El mundo fue testigo la noche de este sábado, de un enfrentamiento que fue vendido como «la pelea del siglo»… Otra vez. Lo cierto, era que se trataba de un combate del que se sabía, iba a generar las más grandes ganancias en la historia del boxeo (y no precisamente a los boxeadores).
Conor McGregor, de origen irlandés, es experto en las denominadas «artes marciales mixtas» y de los combates de «Ultimate Fighting», espectáculos diseñados para vender publicidad y mucha violencia.
Floyd Mayweather, de origen estadounidense, es considerado por las grandes agencias informativas del deporte como el boxeador del momento, pero en realidad, no ha sido tanto por su «técnica», lo han llevado ahí las mafias que hacen millones de dólares controlando el deporte, las apuestas y hasta los resultados.
Mayweather, cuyo apodo es «Money», disfruta exhibirse con grandes cantidades de dinero en efectivo en lugares públicos. Es un empresario del mercado de bienes raíces, nada más su patrimonio inmobiliario supera el millón de dólares, con propiedades en zonas muy exclusivas. Una empresa de cosméticos, productoras de video, un club de striptease en Las Vegas, un negocio de «marihuana terapéutica» y una promotora musical, figuran en la lista de algunos de sus emprendimientos.
Antes de la pelea de este sábado, Money declaró a los medios que sin importar el desenlace, su botín del combate sería de 350 millones de dólares, con los que supera los mil millones en ganancias a lo largo de toda su carrera.
La carrera publicitaria hacia la «pelea del siglo», comenzó con lo que fue considerado por muchos como un desfile de modas. Ambos contendores se presentaron con ropa de marca, la intención era competir a ver quién tiene más dinero. El deporte no asistió a la cita.
Además, esta pelea no sería vista por cualquiera, las principales ganancias que dejaría el enfrentamiento, (aparte de las mafias de las apuestas que se mueven alrededor y toda la publicidad que se generó), vendrían de las ventas del pago por ver el choque en la TV, que no pudo verse como otros combates en canales por suscripción, sino, que había que comprar la programación. Según las expectativas, las ventas romperían todos los récords. Tan solo en Estados Unidos se esperaban más de 50 millones de espectadores.
El deporte no es el protagonista, hubo más dinero que técnica.
El combate lo ganó Mayweather por nocaut técnico, según reseñan los expertos, en el décimo round, el norteamericano aprovechó el cansancio del irlandés que no es boxeador, pero si muy mediático, lo que garantizaba una muy buena venta de la pelea.
Las declaraciones de ambos tras el enfrentamiento fueron un nocaut fulminante para un deporte que ha dado tantas glorias en el mundo. «Ha sido un competidor muy duro. Le hemos dado a los fans lo que querían. Los que no estuvieron contentos con el combate con Pacquiao, aquí han tenido el show», dijo Mayweather. «Espero que los fans lo hayan pasado bien», declaró McGregor.
Al final, importaba el espectáculo, las ventas, el dinero y los negocios. Atrás quedaron los combates en los que parecía difícil saber quién podía ganar, porque se medían estrategia en el ring, fuerza, desempeño, movimiento de piernas y estudio del contrincante. Este sábado ganaron las mafias, los consorcios, los mercenarios del deporte. El boxeo parece haber recibido un duro golpe que lo deja tirado en la lona sin posibilidad de recuperarse en el conteo hasta diez.
JS