“Mi mamá es colombiana. ¿Por qué se vino? Bueno, huyendo de la guerra. Ella vivía en Bojayá (departamento del Chocó) y allá el conflicto es muy fuerte”. Se puede sustituir la localidad por cualquiera de las otras zonas más afectadas por el conflicto armado en el hermano país (departamentos como Vaupés, Putumayo o Guaviare, por mencionar algunos).
El resto de la historia es una constante en los testimonios: padres, madres, y hasta abuelos de venezolanos, llegaron –hace muchos años, en algunos casos; y recientemente, en otros- por los diversos pasos fronterizos con Colombia esperando encontrar un lugar en el que pudieran formar una familia, en paz, o salvar a las que ya tenían de los horrores de la guerra.
Muchos perdieron familiares, amigos y hasta sus hogares. Otros tantos sufrieron alguna herida, y antes de tentar su suerte decidieron abandonar su tierra. Mientras que algunos decidieron escuchar sus miedos, y antes de vivir en carne propia (o demasiado cercana) el conflicto armado, también se fueron.
El conflicto armado en Colombia tiene más de 50 años separando familias y alejando a nativos colombianos de sus pueblos. Pero además, según cifras de la Organización de Naciones Unidas, se trata del país con mayor cantidad de desplazados a lo interno, con más de 5 millones de personas que han cambiado la localidad de su residencia a causa del conflicto.
Para los que decidieron dejar completamente suelo colombiano, uno de los destinos privilegiados ha sido Venezuela. La cifra que dio la vuelta al mundo tras el cierre de frontera Colombia-Venezuela en 2015 es contundente: más de 5 millones y medio de originarios colombianos hacen vida en el país. Esto, según cifras oficiales, sin contar con personas sin documentación legal.
En aquel entonces, el presidente Nicolás Maduro –ante una medida tomada para combatir el contrabando de extracción de productos básicos subsidiados por el Estado venezolano hacia Colombia- pasó de ser mediáticamente un “usurpador colombiano” a un “anticolombiano”, de la noche a la mañana.
Para ese momento, Tarek William Saab, quien está al frente de la Defensoría del Pueblo (ente dedicado a la defensa de los derechos humanos por el Estado venezolano), aseguraba que de las casas otorgadas por la Gran Misión Vivienda Venezuela, un 25% habrían sido para colombianos residenciados en el país.
No solamente se trata del acceso a una vivienda. Saab también llegó a hablar de más de 70.000 pensionados por parte del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS). También tienen garantía de ser atendidos por el sistema de salud pública, sin ningún tipo de restricciones.
Pueden también disfrutar de los mismos subsidios que la población venezolana: servicios básicos, alimentos, gasolina (mucho más cara en su país natal), transporte y hasta la posibilidad de asegurar a los más pequeños una educación gratuita, de calidad, y con beneficios en útiles escolares, tabletas y alimentación en los centros educativos.
A pesar de tener en Venezuela plenas garantías a sus derechos fundamentales y haber encontrado un nuevo hogar, para los colombianos que están fuera de su Patria siempre será una deuda el retorno. De ahí que la posibilidad de firmar la paz en Colombia se siga tan de cerca en Venezuela.
De entrar en vigencia los acuerdos entre el Gobierno colombiano y, primero, las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y, ahora que están en negociaciones, con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), muchos desplazaos tendrían la posibilidad de reencontrarse con el suelo que lo vio nacer, así como con familiares y amigos que quedaron atrás, atrapados en la situación de guerra.
Juan Carlos Tanus, director ejecutivo de la Asociación de Colombianos y Colombianas en Venezuela, aseguró durante una entrevista en Globovisión, canal privado que transmite por señal abierta, que una hipotética victoria del “Sí” en el plebiscito nacional colombiano para refrendar el acuerdo entre gobierno y FARC, permitiría el retorno de muchas personas, pues “algunos elementos objetivos y subjetivos que dieron origen al desplazamiento (…) van a empezar cambiar”.
El referendo arrojó una negativa a esa opción a nivel nacional, aunque en las zonas directamente afectadas por la violencia armada hayan visto resultados con márgenes muy amplios en favor del “Sí”.
En ese entonces, entre las reacciones más reiteradas en redes y algunos medios, era la de asegurar que quienes habían vivido todos estos años viendo la guerra por TV, decidieron el futuro de quienes sí la habían padecido, en clara alusión a que la mayoría fue determinada por los votos de las grandes ciudades, totalmente lejanas al conflicto.
Las puertas de la paz siguen abiertas, no obstante. Mientras se da el paso definitivo para que cese totalmente el fuego de cada lado que hace parte en el complejo conflicto colombiano, en Venezuela siguen teniendo un hogar, que además les brinda oportunidades en condiciones de igualdad con respecto a los venezolanos.
JI