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Game of Thrones: Por un final Plebeyo

Un análisis materialista de GOT 

¿Necesitamos los intelectuales orgánicos analizar un fenómeno de masas como Game of Thrones (GOT)? Mi respuesta es afirmativa. Esta serie ocupa un lugar hegemónico en el mundo del entretenimiento moderno. La influencia de esta franquicia en jóvenes y adultos la convertirán con el pasar del tiempo en una serie de culto. Las cifras de producción revelan que hablamos de una máquina devoradora de recursos, materia prima y fuerza de trabajo (cada capítulo de la última temporada costó un promedio de 15 millones de dólares).  Todo esto sin hablar de los premios y galardones que ha recibido hasta la fecha (premios Emmy, BAFTA, Globo de Oro, etc). Su temporada final fue estrenada el pasado 14 de abril, su primer episodio (Winterfell) rompió record de audiencia con un total de 17 millones de espectadores solo en Estados unidos.

¿Pero por qué GOT despierta tanta fascinación en diversas capas de la sociedad, en especial la pequeña y mediana burguesía? Por qué la serie está plagada de ideología, política, sexo, violencia, historia, conspiraciones, sorpresas,  y otras cosas del mundo real.  Pero  cada una barnizadas con una gruesa capa de fantasía. Este barniz hace más tolerante para las mentes “tranquilas” el trago amargo que el capitalismo y  la sociedad de clases los obliga a beber.

Para Marx la idea es materia trasladada y traducida en el cerebro humano. En GOT encontramos bastas referencias de sucesos y personajes históricos extraídos de la realidad.  Nos enseñan a Calígula (Joffrey Lannister), Girolamo Savonarola (Gorrión Supremo) y a un Jesucristo Guerrero (Jonh Snow). La Conquista de los ándalos sobre los “primeros hombres” y los “antiguos dioses” no es otra cosa que una reedición fantástica de la invasión española en tierras americanas, la masacre de la población indígena y la imposición de la fe cristiana.

Ahora bien, de las cosas más atractivas que tiene la serie es la temática principal: La lucha encarnizada entre distintas casas por el “trono de hierro”, es decir el control del estado en Westeros (Nombre del territorio ficcional donde se desarrolla la historia).  El Dramaturgo Bertolt Brecht aseveraba que el peor de las analfabetas era el analfabeto político. Estos individuos, que no participan activamente en la vida pública, no se dan cuenta que en cierta medida, el precio de las medicinas, el pan y la ropa, así como la existencia de la pobreza, las acciones de guerra y el encubrimiento del funcionario corrupto dependen de decisiones políticas.  De esta manera la pasividad alentada tanto por el nihilista como por los moralistas “apolíticos” representan un arma muy eficaz para la clase dominante de nuestra sociedad.

La maltratada figura de Nicolás Maquiavelo, uno de los ideólogos del estado-nación italiano, nos enseña la naturaleza de la política sin adornos, ni palabrería sobrante. Got también nos muestra el rostro desnudo de la “realpolitik”. Antonio Gramsci iría mucho más allá al identificar al “príncipe moderno” con el partido revolucionario; una entidad colectiva de los trabajadores con la misión de unir la voluntad nacional, tomar el poder y  transformar la sociedad desde sus cimientos, creando en el desarrollo del proceso una nueva hegemonía. Aquí no solo el fin justifica los medios, sino el mismo fin debe estar claramente justificado. El problema entonces no es la política en sí misma, sino el carácter de clase de cada política en específico.

Para llevar a cabo una política conforme a nuestros intereses y al del conjunto de la sociedad es menester impulsar el desarrollo de las fuerzas productivas, eliminando obstáculos presentes en el camino. Esto nos llevará a incidir en la subjetividad de otros.  Tanto en los tiempos actuales como en los futuros el buen aprovechamiento del tiempo libre es fundamental para la elevación cultural y educativa de los seres humanos. A las personas les gusta divertirse, entretenerse, contemplar espectáculos, reírse hasta de sus propias desgracias. Todo esto es legítimo y propio de nuestra especie. Nada de esto puede ser reprochado, a fin de cuentas, el ocio es un requisito indispensable para el enriquecimiento cultural. Hoy las iglesias, el alcohol y otras formas de entretenimiento   predominan como las más demandas por las masas. No basta con criticar este hecho. En su lugar debemos proponer formas de entretenimiento superiores a la iglesia y al alcohol, con el valor agregado de educar a nuestra población. De allí que usemos al cine, las series y la producción audiovisual como una propaganda que entretenga y cultive el pensamiento al mismo tiempo. Que distraiga, pero a la vez nos mueva, que nos enseñe y transforme. De allí la importancia de estudiar, desmitificar y debatir sobre el contenido de los grandes fenómenos de masa del cine y la televisión, demostrando toda su ideología implícita.

El trono de hierro: El monopolio “legítimo” de la violencia

«¿Por qué siempre son los inocentes los que más sufren, cuando los grandes señores juegan a su juego de tronos?»– Varys a Eddard Stark

El mundo ideado por George R.R. Martin en Canción de hielo y fuego (En el presente trabajo sólo trataremos de la serie transmitida por HBO) consta de 4 continentes: Westeros, Essos, Shotoryos y Ulthos. La historia principal y las sub-tramas se desarrollan en los dos primeros continentes, por lo tanto, son los únicos territorios que merecen ser tratados. Por su parte Westeros, como se puede inferir de su propio nombre, es una representación del mundo occidental, con un enfoque más o menos eurocentrista. En sus 7 reinos prevalecen las bellas artes, grandes edificaciones y formas de gobierno más “refinadas”. La investigación científica se desarrolla en una Alejandría de tipo europea (The citadel). Mientras tanto Essos es “la barbaridad” de medio oriente  con sus salvajes, pugnas tribales y esclavistas.

Westeros está regida por una monarquía absoluta (al estilo del rey Luis XIV y su célebre frase “el princeps legibus solutus”) con centro en la ciudad de King’s Landing, el lugar del trono de hierro. Todos los reinos de Westeros, formados por diversas casas nobiliarias,  deben obediencia al ocupante de este trono.  Con la muerte del monarca Robert Baratheon (Llamado el usurpador por su aparente ilegitimidad de origen) se desata una feroz lucha entre las principales casas de Westeros por el control del poder. Las contradicciones terminan desembocando en “La guerra de los 5 reyes”. Los principales contendientes son dos antiguas familias rivales: los Stark y los Lannister.

Toda esta gente por supuesto tienen su propia narrativa ideológica de la cual van a servirse para justificar su derecho al trono. Sin embargo, en última instancia estas narrativas tienen un mismo marco jurídico en común: El derecho de sucesión por herencia. Este último elemento devela la naturaleza conservadora y nobiliaria de las corrientes en conflicto. No hay una guerra revolucionaria de oprimidos contra opresores que pueda justificar la violencia, sino una lucha fratricida entre reyezuelos por el control de Westeros. Esta guerra no le pertenece a Aylan Kurdi, y a los refugiados sirios, iraquíes o mexicanos, aunque finalmente sean ellos los que paguen las consecuencias.

¿El estado mistificado en la imagen del Trono de hierro tiene un carácter de clase? Evidentemente sí. Max Weber definía al estado como el monopolio “legítimo” de la violencia. Es decir es el aparato coercitivo conformado por hombres armados con la tarea de imponer la voluntad del soberano. ¿Pero qué significa esa legitimidad en una estructura económica donde predomina la relaciones señor-siervo, la propiedad privada de la tierra, los lazos de sangre, el derecho a gobernar por designios divinos y los derechos hereditarios?  No es más que la legitimidad de la opresión y explotación dentro de un modo de producción específico. La represión legítima de una clase (La aristocracia en la antigüedad, los nobles y el clero en el feudalismo, la burguesía industrial y financiera en el capitalismo) sobre otra (los esclavos en la antigüedad;  los campesinos y artesanos en el feudalismo, y el proletariado en la sociedad moderna).

Como señalan  Marx y Lenin el estado al tratarse de un órgano de represión no puede ser neutral. Aun cuando la moralidad y la religión dominante lo santifiquen con apariencia de imparcialidad y razón. La hegemonía ideológica encubre por medio de la educación oficial, la religión y los medios de comunicación el verdadero papel del estado: la conservación de las relaciones de propiedad y de producción de un régimen politico-economico determinado. Estas relaciones terminan definiendo los intereses contrapuestos de las clases sociales y por lo tanto lo inevitable del conflicto. Sobre estas bases se edifica toda la superestructura ideológica que justifica y sublima al sistema (El estado, iglesias, parlamentos, tribunales, academia, artes, medios de comunicación… o si lo prefieren en el lenguaje de los fanáticos de la serie; la Citadel, la religión de los 7 y sus septon, las casas, la guardia nocturna, ect).

“Ese Poder, nacido de la sociedad, pero que se pone por encima de ella y se divorcia de ella más y más, es el estado”  Federico Engels

Ya vemos porque es tan apetecible para los actores en pugna el control de King’s Landing. Solo el ocupante del trono de hierro (El estado), además de gozar de una posición de mayor autoridad y privilegios, podrá ejercer una violencia legal e irreprochable contra “los enemigos de la corona”. Todo levantamiento, sea de algún sector de la nobleza o del pueblo, será violentamente aplastado por las “fuerzas legítimas” del orden. La violencia que observamos tan gráficamente en la serie no es un producto de la naturaleza humana, de algún diabólico “gen” en la biología del ser humano.  Es el resultado inevitable de la violencia ejercida por el estado en una sociedad dividida en clases sociales y con intereses irreconciliables.  La usurpación de Robert Baratheon o las conspiraciones de Cercei Lannister solo son elementos que catalizan el conflicto. La semilla de esta violencia, que transcurre detrás de cada episodio, germina en las diferencias de clases, extrapoladas de nuestra realidad y llevadas a una historia de fantasía.

Bahía de esclavos: Revolución vs. Contrarrevolución

Marx escribiría:

“Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica se transforma, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella.

Cuando se estudian esas transformaciones hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo.

Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de transformación por su conciencia, sino que , por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua.” (4)

La lucha por el trono de hierro tiene un tercer actor de importancia: Daenerys Targaryen, la descendiente del “Rey loco” y otra supuesta legítima heredera al trono. Ella representa la restauración de la vieja dinastía derrocada por Robert Baratheon. Refugiada en los confines de Essos, sin poder ni influencia en Westeros comienza una campaña para recuperar el trono de hierro, armándose con un  ejército de eunucos, seguidores y armas de destrucción masiva (nada más, ni nada menos que 3 dragones). En su sed de notoriedad librará una lucha contra las ciudades esclavistas de Yunkai, Meereen y Astapor.  La clase propietaria de estas tierras, conocidos como los sabios amos, se rinden con apenas resistencia frente a la liberadora extranjera (¿Quién en su sano juicio puede oponerse a misiles nucleares interminables… o mejor dicho 3 dragones?)

Los esclavos por su parte son mostrados como elementos pasivos, totalmente resignados a su destino, como si no jugaran ninguna clase de papel ante la historia. La misma Daenerys, con la arrogancia que tanto la caracteriza, afirma en un momento de preocupación (al igual que los izquierdistas de cafetín), que “Los esclavos comienzan a amar sus cadenas”. Finalmente Daenerys, “La liberadora extranjera” infunde de valor a los esclavos y los convoca a combatir a sus opresores. Al parecer los oprimidos no tenían la autonomía necesaria para liberarse y luchar por su propia emancipación (Tal y como lo hizo en la antigua roma el tracio Espartaco). Volvemos a la estrecha concepción que  enaltece a “las grandes personalidades” como los elementos centrales del desarrollo histórico, olvidando o empequeñeciendo el papel de las masas populares como los únicos y verdaderos  sujetos para la transformación de la realidad social.

Daenerys, una vez victoriosa, decide establecer gobierno con el apoyo de un grupo de consejeros. Declara por ley que todos los hombres son libres, que el comercio de esclavos y la lucha a muerte están prohibidas. Todo eso sin llegar a sustituir el sistema anterior por uno diferente, lo que pasaba por la liquidación completa del poder de las antiguas clases dominantes.  Como suele suceder en la vida real con este tipo de titubeos, los amos de bahía de esclavos conspirarían para derrocar a la “madre de dragones”, escenario muy parecido a los intentos de restauración monárquica contra la revolución francesa, la invasión imperialista en la naciente república soviética o los complot contra el gobierno de la unidad popular de salvador allende.

Daenerys, más allá de uno u otro escarmiento, actúa esencialmente como toda una reformista; Aspirando a conciliar los intereses de clases promoviendo algunos cambios de forma. ¿Los resultados? los veremos en el desarrollo de mandato. El gobierno, más que un gobierno rompedor de cadenas como dice el título de la reina actúa como un gobierno bonapartista que maniobra entre las clases para mantener el equilibrio. No hay que esperar mucho tiempo para que sea armada la reacción interna con un grupo de saboteadores asesinos llamados “Los hijos de la Arpía”. Estos comienzan a matar selectivamente a seguidores de Daenerys y a la fuerza militar de inmaculados. Poco a poco, los sectores más a la izquierda que apoyan a Daenerys comienzan a radicalizarse y a pedir medias extremas contra los terroristas. ¿Pero ante esto que hace Daenerys la “liberadora de esclavos y bla, bla, bla? Ejecuta a uno de sus servidores por asesinar a un militante de los hijos de la arpía, lo que crea disgusto y resentimiento entre su propia base social,  Socavando su apoyo y contribuyendo con una futura restauración esclavista.

Daenerys, más allá de uno u otro escarmiento, actúa esencialmente como toda una reformista; Aspirando a conciliar los intereses de clases promoviendo algunos cambios de forma. ¿Los resultados? los veremos en el desarrollo de mandato. El gobierno, más que un gobierno rompedor de cadenas como dice el título de la reina actúa como un gobierno bonapartista que maniobra entre las clases para mantener el equilibrio. No hay que esperar mucho tiempo para que sea armada la reacción interna con un grupo de saboteadores asesinos llamados “Los hijos de la Arpía”. Estos comienzan a matar selectivamente a seguidores de Daenerys y a la fuerza militar de inmaculados. Poco a poco, los sectores más a la izquierda que apoyan a Daenerys comienzan a radicalizarse y a pedir medias extremas contra los terroristas. ¿Pero ante esto que hace Daenerys la “liberadora de esclavos y bla, bla, bla? Ejecuta a uno de sus servidores por asesinar a un militante de los hijos de la arpía, lo que crea disgusto y resentimiento entre su propia base social,  Socavando su apoyo y contribuyendo con una futura restauración esclavista.

Las cosas llegan al extremo de una intentona “genocida contra Daenerys” y una invasión militar abierta de los antiguos amos. Todo esto sucede luego de unas negociaciones abiertas por Tyrion Lannister. El “diablillo Lannister”, cediendo ante las presiones de los esclavistas, realiza ciertas concesiones que envalentonan a los amos. En plena batalla el líder de los inmaculados (Gusano Gris), quien venía advirtiendo del peligro explícito de dichas negociaciones, reprende a Tiryon diciéndole “este es el resultado de tus negociaciones”. Esto no podía ser de otra forma y su explicación es muy oportuna para nuestra realidad.

El régimen esclavista es un modelo de producción esencialmente de valores de uso. Su expresión más desarrollada la encontramos en la antigua Roma. Los dueños de esclavos, quienes conforman a la clase dominante se componen de terratenientes, dueños de talleres, comerciantes y usureros. Por su parte la clase que representaba la fuerza productiva de la sociedad eran los esclavos. La monstruosa explotación económica contra estos los alienaba por completo. Mientras que el siervo de la gleba y el proletariado moderno gozan de una libertad restringida, a los esclavos no le pertenecía ni su propia vida, era la forma de alienación más extrema. Dado a esto la productividad de los esclavos era baja y tendente a dañar los medios de producción.

En el momento que se empieza descomponer el régimen esclavista la lucha de clases alcanza su nivel más álgido. Los esclavos (Sin esperar libertadores extranjeros en muchos casos) comenzaron a unir fuera con los campesinos arruinados, quienes a su vez luchaban contra los terratenientes. Para superar este impasse histórico tendrían que operarse cambios importantes en las relaciones de propiedad y de producción, Lo que suponía una pérdida de poder y privilegios para los esclavistas.

Si esos cambios no se efectúan cuando las condiciones objetivas están dadas se abrirá una espiral de crisis, revoluciones y guerras. Esta lección es muy significativa en nuestro tiempo. Luego del derrumbe del estalinismo en europa del este y en la rusia soviética, toda clase de líderes socialdemócratas y reformistas han encabezado movimientos populares. En no pocos casos gozaron de importantes oportunidades para erradicar al capitalismo, pero han actuado como Daenerys Targaryen: Sin fe en el pueblo, negociando con el enemigo y sin realizar cambios significativos en las  relaciones de producción. Esto terminó en la regeneración de a los “antiguos amos”  y en su vuelta al poder. Este el caso de América Latina y el retroceso de los gobiernos progresistas. Una revolución es radical y se dirige hasta sus últimas consecuencias o es aplastada por la contrarrevolución. 

El papel de la religión.

La religión y el poder siempre han estado íntimamente ligados. Desde Egipto hasta la roma imperial la clase dominante se ha servido de la fe para fundamentar su poder y ejercer un control más efectivo sobre las masas oprimidas. La religión es un fenómeno socialmente condicionado y por lo tanto transitorio, el cual ha tomado muchas formas desde su aparición temprana en la  comunidad primitiva.  Hasta hoy ha perdurado como un medio de consuelo y amparo ante la miseria y la violencia de la sociedad capitalista. El hombre desconocedor de las fuerzas sociales y naturales que gobiernan su vida, se encuentra en la necesidad emocional de otorgarle características  no terrenales a dichas fuerzas.  En juego de tronos esto no es la excepción.

La religión dominante en Westeros es la fe de los 7. Se trata de un culto  politeísta que recuerda a los dioses de la época romana o griega. Como la religión es un reflejo divinizado de las fuerzas terrenales, esta división de dioses representa, como los cultos paganos, la división del trabajo en la sociedad estamentaria de Westeros, con jerarquías y funciones específicas. Lo mismo sucedía en la antigüedad clásica. En el norte todavía prevalece la  fe de “los primeros hombres”, el culto dirigido a “los dioses antiguos”. Esta última religión tiene mucho en común con el fetichismo, el animismo y el totemismo de las comunidades primitivas antecedentes al régimen esclavista de producción. En estos primeros cultos los hombres sin libros sagrados, jerarquías eclesiásticas o ritos generalizados, tallaban una imagen de madera y se rendían ante ella esperando sus buenos favores.

En la serie existe una tercera religión en Ascenso: la del señor de la luz. Las masas empobrecidas han perdido su fe en los antiguos dioses y en la jerarquía clerical corrupta (los Septon) generándose el asidero perfecto para el surgimiento de una nueva fe. Esta nueva creencia  no es nada más ni nada menos que el cristianismo. Nuestros principales protagonistas, los chicos buenos según la visión maniqueísta de las cosas, no son otra cosa que la cristiandad en ascenso. De hecho la asociación es hasta un tanto descarada; los símbolos utilizados para representar esta deidad es el mismo corazón llameante empleado para el sagrado corazón de Jesús. Para este culto la vida es una constante lucha entre el bien y el mal, la cual acabará cuando “Azor Ahai” (la misma figura mesiánica de Jesús ) llegue a reinar entre los hombres vivos. Al igual que el cristianismo en los primeros siglos del imperio romano, los seguidores del señor de la luz es una secta minoritaria en Westeros.

Otro elemento que refuerza la idea cristiana es el tema de la “predestinación”, la concepción esencialmente calvinista que cree que todas “las criaturas del señor” tiene un destino preconcebido por dios. Esta ideología podemos verlas en la resurrección deJonh Snow y Beric Dondarrion, quienes vuelven a la vida con el argumento de que  el señor de la luz les había asignado una misión en esta vida. De igual manera la vemos en las profecías de  Melisandre sobre el papel  que jugará Arya Stark al final de la serie. La ideología de la predestinación es  reaccionaria al sustituir la voluntad de los hombres por la voluntad divina de dios, la cual termina anulando el pensamiento y la capacidad transformadora de los seres humano. La guerra entre los vivos y los muertos.

La muerte tiene muchos rostros

La luz y la oscuridad, el día y la noche, la vida y la muerte son conceptos relacionados de forma dialéctica. No se puede entender el uno sin el otro. Gracias a la tensión provocada por ambos elementos surgen el movimiento y las transformaciones. Por suerte la naturaleza, la sociedad y la historia de la humanidad están repletas de esas contradicciones. Una de las tramas principales de Got,  la lucha de las principales familias por el control de Westeros, se ve empequeñecida por una amenaza mucho mayor: La marcha de “los caminantes blancos”, un ejército de muertos vivientes dispuesto a devastar al mundo de los hombres. Como podemos apreciar se trata de una amenaza absoluta.

Cualquiera con un poco de sensibilidad puede considerar esta marcha de cadáveres como pura poesía. Mientras que los ejércitos de las familias poderosas se despedazan entre sí, los caminantes blancos tienen la capacidad de levantar del suelo a los caídos y aplicar justicia  contra los monarcas. Cualquier activista de Greenpeace puede asociar a los “caminantes blancos” con el cambio climático y advertir del destino que puede sufrir la humanidad si los gobiernos continúan con sus irresponsabilidades bélicas y antiecológicas. Sin embargo, creo necesario darle otro sentido muy diferente a estos apocalípticos enemigos, como me propongo a demostrar.

En los últimos capítulos de la séptima temporada las casas en conflicto están en la obligación de convocar una reunión de emergencia para tratar un armisticio. El encuentro, muy parecido a las cumbres del “G7”, no transcurre sin las típicas demostraciones de poder y  hostilidades entre las reinas que disputan el poder, demostrando lo frágil que puede ser cualquier acuerdo. Según palabras de Jonh Snow el cese de las hostilidades es ineludible puesto que el futuro de todas su familias y el de la humanidad será el futuro de los caminantes blancos. Entre ofensas nacionalistas y exigencias de lealtades, se logra un supuesto acuerdo, que poco después es destruido por Cercei Lannister, al mejor estilo de Donald Trump. Aquí un buen ejemplo para demostrar las razones que determina la  incapacidad de las clases dominantes frente a los verdaderos problemas que amenazan a todo la  humanidad.

Ahora bien, podemos sacar otra conclusión más provocadora aún. En la vida real solo hay una razón de peso para que los conflictos internos de la clase dominante puedan ser postergados por una amenaza mayor: La revolución. Cuando los esclavos, los siervos o el proletariado moderno toma conciencia de su fuerza y comienza a movilizarse, la clase dominante se ve en la obligación de unirse o perderlo todo.  En 1918 los imperialistas occidentales tuvieron que deponer sus diferencias para  apoyar    al ejército blanco contra la revolución bolchevique, el mundo capitalista no podía ignorar el peligro que representaba la Rusia soviética. En estos momentos el coro de lamentos y profecías apocalípticas  se ponen de moda para justificar cualquier clase de atrocidad.

El ejército de los caminantes blancos está compuesto por plebeyos, salvajes, marginados  de  “más allá de la muralla”. Nunca han tenido nada, su vida solo ha sido frío, miseria y muerte. Los caminantes blancos son satanizados,  son  demonios, seres perversos, malignos que lo único que persiguen es el mal para todos. Sin embargo durante todas las temporadas no pronunciaron ni una palabra. Hasta su  líder fue asesinado sin expresar sus motivaciones. Tampoco conocemos sus consignas, su programa de gobierno o sus ideas. ¿Cómo podemos estar tan seguros que realmente eran los malos de la historia? Los vencedores escriben la historia a su modo y según sus intereses. Luego nos adoctrinan en la escuela, la iglesia y por supuesto con su arsenal mediático sobre lo bueno, lo malo y hasta la indiferente.

Por un final Plebeyo: La destrucción del trono de hierro y la construcción de la nueva hegemonía

¿Luego de 8 temporadas de violencia permanente, culebreos personales y desgracias colectivas cual es el final esperado por alguien con un mínimo sentido de progreso? Los más perversos esperaban el triunfo de Cercei, lo más incestuosos un matrimonio entre los herederos Targaryen y los más inocentes que sea Jon Snow el gran triunfador. Sin embargo cualquiera de estas opciones terminan siendo conservadoras y promonárquicas; lo que demuestra la profunda alienación de numerosos espectadores.

El mejor final que podemos esperar en GOT es la destrucción del trono de hierro, es decir del estado (Con lo hecho por la reina loca en el capítulo 5×8 parece que vamos en esa dirección pero con otro matiz  muy diferente al que nosotros consideramos). No creo en una destrucción del  trono de hierro tipo anarquista, más bien dicho trono, debe ser sustituido por los órganos de gobierno de los plebeyos (En otras palabras su propio estado), quienes sin amo, ni explotadores podrán conducir su destino hacia donde les plazca. Si esta revolución se efectuara en la serie hará falta una novena temporada que nos muestre nuevos protagonistas y más importante aún como los de abajo organizarán su propio poder sin el tutelaje de “los clásicos héroes”.

Sin trono de hierro no hay coerción, sin coerción no hay violencia, disponiendo cada hombre y mujer de su propia vida. Los únicos que pueden cuidar los intereses de los pobres, libertos,  salvajes, campesinos, son ellos mismos, eso lamentablemente no lo entendía mi personaje preferido; el cortesano Varys, quien velaba por el interés del pueblo.  Hay que derribar los muros y bloquear la violencia de los ricos contra los poderosos. Ni rey, ni señores, ni clero.

Hay que educar a los de “abajo”, más estrictamente a la clase trabajadora, convertirnos en su elemento consciente, enseñarles que ellos pueden vencer. Sus manos mueven al mundo moderno, si lo disponen pueden crear una realidad muy distinta a la que sufrimos día a día. Es para nada probable que sea la finalidad de HBO. Pero la ocasión se nos muestra como una oportunidad para desmitificar ideologías y velar por los verdaderos intereses de la clase trabajadora. Esta clase debe armarse de un partido, un programa y una estrategia que la conduzca a la toma definitiva del poder;  la revolución contra aquellos que en su juego de tronos envían al pueblo a la carnicería de la historia. Salvo el poder, todo es ilusión.

J

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