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Infofrenia: el enemigo invisible que acecha en cada pantalla

En una tarde cualquiera, Marta, una mujer de 34 años, se encuentra en su pequeño apartamento en Madrid. Como muchos de nosotros, Marta ha desarrollado la costumbre de comenzar su día con un café y su móvil en mano. Las notificaciones inundan su pantalla: mensajes de WhatsApp, correos electrónicos del trabajo, las últimas noticias internacionales, y, por supuesto, las publicaciones en redes sociales que nunca dejan de actualizarse. Sin embargo, lo que para muchos es una rutina cotidiana, para Marta se ha convertido en una pesadilla. La cantidad de información que recibe a diario no solo la mantiene ocupada, sino que la está consumiendo lentamente. Sin saberlo, Marta sufre de una condición que, aunque nueva en el léxico médico, afecta a millones en silencio: la infofrenia.

¿Qué es la infofrenia?

La infofrenia es un trastorno emergente que surge en la era digital, caracterizado por la saturación mental provocada por el exceso de información. Si te sientes constantemente abrumado por la necesidad de estar al tanto de todo, de revisar compulsivamente las últimas noticias, o de mantenerte conectado a las redes sociales, podrías estar experimentando los primeros síntomas de infofrenia. Este término, aunque reciente, define un problema tan antiguo como la misma Internet, que afecta a personas de todas las edades y trasfondos. La infofrenia no es solo una moda pasajera ni un término de moda; es una amenaza real a nuestra salud mental, que muchos ignoran hasta que es demasiado tarde.

Marta, sin embargo, no sabe que tiene infofrenia. Para ella, es simplemente la vida moderna. Pero las constantes actualizaciones y la necesidad de estar informada de todo la han llevado a un punto de quiebre. Se siente agotada, su ansiedad ha aumentado, y ha comenzado a olvidar detalles importantes de su vida diaria. Es un círculo vicioso: cuanto más intenta mantenerse al día, más se hunde en una espiral de ansiedad e incertidumbre. Sin saberlo, Marta se ha convertido en una víctima más de la sobrecarga informativa.

¿Cuándo alguien puede saber que sufre de infofrenia?

La pregunta que muchos se hacen es: ¿cómo reconocer si uno sufre de infofrenia? Marta, al igual que otros miles de personas, nunca se ha planteado esta pregunta. Pero la realidad es que, al igual que ella, muchos de nosotros podríamos estar al borde de este colapso sin darnos cuenta. Los síntomas pueden ser sutiles al principio: una sensación constante de estar desbordado, problemas para concentrarse, dificultades para tomar decisiones simples, y una necesidad compulsiva de mantenerse al día con todo lo que sucede a nuestro alrededor.

Para Marta, todo comenzó con pequeños olvidos y una sensación de fatiga constante. Pero a medida que pasaba el tiempo, los síntomas se intensificaron. Empezó a sentir que cada vez que intentaba relajarse, una parte de su cerebro seguía trabajando, repasando la información que había absorbido durante el día. Se despertaba en medio de la noche pensando en noticias o en correos que no había respondido. Sin darse cuenta, había cruzado una línea peligrosa.

Las investigaciones sugieren que la infofrenia puede afectar a cualquiera que esté expuesto a un flujo constante de información, sin importar su edad o profesión. Sin embargo, los profesionales que dependen del manejo de grandes cantidades de datos o información, como periodistas, investigadores, o incluso influencers, son especialmente vulnerables. En un estudio reciente, se descubrió que un 70% de los encuestados en trabajos de alta exposición informativa admitieron sentirse abrumados por la cantidad de información que procesan diariamente.

Los tipos de infofrenia: un enemigo con múltiples caras

No todas las personas experimentan la infofrenia de la misma manera. De hecho, esta condición puede manifestarse de diversas formas, dependiendo de la fuente y la naturaleza de la sobrecarga informativa. En el caso de Marta, su tipo de infofrenia estaba impulsado principalmente por la exposición a redes sociales y noticias negativas. Sin embargo, otras personas pueden desarrollar esta condición por motivos diferentes. Los expertos han identificado varios tipos de infofrenia:

  1. Infofrenia mediática: Es la más común, alimentada por la exposición continua a noticias, especialmente aquellas de tono alarmista o catastrófico. Marta, por ejemplo, desarrolló una obsesión con las noticias sobre el cambio climático y los desastres naturales, lo que aumentó su ansiedad.
  2. Infofrenia social: Provocada por la dependencia de las redes sociales, donde la necesidad de estar siempre conectado y de no perderse nada genera una sensación constante de ansiedad. Este tipo es particularmente prevalente entre los jóvenes y aquellos que trabajan en entornos donde la imagen pública es crucial.
  3. Infofrenia laboral: Común en ambientes de trabajo que demandan estar constantemente «en línea» y disponibles, saturados de correos, mensajes y reuniones virtuales. Marta también experimentaba este tipo en su oficina, donde la expectativa de respuestas inmediatas la mantenía en un estado de alerta constante.
  4. Infofrenia académica: Afecta principalmente a estudiantes y académicos, que se ven desbordados por la necesidad de estar al día con las últimas investigaciones y publicaciones en sus campos de estudio.
  5. Infofrenia publicitaria: Este tipo se manifiesta en personas que están constantemente bombardeadas por publicidad y marketing, lo que genera una sobrecarga cognitiva que puede llevar a la fatiga y el agotamiento.

Cada tipo de infofrenia tiene sus propios desencadenantes y consecuencias, pero todos comparten un elemento común: la sobrecarga informativa. Y aunque Marta no lo sabía, su batalla no era única. Miles de personas en España y alrededor del mundo están luchando contra este enemigo invisible.

¿Tiene cura la infofrenia?

La buena noticia es que la infofrenia no es un camino sin retorno. Aunque Marta se siente atrapada, hay maneras de salir de esta espiral. La primera y más crucial es reconocer que existe un problema. Una vez que somos conscientes de la sobrecarga informativa y sus efectos en nuestra salud mental, podemos comenzar a tomar medidas para combatirla.

Existen diversas estrategias que pueden ayudar a mitigar los efectos de la infofrenia. Para Marta, el primer paso fue establecer límites claros en su consumo de información. Decidió desactivar las notificaciones en su teléfono, limitar su tiempo en redes sociales, y elegir conscientemente las fuentes de noticias que consume. Además, comenzó a practicar técnicas de mindfulness y meditación, que le ayudaron a desconectar y a recuperar el control sobre su mente.

El apoyo profesional también es fundamental. Terapias como la cognitivo-conductual han demostrado ser efectivas en el tratamiento de la infofrenia, ayudando a las personas a desarrollar habilidades para manejar la información de manera más saludable. Además, es importante promover una cultura de higiene digital, donde se fomente el uso consciente y equilibrado de la tecnología, tanto en el ámbito personal como profesional.

Marta, poco a poco, comenzó a sentir los efectos positivos de estos cambios. Aunque la infofrenia no desaparece de un día para otro, es posible aprender a vivir con ella y a reducir su impacto en nuestra vida cotidiana.

La lucha de Marta y el futuro de la infofrenia

La historia de Marta es solo una entre muchas. En un mundo donde la información se ha convertido en una moneda de cambio, la lucha contra la infofrenia es una batalla constante. Pero no estamos solos en esta lucha. Cada vez más personas están tomando conciencia de los peligros de la sobrecarga informativa y buscando maneras de proteger su salud mental.

Las estadísticas hablan por sí solas. Según estudios recientes, más del 60% de los españoles admiten sentirse abrumados por la cantidad de información que reciben a diario. Estas cifras no solo son alarmantes, sino que subrayan la necesidad de un cambio. No podemos seguir ignorando los efectos de la infofrenia. Es hora de tomar acción, de promover un uso más consciente de la tecnología, y de poner nuestra salud mental en primer lugar.

Para Marta, el camino hacia la recuperación fue largo y lleno de desafíos. Pero lo más importante es que tomó la decisión de actuar. Y esa es la lección más valiosa que podemos aprender de su historia: la infofrenia puede ser una condición debilitante, pero no es invencible. Con las herramientas adecuadas y un enfoque consciente, todos podemos aprender a navegar el mar de información que nos rodea, sin dejar que nos consuma.

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