La política y la religión –y a veces el fútbol– suelen generar las conversaciones más enconadas del género humano; al menos en Occidente. Esto no es diferente en Costa Rica, donde recientemente un dictamen de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha dado un inusual impulso al candidato conservador en su campaña por las presidenciales.
Se trata del periodista y cantante evangélico Fabricio Alvarado, quien se montó en una especie de ola de rechazo ante la sugerencia de la CIDH, hecha a principios de enero, de adoptar el matrimonio igualitario y la ampliación de los derechos para la comunidad LGBTI en todos los países que aún no lo han legalizado y Costa Rica está en ese lote.
Es así como Alvarado, el abanderado del Partido Restauración Nacional (PRN), quien estaba en el fondo de las encuestas en diciembre (de 2 a 3% de aceptación), se ha convertido en el «candidato de la religión» por ser visto como la opción común de los votantes conservadores, tanto evangélicos como católicos, que se oponen a cualquier tipo de avance de la sociedad en temas de inclusión para aquellos que no “encajan” en la rígida sociedad con arraigo en los valores judeocristianos.
Precisamente estas personas protagonizaron en diciembre pasado una multitudinaria marcha en San José en “defensa” de la familia tradicional, es decir, en contra de la ampliación de derechos para la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI).
Al igual que estos conservadores, que en nada les afecta que otras personas tengan los mismos derechos que los demás seres humanos, Alvarado también se opone rotundamente a un Estado laico, la fertilización in vitro, a la educación sexual y la equidad de género. En otras palabras, es el candidato del fundamentalismo cristiano, que no está muy lejos del fundamentalismo musulmán, que tanto alboroto causa en Occidente y generalmente está vinculado a la xenofobia.
El monotema de los candidatos
El fenómeno ha tocado de forma tan profunda la fibra moral y emocional de la sociedad tica, que los demás candidatos presidenciales se han plegado al tema; todos tocan el asunto, y muchos adoptan más o menos la misma posición de Alvarado para no generar un fuerte rechazo entre los votantes.
Aún no existe la certeza de si el «candidato de la religión» saldrá punteando las elecciones del próximo 4 de febrero; lo más probable es que los comicios pasen a una segunda vuelta, posiblemente con Alvarado incluido. Lo cierto es que el resultado reflejará qué tan inclusiva y abierta es la sociedad costarricense, que suele publicitarse como un país pacífico y abierto a todo aquel que desee vivir tranquilamente.
JA