La fascinación por el origen de las lenguas nos invita a explorar si todas derivan de una lengua madre o si surgieron de manera independiente en diferentes regiones. El estudio de las lenguas más antiguas documentadas, como el sumerio y el egipcio, proporciona una ventana a esta pregunta. Ambas datan aproximadamente del 3000 a.C., pero presentan diferencias fundamentales que desafían la idea de una lengua originaria común.
El sumerio y el egipcio
El primero de ellos, clasificado como una lengua aislada, no muestra parentesco filogenético con ninguna lengua conocida. Este idioma se distingue por su sistema de género basado en animado/inanimado, contrastando con las categorías masculino/femenino de muchas lenguas modernas. Además, el sumerio presenta características ergativas, donde el caso gramatical se determina por la transitividad de las oraciones. Por ejemplo, en el euskera, una lengua ergativa, el sujeto de una oración transitiva recibe un caso diferente al de una oración intransitiva, un rasgo que lo aleja de idiomas como el alemán o el inglés.
Por otro lado, el egipcio pertenece a la familia afroasiática, compartiendo raíces con lenguas como el árabe y el hebreo. Una característica clave del egipcio es su uso de raíces triconsonánticas, donde las consonantes son esenciales para el significado, mientras que las vocales juegan un papel secundario. Esta estructura fonética y gramatical lo asemeja más al árabe que al sumerio, evidenciando orígenes diferentes a pesar de su coexistencia en la antigüedad.
Los desafíos de reconstruir lenguas antiguas
El método comparativo en lingüística histórica busca reconstruir lenguas a partir de sus descendientes, pero reconstruir lenguas tan antiguas como las predecesoras del sumerio y el egipcio resulta complejo. Por ejemplo, al intentar reconstruir el español a partir del catalán, gallego y portugués, los resultados podrían ser híbridos o inexactos.
Dos enfoques principales intentan superar estas dificultades:
- Enfoque algebraico: Asume sonidos desconocidos como incógnitas para evitar generalizaciones inexactas.
- Enfoque realista: Busca determinar los sonidos originales mediante principios fonéticos y tendencias universales.
Aunque el método comparativo ha demostrado ser útil, la reconstrucción basada en reconstrucciones anteriores se considera poco confiable, especialmente cuando se trata de lenguas que preceden las evidencias escritas.
Tipología lingüística
Las lenguas se clasifican en tres grandes tipos según su estructura:
- Aglutinantes: Unen morfemas sin fusionarlos, como el turco.
- Flexivas: Fusionan morfemas para expresar múltiples significados, como el ruso.
- Aislantes: Usan palabras invariables, como el chino y el vietnamita.
Es importante destacar que esta tipología no implica tres lenguas originales. Las lenguas evolucionan y pueden cambiar de tipo con el tiempo, lo que refuerza la idea de que no es posible identificar un único origen lingüístico.
¿Existió una primera lengua?
La hipótesis de una lengua primigenia aislante sugiere que este tipo podría haber sido el punto de partida, ya que no requiere procesos gramaticales complejos. Sin embargo, la falta de evidencia directa y el paso del tiempo dificultan conocer con certeza cuál fue la primera lengua.
Lo que sí sabemos es que las lenguas egipcia y sumeria representan las primeras formas de lenguaje escrito documentadas, pero no son las únicas. Antes de ellas, existieron muchas otras lenguas que, por la naturaleza misma del lenguaje y su evolución, probablemente dejaron de existir sin dejar rastro.
Somos humanos
El estudio de las lenguas antiguas nos recuerda la complejidad del lenguaje humano y su evolución. Aunque el sumerio y el egipcio son nuestras mejores ventanas al pasado, la idea de una lengua madre sigue siendo una incógnita. La diversidad lingüística que conocemos hoy es testimonio del ciclo evolutivo de las lenguas y de su capacidad para adaptarse a las necesidades culturales y sociales de quienes las hablan.