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El lado oscuro de las fundaciones o el uso “non sanctum” de la filantropía

En 1985 las principales estrellas de la música estadounidense se reunieron para el proyecto “USA for Africa”. Se trataba de la grabación de un sencillo titulado “We are the world” con el fin de recaudar fondos para paliar – con leche en polvo y enlatados – la hambruna generada por el saqueo de los recursos por parte de EEUU y las economías occidentales a ese continente.

Casi 30 años después, las figuras del mundo del espectáculo dan un paso más allá y comienzan a crear fundaciones filantrópicas con el propósito de brindar una solución a los problemas sociales que aquejan al planeta. De esta manera simbólica Shakira, Juanes, Gustavo Dudamel, Patricia Velásquez, Bad Bunny y Ricky Martin – entre otros – se agrupan en un “nuevo coro filantrópico” que, muchas veces, enmascara objetivos menos altruistas.

Esta fundación pertenece al cantante colombiano Juanes. Su página web – al igual que la de su compatriota Shakira – no menciona quiénes son sus patrocinantes y cooperantes, un «detalle» que podría despertar cierta suspicacia siendo su país de origen uno de los principales productores y exportadores de drogas del mundo.

Cuando el corazón y el dinero van de la mano

En EEUU quien crea una fundación puede deducir del ISLR del 20 al 30% del valor que transfirió a ella. Por ejemplo, si alguien crea una fundación y le dona un millón de dólares, puede deducir al menos 200.000 dólares de impuestos a pagar.

Además, existe un beneficio añadido: la ley obliga a la fundación a aplicar sólo el 5% de su liquidez del año anterior en subvenciones y donaciones al año siguiente. Es decir, el 95% puede administrarlo como quiera, directa o indirectamente, puesto que el dueño no se beneficia del dinero personalmente. De esta manera puede construir dos fortunas paralelas: una personal y otra que puede utilizar indirectamente para impulsar la primera.

No ponemos en duda que muchos de estos artistas “tienen su corazoncito”. Sin embargo cabe una interrogante: muchas personas se beneficiarán de sus iniciativas pero ¿Vale la pena el esfuerzo cuando no se impulsa un cambio verdadero sobre las causas reales de los problemas que su fundación “combate”?

La Fundación Good Bunny creada por el trapero Bad Bunny en 2018, es una entidad sin fines de lucro, registrada en Puerto Rico, que «busca integrar y empoderar a los jóvenes a través de la música y las artes». Se ha destacado por donar juguetes a los niñosn de bajos recursos de la isla.

El “pez grande” escondido detrás del “pequeño”

Muchas de estas pequeñas fundaciones, así como innumerables ONG’s son financiadas por fundaciones más grandes con un objetivo político y económico muy claro: comprar poder.

En EEUU, la mayor de todas las fundaciones es la Bill & Melinda Gates. La de los hermanos Rockefeller es una de las más antiguas. Grande e influyente es la cuestionada – por su colaboracionismo con la CIA – Fundación Ford. De entre las más agresivas está “Open Society Foundations” del megainversor George Soros. La suma de los bienes de las más importantes supera los 200.000 millones de dólares, más que el PIB de muchos países.

Bill y Melinda Gates

Estas instituciones – con jugosas donaciones e inversiones – van penetrando “medios de comunicación independientes”, organizaciones de defensa del medio ambiente, de los Derechos de la Mujer, de Protección de la Infancia, Organismos de la ONU como, por ejemplo, Unicef… Así, dan la impresión de “pluralidad”. Sin embargo, no generan cambios importantes que puedan perjudicar los intereses de sus dueños.

El Foro de Porto Alegre: un ejemplo de la “mano invisible” de las fundaciones

El Foro Social Mundial (FSM) es un encuentro anual – nacido en 2001 – que llevan a cabo organizaciones sociales anti globalización neoliberal para organizar campañas mundiales, compartir y pulir las estrategias de reunión, y para que los diferentes integrantes se informen unos a otros de los nuevos movimientos existentes. Es una especie de alter ego de las cumbres capitalistas.

El Foro Social Mundial de Porto Alegre nació como un espacio de encuentro de los movimientos antiglobalización en el que líderes como Hugo Chávez se destacaron. En aquel entonces, pocos sabían que la Fundación Ford – brazo ideológico de la CIA – estaba entre los patrocinantes.

Los primeros tres se realizaron en la ciudad brasileña de Porto Alegre. Cuando se llevó a cabo la cuarta edición en Bombay en enero de 2004 “estalló la bomba”: la Fundación Ford había sido financista de las ediciones anteriores. En esa oportunidad, los organizadores indios no aceptaron su patrocinio y la entonces directora de gobernanza y sociedad civil de la Fundación Ford en esa época, Lisa Jordan, resumió en una entrevista:

“Ya podemos ver algunas diferencias con respecto a los foros anteriores. Por ejemplo, podemos ver una mayor colaboración de grupos de la izquierda comunista de la India en el foro de Mumbai, lo que no era necesariamente una parte importante del Foro Social Mundial en su versión brasileña».

Joan Roelofs: “todos los grandes grupos de interés son financiados por las fundaciones”

La profesora de Ciencia Política del Keene State College, de New Hampshire (EEUU), Joan Roelofs, es una experta en el tema de la infiltración de las grandes fundaciones en las organizaciones sociales a nivel global. Autora del libro “Fundaciones y Política Pública. La máscara del pluralismo” aseguró en una entrevista para Viomundo que todos los grandes grupos de interés son financiados por las fundaciones, lo que falsea la idea de pluralismo y enmascara la real competencia.

Joan Roelofs

Roelofs afirma que hay límites impuestos por la financiación por lo que las organizaciones que reciben los recursos no pueden provocar grandes rupturas en el poder y la riqueza, o en el capitalismo imperialista.

“Incluso las ONGs de izquierda, como el Institute for Policy Studies, y uno de los grandes institutos laborales, el Economic Policy Institute, son financiados por las fundaciones liberales, entre las cuales están la Ford y la Open Society [de George Soros]”

Esta autora asegura que “la riqueza distorsiona la democracia y las fundaciones son sólo una parte de ella”. Además, el trabajo de algunas instituciones con intervenciones internacionales clandestinas no ayuda a la democracia que dicen defender. “Estas organizaciones son de élite, si se comparan con la ciudadanía en general, desorganizada (…) La democracia debería requerir que todas las personas fueran integradas a algún brazo de una organización local, de una entidad política poderosa. Tal vez ya no sea posible en los días de hoy, con las grandes poblaciones, extremo individualismo y la cultura de la celebridad”

Enza García Margarit/VTactual.com

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