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La mujer detrás de la teta

Magda Goldin

En las últimas décadas la Lactancia Materna Exclusiva (LME) está siendo reivindicada mundialmente y con mucho acierto. Hubo un tiempo en el cual fue bastardiada y poco reconocida. Se ponía en duda la capacidad alimenticia de la misma, se trataba con desdén sus componentes no nutricionales ligados a fortalecer el sistema inmunológico del bebé y como si esto fuera poco, también se subestimaba los beneficios que el acto de amamantar proporciona a la diada Madre-Hijx.

Hoy en día es vox populi la importancia tanto de la lactancia como del amamantamiento. Los organismos internacionales más reconocidos a nivel mundial, como la OMS (Organización Mundial de la Salud), LLL (La Liga de Leche), APA (Asociación de Pediatría Americana) y Unicef entre otras publican anualmente estudios en esta materia. Al respecto, el 22 de noviembre de 2016 la ONU (Organización de las Naciones Unidas) señaló que: “La lactancia materna debe considerarse como una cuestión de derechos humanos para bebés y madres”. Consecuentemente, divulgan políticas que protegen y promueven la LME hasta los primeros 6 meses del bebé. Y aclaran que la introducción de sólidos es complementaria a la leche y no la sustituyen hasta pasado el 1er año de vida del niñx. Es más, otra de las nuevas tendencias es amamantar a libre demanda procurando así que la LME se establezca con éxito. Por último, estos organismos recomiendan que, de ser posible, se continúe amamantando al niñx hasta los 2 años.

Soy una fiel luchadora de la Lactancia Materna (LM). Adhiero a todos los científicamente comprobados beneficios. Más aún, considero que aparte de hablar de beneficios de la LM deberíamos aludir a los riesgos de la ausencia de esta. Soy además fan del amamantamiento, porque viví en carne propia lo reparadora que puede ser para sanar heridas del parto. Porque veo los resultados en la crianza de mi hijo, y porque soy consciente que fue gracias a esta práctica -entre otras- que se consigue formar un vínculo sano y fuerte desde el apego seguro.

Sin embrago, llegó la hora de hablar del sujeto que sostiene esta práctica, es decir La Mujer.En el tiempo que llevo sometida al amamantamiento -vamos 17 meses de LM- junto con la satisfacción y el amor que brota de dicho acto hubo muchas veces momentos en los cuales el cansancio, la auto-postergación y frustración no me fueron ajenos.

La impotencia de sentir que la independencia se me escapaba de las manos fue también motivo de duelo personal en el sinfín de oxitocina que estimula la lactancia. Y no faltaron los momentos de rencor, desidia y hartazgo que son también parte de la experiencia. Porque lo cierto es que la LME en este contexto no puede ocurrir en cierta medida sino a través del aplazamiento de una misma.

Sumado a esto, también cabe destacar el poco apoyo social y colectivo ante esta responsabilidad. La lactancia es una labor agotadora y casi Sísifa de entrega absoluta. Sin embargo, predomina la falta de reconocimiento y empatía por realizar una tarea esencial para la sociedad, que continua siendo cuestionada desde varios aspectos. Es notable que exista tanta invisibilidad acerca de la importancia de la lactancia a pesar del creciente consenso que esta tiene en el último tiempo. La concientización sobre los beneficios de la LME no viene acompañada con una asunción de compromisos por parte de la sociedad civil ni del Estado. Siendo este último el responsable de gestionar un cambio de paradigma en cuanto a los derechos de licencia por hijxs. Quién debe asumir la carga económica que conlleva el trabajo de una madre ¿el Estado, el mercado o la familia? ¿Quién se hará cargo de costear de la LME?

Me percaté de un claro ejemplo de esta circunstancia luego de haber participado del Congreso de Lactancia Materna Internacional en Lima 2016, organizado por el Colegio de Pediatría y el IBCLC (International Board Certified Lactation Consultant). Allí sentí una suerte de vacío institucional y punto ciego en relación a mi lugar como mujer. Y es que el discurso del poder de La Teta llegó a colmar mi paciencia. . . Se promueve la LME, sus beneficios y ventajas sin mencionar si quiera a la mujer detrás de La Teta. Exponen, eso sí, que no solamente beneficia al lactante sino también a la madre dando toda una serie de explicaciones médicas y fisiológicas -muy importantes también, claro-. Pero poco se identifican las necesidades y el bienestar de La Mujer, ya no La Madre sino La Mujer que posibilita que la LME se establezca.

¿Dónde están los derechos de La Mujer en la disertación médica y social que promueve la LME? ¿Dónde quedaron las necesidades impostergables de la Madre en el discurso de La Teta prolongada? La LME no puede establecerse sin la plena dedicación también exclusiva por parte de La Mujer. Sin embargo, somos las menos presentes en las ponencias, promulgaciones y estudios que proclaman la importancia de la LME. Y La Mujer resulta ser la gran ausente en la ecuación científica y social.

La realidad es que los organismos internacionales promueven una práctica saludable que además es un derecho, pero no pueden desvincularse de las necesidades de La Mujer que lo concreta. Esto es, si no se tiene en cuenta el bienestar de La Mujer/Madre para sostener la LME, es probable que la misma fracase más temprano que tarde.  De esta manera, estamos exponiéndola a un ideal utópico que operará más como una carga de consciencia que como un derecho a ejercer. Entonces nos encontramos con la imposibilidad de amamantar según las recomendaciones de los expertos porque no existe el soporte laboral,  institucional y social para el establecimiento a largo plazo de la LME.

La promoción del derecho y los beneficios de la LME a libre demanda debe ir de la mano junto con un enfoque transversal de género. A partir de los aportes teóricos de los Estudios de la Mujer es que la práctica del amamantamiento tiene el potencial de convertirse en un acto pleno en el cual Las Madres puedan ser apoyadas y contenidas sin ver perjudicadas sus necesidades de Mujer. Siendo que hoy por hoy muchas de las madres que se proponen amamantar exclusivamente se ven atrapadas en la dualidad del mercado laboral y las exigencias propias de la esfera personal.

Entonces, promover la Cultura de La Teta no debe desligarse de la promoción de políticas de cambio en cuanto a los derechos de licencia por maternidad y sobre todo de paternidad. De lo contrario, el discurso de la LME se transforma en la dictadura de La Teta Todopoderosacarente del sujeto social que la encarna.

Tribuna Feminista

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