Este lunes 19 de marzo falleció Sudán, el último rinoceronte blanco del norte macho, a sus 45 años (equivalentes a 90 años en edad humana), por complicaciones en su salud relacionadas con la vejez.
Sudán vivía en la reserva natural Ol Pejeta en Kenya. Sus músculos y huesos se degeneraron, su piel presentaba grandes heridas que le originaron una gran infección en la pata trasera derecha, que le imposibilitaba ponerse de pie. Por lo que, los veterinarios encargados de su cuido decidieron sacrificarlo.
Era el único macho de la especie y se encontraba en cautiverio con dos hembras. Los tres rinocerontes formaban parte de un proyecto que pretendía evitar la extinción de esta subespecie que ha sido víctima de la caza ilegal durante décadas.
El conflicto bélico en su zona de origen y la destrucción de su hábitat aunado a la cacería de la especia por los poderes curativos atribuidos al marfil de su cuerno; diezmaron a la población. Desde la década de los 60 se había prohibido la caza y comercio de los cuernos de rinocerontes con el fin de preservar a la especie. Sin embargo, los esfuerzos no fueron suficientes para evitar esta desaparición.
El rinoceronte blanco es considerado el segundo animal terrestre más grande y tercero más pesado. En el ciclo de la vida no tenía un depredador que justificara su pérdida, pero el acoso y egoísmo del hombre marcaron su desaparición.
La reserva donde vivía Sudán seguirá haciendo esfuerzos por salvar la especie con técnicas de fertilización gracias al almacenamiento de esperma extraído antes de su muerte, junto a los óvulos de las dos hembras vivas.
En el año 2015, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas aprobó una resolución en contra del comercio ilegal y caza de especies en peligro de extinción. Por lo que instaba a los Gobiernos miembros tomar medidas eficaces para prevenir y combatir estas actividades ilícitas.
GB