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Osmel Sousa, el cosificador de la mujer venezolana

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Luego de 40 años cosificando a las mujeres venezolanas, Osmel Sousa, el llamado «Zar de la Belleza» se retira de la Organización Miss Venezuela, una fábrica de estereotipos y subjetividades en torno a la belleza femenina criolla.

Si algún mérito tiene Osmel Sousa en la sociedad venezolana, es el de reducir el concepto de belleza de las féminas a la silicona, delgadez extrema y mercantilización del cuerpo de jóvenes que soñaban con el «Miss Venezuela».

Osmel supo cabalgar sobre las aspiraciones de ser «la más bella» del país, al punto de llevar a la depresión, bulimia y anorexia a muchas mujeres que concursaban anualmente para quedar entre las ganadoras del famoso certamen.

El pasado martes Sousa anunció su retiro definitivo del certamen de belleza y agradeció al público por la confianza depositada en el para llevar a la televisión cada año «una noche tan linda como esta», frase que entona la estrofa principal del himno de las misses.

¿Pero quién fue realmente Osmel Sousa? ¿Que se movía detrás de los certámenes de belleza auspiciados por el «Zar de la Belleza»?

¡Eres fea, vete de aquí!

 

Con la frase ¡Eres fea, vete de aquí!, Osmel Sousa inmortalizó el desprecio, clasismo, y en muchas ocasiones racismo, hacia las concursantes que aspiraban una banda al Miss Venezuela, o del concurso Nuestra Belleza Latina.

Las aspirantes se retiraban entre lágrimas o decepción, llevando a cuestas su mancillada autoestima y la sentencia del hombre que se creyó el «catador» de la belleza caribeña.

De los insultos y cinismo, el reality show Nuestra Belleza Latina registra humillaciones épicas hacia aquellas mujeres que no entraban dentro del patrón de belleza de Osmel, bien sea por gordas, bajitas, negras o poco agraciadas.

El afamado concurso recorrió varias ciudades de Estados Unidos en busca de mujeres bellas que fueran dignas del reality show, una versión reloded del Miss Venezuela potenciada con burlas e insultos televisados y la reafirmación mediática de Osmel como el dios de la belleza.

En una oportunidad Sousa confesó a un periodista durante una entrevista que “la negritud venezolana no es bonita” y manifestó la envidia que sentía por Colombia, donde «sí habían negras bellas». Este comentario demostraba que la ausencia de una miss afrodescendiente en Venezuela no era casual.

En un país en el que casí el 60% de la población es mestiza, afrodescendiente e indígena, no existe a la fecha una sola mujer que represente la verdadera etnografía venezolana; la mayoría de las ganadoras del concurso son mujeres blancas, ojos claros y descendientes de europeos.

De Zar a proxeneta

La periodista venezolana radicada en Miami, Patricia Poleo, acusó el año pasado de «proxeneta» a Osmel Sousa por “conseguirle mujercitas” a altos funcionarios del Gobierno venezolano a cambio de dinero.

Meses después, Poleo invitó a sus seguidores a visitar el paseo de las artes de esa ciudad para ver el monólogo de Migbelis Castellano (Miss Venezuela 2014) y quien, según dijo la periodista en su programa Agárrate, ofreció un claro testimonio de lo que ocurre detrás de cámara en el Miss Venezuela.

En su monólogo autobiográfico «Todo por una arepa», Migbelis habló de las “sutiles” sugerencias que le hizo «su jefe», refiriéndose a Sousa, para que agradeciera a una persona el pago del costoso ajuar que llevaría al Miss Universo.

Esta acusación no sería la primera realizada contra el «Zar de la Belleza». La top model venezolana Patricia Velásquez confesó en su libro «Straight walk«, que pagó un alto precio por entrar en las filas del Miss Venezuela.

En su autobiografía contó que tuvo que conseguir un «patrocinador» que financió las cirugías estéticas que necesitaba para entrar en el concurso; este sujeto le consiguió un apartamento en Caracas, favores que no fueron gratis pues tuvo que prostituirse.

Vivian Sleiman (autora del libro Virgen a los 30) también reveló en su libro que pese a tener un cuerpo 90-60-90 y una belleza reconocida por la Osmel, un miembro del jurado del certamen le pidió acostarse con ella a cambio de la corona.

Estas mujeres, al igual que las miles que han aspirado a una banda al Miss Venezuela, han sido víctimas y victimarias de una canon de belleza femenino centrado en el culto a la imagen, perfección, esbeltez y plasticidad, características impuestas por una cultura mediática de la que Osmel Sousa fue precursor durante más de 40 años en Venezuela.

AMR

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