Los tiroteos en Estados Unidos ponen en evidencia una crisis mucho más profunda que la violencia o el control de armas, y podría tener su raíz en el modelo patriarcal típico de la sociedad estadounidense que hace de los hombres un auténtico «macho vernáculo».
Esta realidad podría estar afectando a los niños y creando unos niveles de furia y frustración que imposibilita u desarrollo psicológico normal en un número de hombres en EE.UU.
A la luz del los últimos tiroteos producidos en la nación norteamericana, una constante se repite en cada suceso: el autor de todos los crímenes es hombre, la mayoría menores de 20 años con antecedentes de violencia de género.
Al respecto, el comediante y actor Michael Ian Black, escribió un artículo en el diario The New York Times en el que reflexiona sobre la masculinidad en EE.UU. y la dificultad que enfrentan los hombres en la expresividad total de su género.
«La semana pasada, 17 personas, la mayoría adolescentes, fueron asesinados en un tiroteo en una escuela de Florida. La preparatoria Marjory Stoneman Douglas ahora se une a la categoría de Sandy Hook, Virginia Tech, Columbine y otros muchos sitios de una masacre estadounidense. ¿Qué tienen estos tiroteos en común? Armas, desde luego; pero también a los chicos. Las chicas no están jalando el gatillo; son varones. Casi siempre», expresó Black.
El autor pone de manifiesto la ventaja que tienen las mujeres en términos de manejar mejor su expresividad y en estar «mejor equipadas» para superar los obstáculos de la sociedad debido a que en los últimos cincuenta años el significado de ser mujer se ha venido redefiniendo en Estados Unidos.
«A las niñas de hoy les dicen que pueden hacer cualquier cosa, ser cualquier persona. Han absorbido el mensaje: están mostrando un mejor rendimiento que los niños en la escuela en todos los niveles, pero no solo se trata del desempeño. Ser niña actualmente significa ser la beneficiaria de décadas de conversación acerca de las complejidades de la feminidad, sus muchas formas y expresiones», indica Black.
Esta realidad contrasta para los niños, quienes han quedado atrás por la ausencia de un movimiento en el mundo que les permita definir la expresividad total de su género masculino.
Los hombres están sometidos y «sofocados» por un modelo «obsoleto de masculinidad» que mide su hombría e proporción a la fuerza, invulnerabilidad, donde la virilidad se trata de tener poder sobre los demás.
«Están atrapados y ni siquiera tienen las palabras para hablar de lo que sienten cuando lo están, porque el lenguaje que existe para discutir toda la gama de las emociones humanas aún se considera delicado y femenino», asegura Black.
Existe entre los hombres una confusión y conflicto respecto a su naturaleza, «tenemos un modelo de masculinidad que permita sentir miedo o dolor o ternura o la tristeza cotidiana que a veces nos sobrepasa a todos».
El autor describe la sensación de pérdida que siente el varón respecto a la naturaleza de su género, porque aunque desea conservar su identidad masculina, solo tiene dos opciones: aislarse o sentir furia
«Hemos visto el potencial que el aislamiento y la furia tienen y lo que pueden provocar. Los tiroteos en las escuelas solo son las tragedias más públicas. Otros, en una escala menor, tienen lugar en todo el país a diario; otro rasgo común entre los tiradores es un historial de abuso contra las mujeres» señaló.
Por último, el autor plantea la necesidad que tiene el género masculino de expandir el significado de ser hombre sin perder la masculinidad, de adentrarse a la complejidad del género, tomando como inspiración la lucha del feminismo en el mundo para comprenderse a si mismos desde su naturaleza.
Puede leer el artículo completo aquí
Con información de The New York Times