El impacto que ha causado el coronavirus durante el primer trimestre de 2020 ha llevado al límite a diversos países, así como a organizaciones internacionales cuyas capacidades de respuesta se han visto superadas.
El covid-19, como también se le denomina, ha representado un verdadero desafío para los sistemas de salud mundiales, principalmente porque no existe una vacuna que lo contrarreste, pero también por la ferocidad del contagio, lo que ha puesto a prueba la medicina de China, Italia, España, EE.UU. o Gran Bretaña, y sólo ha conseguido demostrar que todos han estado lejos de ser tan eficaces como se les suponía.

Señaló esta semana el columnista español Alfredo Serrano Mancilla que Europa volvió a perder una oportunidad “para mostrar al mundo que está a la vanguardia en temas importantes”.
De hecho, frente al coronavirus no pudo ser efectiva. Su Estado de Bienestar, esgrimió desde la web de RT, “resultó mucho más débil de lo que presumía”, mientras que su “soberbia eurocéntrica le hizo infravalorar todo lo que venía del Lejano Oriente”.
Además, afirmó que la Unión Europea, como organismo, mostró “su incapacidad para coordinar y armonizar acciones frente a esta pandemia” y dejo claro que no es más que “un mercado único económico y monetario (…) muy lejos de ser un proyecto social común”.
Ni hablar de los casos individuales de España o EE.UU. cuyas respuestas tardías, las de sus gobiernos específicamente, han hecho de Madrid y de Nueva York los mayores enclaves del letal brote.
No sólo los países se han visto sobrepasados
Y, a pesar de la experiencia en manejo de riesgo sanitario, hasta la Cruz Roja internacional se ha manifestado sobrepasada, a juzgar por lo que dijo su jefa de Salud, la doctora colombiana Esperanza Martínez, quien resaltó que, en término de número de países afectados, el covid-19 resulta “una de las mayores crisis enfrentadas por nuestra organización. Para nosotros se añade el desafío de que las restricciones para controlar el virus tienen un impacto en nuestro personal, incluido el humanitario”.

No obstante, realizó un aporte a una agencia de noticias internacional que deja la ventana abierta a un nuevo amanecer mundial.
Martínez cree que la pandemia está generando “un despertar, pues estamos viendo cómo la humanidad está conectada, cómo lo que sucede en una parte del mundo afecta a la otra, por lo que espero que al salir del escollo haya mayor solidaridad internacional frente a las ideas de aislarnos y poner barreras”.
La dinámica transmutó
Y cabe resaltar que ha dicho, muy puntualmente, que el coronavirus ha cambiado la dinámica de trabajo con los países que se consideran del primer mundo, porque éstos, que solían considerarse donantes, los que ayudaban a los que solían estar en problemas, “están sufriendo más que los que habitualmente reciben las donaciones”.
Por primera vez en muchos años, en zonas como España e Italia, entre otros países de la Unión Europea, “estamos ofreciendo nuestro conocimiento en materia de situaciones de emergencia”, enfatizó.
Los albores de la nueva solidaridad
Algo está ocurriendo a la par de la alta propagación del brote viral. No ha hecho falta salir de la circunstancia de la emergencia para empezar a apreciar ese nuevo estado de solidaridad mundial del que habla la funcionaria de la Cruz Roja.
Basta girar la cabeza para ver cómo Venezuela, país asediado por Washington, amenazado desde su vecino neogranadino, está dando una de las primeras muestras.
El gobierno de Nicolás Maduro, al que Nariño ha catalogado como enemigo, ha tendido la mano en medio de la contingencia que afecta sus 2 mil 219 kilómetros de frontera común, en Cúcuta o Táchira, en Paraguachón o en Zulia, en Apure y Amazonas.
Caracas ha decidido donar a Bogotá dos máquinas para la detección del covid-19, sin más a cambio que cerrar filas conjuntamente contra el peligroso avance de la pandemia.
De la lista negra al respeto
Otros países como Cuba, Rusia y China, incluidos en diversas listas negras de los órganos de la administración estadounidense, se han puesto a la orden para aliviar la carga del letal virus.
China –su gobierno, sus empresas, su pueblo en diferentes regiones- ha manifestado que enviará ayuda humanitaria a EE.UU, actual epicentro del nuevo coronavirus.
El propio #DonaldTrump ha tenido que reconocer el aporte del gigante asiático: “China ha pasado por mucho y ha desarrollado una sólida comprensión del virus. Estamos trabajando muy juntos. ¡Mucho respeto!”.
Cuba, por su parte, ha incrementado sus avanzadas sanitarias por el mundo: envió nada menos que 52 galenos a Italia, quienes durante tres meses aportarán lo necesario para combatir la epidemia, además de nuevos grupos de médicos a Venezuela y varias islas del Caribe.

Rusia, por otro lado, envió a EE.UU. material sanitario –tapabocas y equipo médico- para combatir el coronavirus, pese a seis años de sanciones y acusaciones de injerencia desde el país estadounidense y hasta la ruptura de un pacto en materia de armas nucleares. También lo ha hecho con Italia, donde han enviado más de una decena de aviones con ayuda humanitaria para frenar la propagación de la epidemia.

Hostilidad vs solidaridad
En fin, a pesar de la tradicional hostilidad de los países del establishment global, se impone el nuevo mundo de la multilateralidad, el de la solidaridad incondicional. Esperemos que todas estas muestras se sigan multiplicando para que, cuando la tormenta pase, podamos decir en cada rincón del mundo “no hay mal que por bien no venga”, como reza el dicho popular.
FF/VTactual.com
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