Todo apunta a que Willian Infante, su ex pareja la asesinó. Contó y midió bien sus pasos como en una coreografía; 1, 2 y 3 y 4… Un giro que burló las medidas de protección tras las denuncias de Mayell por violencia de género, ingresó a su casa en Charallave, estado Miranda, mientras ella dormía, la apuñaló y la estranguló. Su público: Amaloha, la hija de ambos, de dos años de edad.
Mayell Hernández, era la menor de cuatro hijos. Bailarina desde la infancia, tenía 29 años de edad, había decidido no bailar más al ritmo de la violencia que planteaba su ex pareja, y éste se lo cobró con la vida.
Primera escena: dominación
«En ocasiones la ví en ensayos con moretones, pero ciertamente como bailarinas, muchas veces nos pasa que nos lastimamos hasta sin darnos cuenta», refirió Marcela Lunar, bailarina. No obstante, en entrevista con VTActual.com resaltó que por momentos ella tenía tristeza, tenía soledad, aunque era bastante reservada con su vida íntima». Bailaron juntas varios montajes, entre ellos, el espectáculo «De Arañero a Libertador» en homenaje póstumo al presidente Chávez.
Amigas, compañeras de clases, profesores de la Universidad de las Artes, donde era tesista para convertirse en intérprete de danza contemporánea, la describen como una mujer en extremo dulce, sensible, cariñosa y muy talentosa.

Betty Mendoza, vicerrectora de Poder Popular de la Uneartes, narró a VTActual.com que Mayell, había tenido un episodio anterior de violencia de género con otra pareja.
Con Willian Infante, se conocieron varios episodios en la casa de estudios. «Ella vendía tortas, a mí me las regalaba. Un día vino con el tipo y él le dijo que todo el mundo tenía que pagarlas y me dio el número de cuenta para que hiciera el depósito por la torta… Ella se incomodó mucho, pero no dijo nada«, contó Mendoza.
Sus compañeras de clase, al parecer le habían advertido que Infante no le convenía, siempre la notaban con moretones y algunas veces, a pesar de su carácter dulce, la tristeza lograba imponerse.
Según las versiones que circulan en la citada Universidad, eran constantes los maltratos psicológicos y físicos, por lo que la joven bailarina decidió terminar la relación con Infante y dirigirse, al Ministerio Público, con lo que logró medidas de protección, que no evitaron su posterior asesinato.
Un comunicado emitido por su familia este jueves 20 de septiembre, cita palabras textuales escritas por Mayell, «y me encuentro en un 8vo semestre con 9 materias, una hija de 11 meses, con una pareja que me violenta física, psicológica y emocionalmente, dos padres de casi 70 años, viviendo en Charallave…»

Segunda escena: Burocracia y silencio institucional
Todo a su alrededor denotaba lo que estaba sufriendo; en el comunicado, la familia Hernández Naranjo relata que después de dejar a su agresor, Mayell continuaba recibiendo chantajes , amenazas y llamadas constantes de Willian Infante.
Todo esto ocurre en Venezuela, país que ha tomado la vanguardia en leyes e instituciones en atención a la mujer y para frenar la violencia de género. VTActual.com consultó con dos expertas para indagar las razones por las que, a pesar de esto, el machismo continúa dejando víctimas.
Tania Cova, psicóloga clínica, manifestó que en «el asunto de las instituciones que protegen a la mujer, ciertamente a nivel teórico tenemos una vanguardia en el tema, pero la realidad burocrática es otra cosa. Generalmente las mujeres que son objeto de una situación de maltrato, están llenas de miedo; incluso la idea de poner una denuncia les asusta mucho por temor a represalias y las que se atreven a hacerlo y pasan por todos estos organismos, muchas de esas denuncias no prosperan del todo. He tenido pacientes con situaciones bien complejas con órdenes de alejamiento y los procesos legales son muy lentos, en ese tiempo la mujer está totalmente desprotegida».
Consideró que además, se le exige demasiado a la mujer, que sea ella misma quien enfrente esta burocracia porque nadie debe meterse en un «asunto de pareja».
Por su parte, Nancy Bello, médica Psiquiatra y coordinadora de Mujeres por los Derechos (Muderes) refiere que «no tenemos datos oficiales sobre femicidios en Venezuela, las últimas cifras fueron emitidas en el año 2016, y nos dicen que fueron 253 femicidios ese año, 121 consumados y 152 en grado de frustración. Si uno se pone necio y saca una cuenta, eso da un aproximado de 5 mujeres semanales, tres de ellas efectivamente asesinadas. Me atrevo a decir con toda responsabilidad, que con el ablandamiento de la institucionalidad, esto ha podido aumentar».
Acto final: patriarcado y femicidio
Sobre el caso de Mayell y de tantas otras mujeres en Venezuela y el mundo, la doctora Bello resalta que se trata claramente de un femicidio, que define como «el asesinato de una mujer solo por el hecho de ser mujer, el agresor comete el crimen porque lo puede hacer«. Al respecto, agrega que «la cultura patriarcal coloca todos los elementos la discriminación, la subordinación y la obediencia, justamente para poner a las mujeres en el carril patriarcal, para ejercer poder sobre ella».
No obstante, señala que también se puede hablar de feminicidio, pues existe impunidad, no solamente porque ella había denunciado y su agresor estaba libre, sino porque, además, el presunto asesino fue detenido y liberado por las autoridades, sin ningún registro policial: plenamente libre.
Sobre el caso, pesa un escandaloso silencio. Hasta la redacción de esta nota, no ha habido ningún pronunciamiento oficial de institución alguna. Un «tuitazo» ha sido un primer pronunciamiento popular en el país suramericano, mientras que movimientos sociales y organizaciones feministas, plantean movilizaciones para exigir justicia.
Mayell somos todas
«Si había algo que definía a Mayell era la pasión y entrega en todo lo que hacía, fuesen artesanías, danza, tortas, trabajo social, etc» dice el comunicado de su familia. «Mayell tenía las manos dulces, dulcísimas, no solo porque fuera una artesana de la repostería, sino porque ella era dulce, así fue bailar con ella, siempre dispuesta, de buen ánimo, abierta a la creación… Era una guerrera, militante de la vida y las causas justas», cuenta Marcela Lunar.
«Si alguien conoció a Mayell tiene que decir que era muy dulce, tocona, acariciaba, tenía el cabello muy suave, abrazaba… Ella se interesó en mi clase de Danza Tradicional y al final nos dio un regalo, hizo una actividad bellísima para los sentidos, nos puso un trapo en los ojos y pisábamos cosas, nos ponía olores, sensaciones, era muy sensible, es muy doloroso que eso haya pasado de verdad», manifiesta su profesora Betty Mendoza.

Vendía tortas en una especie de emprendimiento propio, era militante de movimientos por el derecho a la vivienda en Venezuela, bailaba, era artesana, Mayell era peligrosa para el patriarcado que de manerea inconsciente domina y genera relaciones de poder como advirtió Focault.
Cada vez que el patriarcado asesina, envía un mensaje para todas las mujeres, por eso, aunque cierre el telón, no se nos puede olvidar su nombre: Mayell.
JS
La maldición de los femicidios en América Latina golpeó el alma de Venezuela