La crisis económica que ya deja el nuevo coronavirus Covid-19 en el mundo, y que ya ha puesto de rodillas a varios países de los llamados «desarrollados», amenaza con ser implacable para las débiles economía africanas, muchas de las cuales viven del comercio informal y la sobre explotación de recursos naturales y especies exóticas.
Además, África, es el continente más abandonado del mundo. Con excepción de tres países, el resto de las naciones africanas viven en pobreza o pobreza extrema, diluidas en guerras intestinas, franqueadas por organizaciones terroristas creadas por Estados Unidos y sus aliados o plagadas por enfermedades mortales y altamente contagiosas como el cólera y el sida.
Muchas de las economías africanas se basan en el comercio informal, es decir, la venta de productos en las calles que van desde prendas de vestir, hasta alimentos y frutos secos que representan el sustento diario de millones de familias.
África, también es el segundo continente más poblado del mundo, con 1.200 millones de personas, muchas de las cuales dependen de ayuda internacional y organizaciones caritativas para sobrevivir, pese a las inmensas riquezas naturales que subyacen en su suelo, en manos de grandes transnacionales o víctimas de invasiones de potencias mundiales que han fracturado a países como Libia, sumidos en la violencia y desestabilzación.
Y la llegada del virus SARS COV-2 vino a trastocar aún más a este frágil continente, que pese a no tener números tan escalofriantes como EE.UU. o Europa, ya tiene más de 80.000 casos positivos y los muertos superan los 2.700.
Según una estimación del Fondo Monetario Internacional (FMI) para principios de año, África tenía una perspectiva de crecimiento económico del 3.5% en 2020-
«En África subsahariana se prevé que el crecimiento aumente a 3,5% en 2020–21 (de 3,3% en 2019). Esta proyección es 0,1 puntos porcentuales más baja que la anunciada para 2020 en el informe WEO de octubre y 0,2 puntos porcentuales más débil que la de 2021. Las causas son las revisiones a la baja para Sudáfrica (donde limitaciones estructurales y el deterioro de las finanzas públicas están reprimiendo la confianza de las empresas y la inversión privada) y para Etiopía (donde se prevé que la consolidación del sector público, necesaria para contener las vulnerabilidades relacionadas con la deuda, socavará el crecimiento)», proyectó en enero de este año el FMI.
Pero pronto el Fondo cambiaría de parecer y África caería en la incertidumbre, al igual que todo el globo, tras el paso de la Covid-19.
En abril de este año, el FMI actualizó su informe y redujo a la mitad las perspectivas de crecimiento de África subsahariana debido a «se proyecta una tasa de crecimiento en África subsahariana en 2020 del –1,6%, un mínimo histórico».
«África subsahariana enfrenta una crisis sanitaria y económica sin precedentes. Una crisis que amenaza con entorpecer el camino que ha recorrido hasta ahora la región, revirtiendo los avances logrados en los últimos años en materia de desarrollo. Además, al provocar graves pérdidas humanas, cambiar drásticamente los medios de vida y dañar los balances de las empresas y los gobiernos, esta crisis podría frenar las perspectivas de crecimiento de la región en los próximos años. Ningún país se librará de sus efectos», vaticinó el FMI.
¿Más hambre?
África es el continente más abandonado de la tierra. En enero de 2020, se calculaban en 45 millones los hambrientos de la región, considerada la cuna del ser humano moderno.
La hambruna generalizada en África se debe, además de los conflictos bélicos introducidos por Estados Unidos, Europa y los Emiratos Árabes Unidos, por diversas catástrofes ambientales como inundaciones, sequías, y los desplazamientos forzosos por la violencia tribal o religiosa.
Lola Castro, directora para el sur de África del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), alertó a principios de año que la cifra de hambrientos en África, sobre todo mujeres y niños, había alcanzado cifras históricas, y podía empeorar con la llegada de ciclones, todo esto sin contar en ese instante con que la Covid-19 se transformaría en pandemia mundial.
«Esta crisis de hambre llegó a un nivel que nunca habíamos visto y las evidencias muestran que va a empeorar (…) La temporada anual de ciclones comenzó y no podemos permitirnos que se repita la devastación causada por las tormentas sin precedentes del año pasado «, advirtió en ese momento Castro.
Según la ONU, los países que estaban en riesgo de padecer mayores hambrunas eran: Zimbabue, Zambia, Mozambique, Madagascar, Namibia, Lesoto, Esuatini y Malaui.
Pero ahora, el coronavirus parece haber cambiado las reglas del juego, porque los países más afectados por el virus son los del norte de África, como Egipto, Argelia y Marruecos, en África occidental Nigeria y por el sur la excolonia inglesa Sudáfrica.
Sin embargo, las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) llevan los contagios por Covid-19 en África hasta el 2021, aunque hacen la salvedad de que habrán menos casos graves que en Europa y EE.UU.
«Casi un cuarto de billón de personas en 47 países africanos (250 millones) contraerán coronavirus durante el próximo año, pero habrá menos casos graves y menos muertes que en los Estados Unidos y Europa», reseñó el diario español El País.
El Covid-19 puede aumentar el hambre
Pero más allá de los contagios y la capacidad de respuesta de los sistemas sanitarios africanos, algunos expertos en el área aseguran que lo que pasará más factura al continente madre será la crisis económica que se derivará de la detención de la actividad económica africana, y que amenaza con empeorar la ya delicada balanza humanitaria.
Jean Senahoun, líder del programa de Resiliencia de la oficina africana de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés), calcula que la crisis económica por las medidas de aislamiento social para contener a la pandemia dejará casi sin recursos a por lo menos seis millones de personas en África occidental.
“Si no se da una respuesta, el número de personas con necesidad de asistencia alimentaria crecerá por encima de los 17 millones durante la próxima estación de escasez, entre junio y agosto del 2020, una cifra muy superior a los 11,1 millones del mismo periodo del año pasado”, enfatizó.
Senahoun explicó que el coronavirus solo empeorará el escenario regional, con cifras que ya se venían manejando como los 63,3 millones de personas (33 millones en el este, 16,5 millones en la región central y 13,8 en el sur) que necesitaban asistencia alimentaria antes del coronavirus.
“La Covid-19 hará aumentar todavía más estas cifras, probablemente con un aumento enorme de las necesidades humanitarias como consecuencia tanto de la pandemia como de los esfuerzos de contención”, manifestó.
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