El abominable hecho sucedió el pasado domingo 1° de octubre en la noche, cuando un hombre, identificado posteriormente por la policía como Stephen Paddok, armado con un fusil, mató a más de 50 personas que se encontraban disfrutando de un concierto de música country desde un hotel de Las Vegas.
Paddock, de 64 años y proveniente de Mesquite, Nevada, habría disparado en repetidas oportunidades con un fusil automático contra los asistentes al festival de música country «Route 91 Harvest» de Las Vegas desde el piso 32 del hotel Mandalay Bay, donde se hospedaba desde un par de noches antes, según las fuentes policiales.
La policía aún no maneja un posible móvil del atacante, quien fue encontrado muerto, presuntamente por suicidio, en su habitación del mencionado hotel por los cuerpos especiales SWAT luego haber sido avisados del siniestro y se presume que trabajaba solo, aunque las autoridades ya se encuentran tras la pista de una acompañante identificada como Marilou Danley, que se encontraba fuera de la ciudad y está aparentemente descartada su participación.
Según los familiares, como Eric Paddock, hermano del agresor, este no presentaba antecedentes penales más que una citación hace algunos años que se considera «normal» dentro del sistema de justicia estadounidense, aunque no se especificaron las causas.
“Estamos horrorizados. Estamos desconcertados y nuestras condolencias están con las víctimas. No tenemos una idea en el mundo de lo que pasó”, Eric Paddock.
Hasta el momento, hay más de 50 muertos y más de 500 heridos, entre los ocasionados por los disparos de Paddock y los que dejó la estampida por la histeria colectiva de la gente buscando refugio para protegerse, en lo que ya es catalogado como el peor tiroteo de la historia de EE.UU., superando incluso el ataque de Orlando cometido en junio de 2016 en el que 49 personas fueron asesinadas en una sociedad que parece enferma por la sangre, la violencia y las armas obtenidas legalmente.
LM