Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), cada día la Tierra pierde 150 especies de animales y plantas, en lo que representa la mayor extinción masiva desde la desaparición de los dinosaurios.
Ahmed Djoghlaf, secretario ejecutivo de la Convención para la Diversidad Biológica de la ONU, vinculó dicho fenómeno con el del cambio climático, asegurando que se trata de una relación evidente. Son “dos caras de la misma moneda”, agregó.
Pero, como añadió Djoghlaf, si las cifras se llevan a otra escala, resulta más preocupante: son entre 18 mil y 55 mil las especies que desaparecen anualmente, según cálculos que citó el especialista con ocasión de la celebración del Día Internacional de la Biodiversidad.
Para el final del presente siglo, auguró una lucha de especies y ecosistemas por adaptarse al inminente incremento en las temperaturas del planeta, así como al aumento de las lluvias, algo que ya se nota en el Ártico, donde ya se encuentran en grave amenaza los osos polares.
El representante de la ONU reconoce la paradoja más terrible de esta realidad: los efectos más devastadores del cambio climático serán padecidos por los países más pobres, los que a la vez son menos responsables por los daños a ecosistemas en el mundo.
La constante emisión de gases, la explotación de recursos naturales y su consecuente afectación a ecosistemas, sin los cuales el sistema de producción y de depredación del capitalismo no tendría sustento, causa estos flagelos diarios.
Y, a pesar de las constantes alertas científicas al respecto, la voracidad de consumo que sostiene el mundo globalizado, no hace más que incrementarse. Líderes mundiales como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, niegan incluso la veracidad del cambio climático como fenómeno a considerarse. ¿Habrá futuro con esta perspectiva de crecimiento desmedido?
JI
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