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#VTreportaje Más del 40% de los docentes venezolanos han renunciado a sus puestos de trabajo

El golpeado sistema económico venezolano que sostiene la inversión social en salud, educación, alimentación y vivienda, que no ha podido salir a flote por el bloqueo económico y la hiperinflación inducida en tiempos de pandemia, es quizás una de las razones primordiales que impulsó a cientos de maestros y maestras a abandonar sus cargos en escuelas privadas y públicas.

Ante esta situación han tenido que poner la necesidad por encima de la vocación. Por eso VTactual, cuenta algunos testimonios de esta realidad de la educación pública venezolana que se estableció como desafío hacer de “Cada casa, una escuela”.

Rosaura Galarraga fue educadora durante más de 20 años. Cuando decidió irse del país apenas le faltaban tres períodos escolares para obtener su jubilación. La situación económica de su familia pesó más que la antigüedad e incluso las patologías que aún sufre por haber ejercido durante tanto tiempo como maestra de preescolar.

Llegó a Chile limpiando casas por día, planchando ropa ajena y cuidando niños en un maternal propiedad de otra familia venezolana. Sin embargo, no logró lo que esperaba. Aunque no se preocupaba por la comida y tenía acceso a servicios sanitarios gratuitos, su sueldo no le alcanzaba para alquilar un apartamento y terminó compartiendo habitación con una pareja venezolana que también llegó a esa nación en busca de una utopía.

«Trabajé muchos años en un preescolar público, gracias a ese trabajo pude comprar una casa modesta en Venezuela, a la que había que hacerle muchas reparaciones, pero esos arreglos nunca pude hacerlos porque llegó la crisis y el sueldo me alcanzaba apenas para pagar el pasaje hasta mi lugar de trabajo. Increíble que una de las profesiones más importantes sea tan mal pagada en todos los niveles», lamentó.

Y es que ni con el reciente aumento salarial decretado por el Ejecutivo Nacional el pasado mes de abril, un docente categoría VI (cuya denominación dentro de esa clasificación significa que tiene estudios de alto nivel como especializaciones e incluso doctorados) logra obtener una ganancia de 6 dólares mensuales por su trabajo.

Ese monto apenas alcanza en la actualidad para comprar un kilogramo de queso y un kilo de carne si es que el trabajador tiene la suerte de conseguirlo a precio regulado.

Como Rosaura, muchos otros docentes –alrededor del 40 por ciento de toda la plantilla del Ministerio de Educación según cifras publicadas por la Federación de Trabajadores del Magisterio- decidieron emigrar o cambiar de ocupación, a pesar de la vocación que les llevó a estudiar una carrera que prácticamente nunca ha sido bien remunerada en el país.

Datos que desalientan

A este déficit se suma que la demanda de cupos para carreras universitarias relacionadas con la educación disminuyó en más de 60 por ciento, de acuerdo con cifras reveladas por la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL), lo que significa que los docentes que hoy imparten clases en las aulas no tendrán relevo mañana.

La situación pudiera agravarse si se toma en cuenta que en 2018 el Ministerio de Educación tomó la decisión de permitir a la colectividad -aunque no tuvieran estudios de ningún tipo- ejercer como maestros en las escuelas públicas.

Así lo confirmó a VTactual la directora de una escuela pública ubicada en el Oeste de Caracas, quien reseñó que ante la necesidad de personal en la carrera docente se aperturó un programa dirigido a bachilleres, personal administrativo, obreros y profesionales de otras áreas, quienes fueron incorporados a las instituciones educativas a fin de cubrir las plazas requeridas.

«Cuando se hizo el llamado para iniciar el curso introductorio hubo una respuesta positiva por parte de la colectividad. Lo que dio origen a la Universidad Nacional Experimental del Magisterio (UNEM)«, señaló.

En esta institución actualmente se forman alrededor de 130 mil estudiantes. Para la entrevistada, aunque la iniciativa da respuesta inmediata a la coyuntura que atraviesa el país, pone en riesgo la educación de niños, niñas y adolescentes quienes necesitan personal capacitado en todas las herramientas pedagógicas que sólo se obtienen en la universidad.

«A una persona que carece de dichos conocimientos se le dificulta la aplicación de las estrategias adecuadas a las necesidades e intereses del estudiante, tanto en lo individual como en lo colectivo y su praxis pedagógica no va a tener los resultados esperados. El maestro modela, orienta y es ejemplo», explicó.

Asimismo, consideró que la continuidad de esta iniciativa, así como de la crisis que vive el país, puede poner en riesgo el futuro de la educación en Venezuela.

«Porque no es solamente la situación del maestro, hay otros elementos que intervienen para garantizar una educación de calidad, como la actualización permanente del docente, las mejoras en las condiciones laborales, dotación de equipos, material pedagógico, rehabilitación de la infraestructura de las escuelas, la integración de la familia y la comunidad en el quehacer educativo, entre otras. El incumplimiento de estas condiciones afecta la calidad de la educación«, sentenció.

Organización: clave para salvar lo que nos queda

La directora de un preescolar privado ubicado en Caracas, aseguró en entrevista a VTactual que uno de los obstáculos que ponen en riesgo la calidad educativa de Venezuela es precisamente no saber como Estado qué quiero lograr yo con la educación de un país.

«Cando eso se planifica entonces la calidad va a ir orientada en esa dirección y toda la comunidad educativa debe ir en la búsqueda de ese logro. Lo que complica la situación es que no hay una directriz común desde el Ministerio de Educación para que los colegios públicos, privados y distritales vayan en la misma vía», aseguró.

De acuerdo a su experiencia no se le está haciendo seguimiento a la planificación y en el tiempo se va distorsionando. Sin embargo, ve en las asambleas de padres y representantes una respuesta, porque ese control adicional que ejercen las familias de los estudiantes pudiera hacer que las cosas funcionen.

Lamentablemente, en la práctica ocurre todo lo contrario.

Una crisis que nos acompaña desde la cuarta

En una entrevista publicada a principios de este año, José Javier Salas, director de la Escuela de Educación de la Universidad Católica Andrés Bello, relató que «ya en 1994 era evidente que la cantidad de docentes era deficitaria para las necesidades del país, por lo que, paulatinamente, fueron incorporándose a las aulas personas sin la formación adecuada para suplir las plazas vacantes, pero eso empezó a provocar fallas didácticas en las aulas».

De esa coyuntura, nació en 2005 uno de los programas bandera de esa universidad privada que beca (parcialmente) a quienes deseen estudiar Educación a cambio de que al graduare se desempeñen como docentes en las escuelas que están bajo la dirección del movimiento de educación popular Fe y Alegría.

Como la situación de esa época se repitió en los últimos tres años, la institución decidió impulsar -a partir de marzo de este año- un nuevo programa que busca atender el déficit en áreas como educación integral y preescolar.

Lo lamentable es que no hay una garantía real de que los docentes que se gradúen en esos programas permanezcan en el país, como muchos otros que obtuvieron su título en universidades públicas y hoy tributan al desarrollo de otras sociedades que en muchos casos pagan con xenofobia y exclusión el esfuerzo de los venezolanos.

Andreína Ramos Ginés/ VTactual

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