Ecuador pasó de ser uno de los países emergentes, modelo durante más de una década, a ser el segundo de Suramérica con más contagios de Covid-19 en cuanto a su número de habitantes se refiere. A nivel mundial se ubica en el 27 del ranking, de acuerdo a datos del estadounidense Instituto Johns Hopkins.
Con 11.183 contagios y 560 muertes reportadas por el Ministerio de Salud, Ecuador, un país con poco más de 17 millones de habitantes, tiene aproximadamente un infectado por cada 1526 personas, una de las cifras más altas del mundo.
Las causas de este desastre humano, según han denunciado médicos ecuatorianos, es el colapso total de su sistema de salud, que hasta la salida en 2017 del expresidente Rafael Correa remontaba los 13.500 millones de dólares de inversión sólo en ese sector.
Pero en 2019, y luego de que el delfín de Correa, Lenín Moreno, virara totalmente el rumbo político del país y pactara un préstamo de «rescate» con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por más de 5.ooo millones de dólares, la realidad golpeó al sistema sanitario ecuatoriano.
Moreno decidió poner fin al convenio de cooperación médica con Cuba, y expulsó de su territorio a unos 382 médicos de ese país, al mismo tiempo que iniciaba una ola de despidos masivos de profesionales de la salud ecuatorianos, para dar cumplimiento a las exigencias de recorte presupuestario del FMI.
En octubre pasado, Ecuador finalizaba la misión cubana en su territorio, acusando a estos médicos de supuestamente participar en las protestas en su contra lideradas por el movimiento indígena y ciudadanos locales, en contra de las medidas de corte neoliberal anunciadas por Carondelet para complacer al Fondo.
Los médicos cubanos ejercían labores en centros públicos en 23 de las 24 provincias de Ecuador. «Somos conscientes de que el cese de los acuerdos con la misión médica de Cuba tendrá una repercusión negativa en los servicios de salud del pueblo ecuatoriano, pero lamentablemente (Lenín) Moreno, parece no preocuparse por esto», aseguró en su momento el oftalmólogo cubano Nivardo Rodríguez.
Sumado a ello, desde Quito, y ya en plena pandemia mundial por el Coronavirus, en marzo pasado, cuando se celebraban los Carnavales, se ordenó el primer gran reajuste de la partida presupuestaria en el sector salud en más de una década, y los médicos y personal sanitario locales, que se supone debían reemplazar al cuerpo médico de Cuba, comenzaron a ser despedidos en masa.
Una información publicada por el diario ecuatoriano Metro, reportaba que aproximadamente 2.500 trabajadores públicos de Salud habían sido notificados durante el feriado sobre su despido.
En una rueda de prensa, Joaquín Chaluisa, dirigente de la Organización Sindical Nacional de los Trabajadores del Ministerio de Salud (Osuntramsa), denunció despidos de profesionales, administrativos y operativos del sector Salud.
«A las 17:00 del viernes 1 de marzo recibimos la notificación. Son 9 zonas y un promedio de 10 distritos. Sin embargo, en conversación con algunos funcionarios (los despidos) son entre 2.500 y 3.000 trabajadores que han ejercido sus funciones», dijo Chaluisa.
Luego de los despidos, los trabajadores salieron a la calle a reclamar sus derechos. Se habría alcanzado un «acuerdo» de reenganche, pero no fue respetado, y la protesta social fue reprimida y silenciada.
“No se respetan los derechos a la protesta, al trabajo, a una vida digna y se encierra a trabajadores”, enfatizó Chaluisa el 8 de abril pasado a la prensa local.
Mientras todo esto sucedía, desde Quito se aseguraba que las imágenes que daban la vuelta al mundo, y que mostraban cadáveres en las calles, ataúdes abandonados por la policía en plena calle o la putrefacción de cuerpos envueltos en sábanas en sus casas durante hasta cinco días, eran fakes news alimentadas por sectores políticos aliados de Rafael Correa.
Lenín Moreno cobra y se da el vuelto
Aunque parezca increíble, y mientras todos los gobiernos del mundo, incluyendo los de corte más neoliberal o las grandes potencias extranjeras anunciaban el cese de todo pago de compromisos financiaeros, en Ecuador sucedió exactamente lo contrario.
En plena crisis por el Covid-19, con el sistema de salud colapsado, ataúdes apilados en las salidas de emergencia, personas desfalleciendo en las calles por insuficiencias respiratorias, Lenín Moreno, anunciaba 324 millones de dólares para el pago de la deuda externa.
En una rueda de prensa virtual, el pasado 24 de marzo, el ministro de Economía y Finanzas, Richard Martínez, informó la cancelación del monto, para tener acceso al financiamiento ofrecido por el FMI por $ 2.000 millones.
“Si el Ecuador tiene que afrontar una crisis de esta magnitud sin acceso a fuentes de financiamiento internacional esto será prácticamente imposible”, dijo Martínez.
De los $ 2.000 millones, $ 500 millones corresponderán al Fondo Monetario Internacional (FMI) y $ 500 millones adicionales al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Banco Mundial y el Banco de Desarrollo de América Latina-CAF. A eso se suma $ 1.000 millones de deuda bilateral con China.
Ese mismo día, y después de haber negado y culpado a otros por la crisis humana por el Coronavirus, Lenín Moreno, explicaba que tendrían que desviar 250 millones de estos préstamos, que tenían pensados para un proyecto eléctrico con Perú, a la atención de la emergencia.
«Como país damos confianza, generamos confianza, generamos credibilidad», aseguró el mandatario e irónicamente calificaba de irresponsables a las mil personas que habían sido detenidas por violar el toque de queda decretado para contener la propagación del peligroso virus.
«Qué irresponsabilidad, qué indolencia para nuestro pueblo y para sus propias familias», sostuvo.
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