Un hombre que supo llevar en alto la bandera de los oprimidos y que se convirtió en faro junto a su pueblo para todos los movimientos antiimperialistas de Nuestra América, Fidel Castro Ruz, partió físicamente el pasado 25 de noviembre, pero sus ideas y su coraje quedaron sellados en el corazón y en la historia de la humanidad.
¡Fidel, Fidel que tiene Fidel que los imperialistas no pueden con él! Este grito ha recorrido buena parte del mundo y sigue acompañando la memoria de ese coloso que nos ha enseñado lo que es la valentía en la lucha y la resistencia del pueblo cubano por más de cinco décadas frente al imperio más poderoso de la contemporaneidad.
Tras su partida, se conjuga en una sola bandera la amistad entre dos pueblos: Cuba y Venezuela, que se consolidó definitivamente cuando el Comandante Chávez conoció al líder cubano. En 1994, recién salido de la cárcel, Chávez viajó a Cuba y fue recibido con honores de jefe de Estado por el propio Fidel, quien de inmediato vio en él a un líder nato, que se convertiría en su amigo, su más leal discípulo y su par en la lucha contra el imperialismo.
La alianza entre estos dos gigantes generó uno de los más hermosos logros de la Revolución Bolivariana: gracias al apoyo de Cuba y su método de alfabetización “Yo si puedo”, en el año 2005 Venezuela es declarada “Territorio libre de analfabetismo” por la UNESCO; asimismo, gracias al apoyo de Fidel millones de venezolanos hoy cuentan con la Misión Barrio Adentro, en la que médicos cubanos brindan atención de salud, de manera gratuita, a la población más necesitada.
“Una revolución solo puede ser hija de la cultura y las ideas”
Si algo enalteció la figura del gigante cubano fue cómo supo dar, aparte de la lucha con las armas, la batalla de la cultura y las ideas. En un famoso discurso que Fidel diera ante intelectuales y artistas de Cuba en 1961, luego de varias sesiones de trabajo, les dice: “Le pedimos al artista que desarrolle hasta el máximo su esfuerzo creador. Queremos crear al artista y al intelectual esas condiciones… Les estamos pidiendo que las desarrollen en favor de la cultura precisamente y en favor del arte, en función de la Revolución, porque la Revolución significa precisamente más cultura y más arte.”
Fidel entabló siempre excelentes relaciones con los intelectuales y artistas tanto de su país como de otras naciones. Tal es el caso de Gabriel García Márquez, su gran amigo, quien describió en una entrevista la faceta de lector del Comandante: “Realmente lo que consolidó nuestra amistad fueron los libros y descubrí que es tan buen lector, que yo antes de publicar un libro le traigo los originales. Es como si fuera un editor, señala contradicciones, anacronismos, inconsecuencias que se le pasan a los profesionales, porque es un lector muy minucioso, además muy constante y le rinde mucho la lectura, es que él lee siempre, en el carro tiene una luz para poder leer, sobretodo en la época en que hacía grandes viajes de noche, en automóvil, siempre iba leyendo”.
Fidel contó siempre con la admiración de escritores como Julio Cortázar, José Saramago, Noam Chomski, entre muchos otros que continuamente le dedicaron una visita, una canción, una pintura o un poema. Pablo Neruda, otro Nobel de Literatura latinoamericano, le escribió un maravilloso poema en el libro Canción de gesta publicado en 1960:
A FIDEL
Fidel, Fidel, los pueblos te agradecen
palabras en acción y hechos que cantan,
por eso desde lejos te he traído
una copa del vino de mi patria:
es la sangre de un pueblo subterráneo
que llega de la sombra a tu garganta,
son mineros que viven hace siglos
sacando fuego de la tierra helada.
Van debajo del mar por los carbones
Y cuando vuelven son como fantasmas:
se acostumbraron a la noche eterna,
les robaron la luz de la jornada
y sin embargo aquí tienes la copa
de tantos sufrimientos y distancias:
la alegría del hombre encarcelado,
poblado por tinieblas y esperanzas
que adentro de la mina sabe cuándo
llegó la primavera y su fragancia
porque sabe que el hombre está luchando
hasta alcanzar la claridad más ancha.
Y a Cuba ven los mineros australes,
los hijos solitarios de la pampa,
los pastores del frío en Patagonia,
los padres del estaño y de la plata,
los que casándose con la cordillera
sacan el cobre de Chuquicamata,
los hombres de autobuses escondidos
en poblaciones puras de nostalgia,
las mujeres de campos y talleres,
los niños que lloraron sus infancias:
ésta es la copa, tómala, Fidel.
Está llena de tantas esperanzas
que al beberla sabrás que tu victoria
es como el viejo vino de mi patria:
no lo hace un hombre sino muchos hombres
y no una uva sino muchas plantas:
no es una gota sino muchos ríos:
no un capitán sino muchas batallas.
Y están contigo porque representas
todo el honor de nuestra lucha larga
y si cayera Cuba caeríamos,
y vendríamos para levantarla,
y si florece con todas sus flores
florecerá con nuestra propia savia.
Y si se atreven a tocar la frente
de Cuba por tus manos libertada
encontrarán los puños de los pueblos,
sacaremos las armas enterradas:
la sangre y el orgullo acudirán
a defender a Cuba bienamada.
Fidel ha sido un modelo de lucha y de dignidad para nuestro pueblo. Los venezolanos hemos seguido junto al comandante Chávez ese legado. Hoy, luego de su partida física, podemos afirmar que la historia lo absolvió y decimos con el poeta argentino Juan Gelman: Buenas noches Historia agranda tus portones/ entramos con Fidel con el caballo
Manuel Duque