibieron apoyo de oficiales de inteligencia saudíes de alto rango. Voces dentro del propio Congreso de los Estados Unidos así lo denuncian, como el senador Bob Graham, quien emprendió una importante campaña mediática a favor de la desclasificación de un Informe realizado por el Congreso y el Senado de los Estados Unidos y, de cuyo contenido, se censuraron 28 páginas claves.
Luego de la desclasificación, el Congreso aprobó una ley que autorizaba que los ciudadanos víctimas o familiares de las víctimas del 11S pudieran demandar a Arabia Saudita. Barack Obama -Premio Nobel de la Paz y ahora mercadeado como líder progresista mundial- vetó la ley.
En el año 2002 George W. Bush acusó a Irak de constituir un “eje del mal”, junto con Corea del Norte e Irán, desencadenando la Invasión de Irak de 2003 bajo pretexto de que Saddam Hussein escondía gran cantidad de armas de destrucción masiva y de tener vínculos con Al Qaeda. Ambos argumentos eran falsos. Sin embargo fallecieron -bueno, «fallecieron» no: ASESINARON- más de millón y medio de iraquíes.
Después de poner durante un año el saqueo de Irak en manos de una empresa privada , Estados Unidos trató de dividir el país en 3 Estados diferentes, pero tuvo que renunciar a hacerlo ante la resistencia de los nacionales. En 2007 trató nuevamente de hacerlo, apoyándose en la resolución Biden-Brownback, pero el intento terminó en un nuevo fracaso. Todo ello explica la actual estrategia, tendiente a lograr nuevamente la partición de Irak, esta vez a través de un actor no estatal: el Emirato Islámico.
Cables de Wikileaks confirman lo que denunció -con información de primera mano- Wesley Clark. Desde el 2006 el departamento de Estado conspira para derroca a Bashar Al Assad. Las filtraciones revelaron que Estados Unidos generó una alianza de naciones que incluyen a Arabia Saudita -si, la que quieren demandar por el 11S-, Turquía, Qatar y Egipto para exacerbar el sectarismo Sunni-shiita a fin de dividir Siria. Cables adicionales hechos públicos por WikiLeaks revelaron la participación de la CIA en territorio de Siria para instigar alzamientos en marzo de 2011.
El 4 de febrero de 2011 en El Cairo, la OTAN organizó una reunión para poner en marcha la “primavera árabe” en Libia y Siria. Se sucedieron manifestaciones «espontáneas». La primera en Siria, convocada vía Facebook, sólo logró convocar a un pequeño grupo superado por periodistas y policías. Pero los grupos siguieron actuando incrementando el nivel de violencia.
En Libia, 16 de febrero de 2011, una manifestación en marcha en Benghazi, en memoria de los masacrados del Grupo de Combate Islámico de Libia en la prisión de Abu Selim en 1996 culminó con un tiroteo. En paralelo, miembros del Grupo de Combate Islámico de Libia, que llegaron de Egipto y fueron coordinados por individuos encapuchados, atacaron simultáneamente cuatro bases militares en cuatro ciudades diferentes. Los enfrentamientos se hicieron cada vez más crueles y atroces, pero la prensa occidental los presentó como una «revolución» democrática frente al «régimen» tiránico de Gaddafi.
En 2012, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Qatar, Arabia Saudita y Turquía, comenzaron a organizar, armar y financiar a «rebeldes» sirios. Formaron el “Grupo de Amigos del Pueblo Sirio”, que puso en práctica una división sectaria y una estrategia de conquista para derrocar al presidente Assad.
No perdieron el tiempo, y de inmediato, la coalición fue sobre la marcha en los planes de construir un gasoducto Irán-Irak-Siria. Iniciarían las obras entre los años 2014 y 2016 . No quedaba «completo» sin considerar una posible extensión al Líbano. Alcanzaría a Europa, el mercado objeto de esta exportación.
De modo que nada tiene que ver con el Islam. Es el petróleo y el gas lo que está detrás del desastre humanitario en el Medio oriente y el Norte de África.
En mayo de 2013, el senador John McCain entró de modo clandestino a Siria. Allí se reunió con Mohammad Nour, portavoz del Frente Al Nusra (entonces filial de Al Qaeda en Siria) y con Abu Bakr al-Baghdadi quien, un mes antes, había conformado el Estado Islámico.
El avance del terrorismo sobre Siria fue violento y expedito. Entre el 2014 y el 2015, el mal llamado Estado Islámico (DAESH es la denominación más correcta, además de despertar el enojo de los terroristas) producía casi 2 millones de barriles diarios usurpados de los pozos petroleros de Siria e Irak. Una ruta de comercio y distribución fue por la frontera de Siria con Turquía. El crudo era comprado a muy bajo costo por compañías petroleras como Exxon, BP y Conoco.
Para conocer más de este tema visita nuestra nota: Petróleo: grandes fracasos de Obama en 2016
La incursión de Rusia como apoyo al gobierno de Bashar Al Assad ha retrasado los planes imperialistas para apropiarse no sólo del crudo y el gas que reposa bajo el subsuelo sirio, sino la posición geoestratégica necesaria para el gasoducto que les abrirá, a las grandes corporaciones, el paso al mercado Europeo: mayor botín.
LC