Jair Bolsonaro, candidato presidencial de la ultraderecha brasileña, se posicionó contra el activismo ambiental y comenzó a sembrar el miedo entre los habitantes indígenas de las reservas protegidas, en un momento en el que los asesinatos de defensores del ecosistema se han multiplicado en Brasil, resaltan medios.
Se trata de tiempos especialmente convulsos en la selva amazónica y, a decir de Almir Suruí, habitante de 44 años de Siete de Septiembre, una reserva indígena protegida, hay mucho temor.
“Tenemos miedo”, dice especialmente cuando se le menciona al candidato Bolsonaro.

Durante la campaña, el ultraderechista proclamó reiteradamente que acabará con “el activismo ambiental” y con la “industria de demarcación de tierras indígenas”, palabras que resultan desoladoras en un país que dejó de registrar oficialmente las tierras de los pueblos originarios hace unos pocos años.
“Sus palabras de odio pueden representar un retroceso para nosotros”, sentencia el brasileño originario.
Hay una batalla contra el interés de Brasil
En los Estados de Rondônia (noroeste) y Mato Grosso (centro-oeste) hay una batalla campal entre los intereses indígenas y medioambientales y los del sector agrario-ganadero, en el que los habitantes originarios perciben señales de retroceso para preservar su territorio, cada vez más rodeado por invasores.
De hecho, en la zona de Siete de Septiembre creció la deforestación ilegal en los últimos tres años, hasta 77% de la reserva, según el Instituto de Conservación y Desarrollo Sostenible de la Amazonía. Además, registran invasiones y actividades ligadas a la búsqueda de oro y diamantes.
Ahora, sin dinero para fiscalizar y castigar, el futuro para la Amazonía se percibe muy oscuro. No se aplican las leyes que consideran delito la tala en tierras protegidas y se cree que la extracción de madera aumentará drásticamente, porque quien es atrapado recibe apoyo político.
Al ganar en la primera vuelta, Bolsonaro dejó claras sus intenciones: “Vamos a acabar con la industria de multas del Ibama”. Prometió fusionar los ministerios de Medio Ambiente y Agricultura y ahora dice que está abierto a negociar.
En los últimos 30 años, la deforestación en la Amazonía sumó un área equivalente a la de Suecia. Solo entre agosto de 2017 y el mismo mes de este año, la tala aumentó en 40%, impulsada por invasiones, caza, pesca y la toma de tierras públicas.
FF