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Si yo fuera líder de la Oposición

Hubiera convocado una Gran Marcha de La Victoria al momento en que Nicolás Maduro anunció la convocatoria a una Asamblea Constituyente, hubiese revertido el discurso del Gobierno transformándolo en un triunfo político producto del llamado a Constituyente que Lilian Tintori y Freddy Guevara, entre otros, habían solicitado meses atrás. Hubiera convertido ese hecho en un logro absoluto haciendo uso de todo el poder mediático, titulando: ¡Doblegado el rrrrrégimen! ¡Maduro busca salir por la vía pacífica! ¡Nosotros llamamos primero a Constituyente! ¡La Constituyente es nuestra! etc., etc., etc.

Hubiera incluido a todos los sectores e inscrito a más de 50 mil constituyentistas. Hubiera  hecho llamados del tipo: «todos a firmar para salir del rrrrégimen» o “fotografía tu firma y mándala por twitter” y hubiese elaborado una gran campaña señalando los errores del gobierno, con movilizaciones (esta vez sí pacíficas), activando en la política a todos los voceros con propuestas para el “postbolivarianismo”.

Pero no, los líderes de la MUD siguen siendo muy soberbios, actuaron como niños malcriados que no creen ni siquiera en sus propias capacidades políticas. Dejaron pasar un momento histórico que les hubiera podido dar mejores resultados que el plan sangriento que han echado andar y que devela ante los ojos de sus propios seguidores que no son líderes políticos, que no creen en la política como forma de llevar adelante al país.

Para el momento del anuncio de la Constituyente la popularidad del presidente era muy baja: la guerra económica, la devaluación de la moneda, los ataques de la mediática y los centros de poder internacionales, los bajos precios del petróleo, la corrupción, la evidente burla que le habían hecho con el billete de cien y la falta de reacción en general, comenzaban a dar sus frutos en lo que llaman “opinión pública” venezolana: mucha gente empezó a echarle la culpa de sus males a Maduro, como el otrora también inducido “culpa e’ Chávez”. La aceptación del presidente en los estratos populares había descendido. Estaba contra las cuerdas. Era el momento para sacarlo por vía limpia y pacífica, pues con la Constituyente Maduro se jugaba el todo o nada.

Pero se engolosinaron con la violencia y los primeros “frutos” que dejaron las guarimbas;  la continuidad de este plan que hoy llevan a cabo significa el punto culminante de una descapitalización política que aumenta de forma abrumadora en el accionar de la MUD. Parecieran empeñados en destruir progresivamente cada peldaño obtenido en el ámbito democrático. Un ejemplo claro es la forma como tiraron a la poceta el logro que habían alcanzado con la victoria en la Asamblea Nacional, utilizándolo para intentar un golpe de Estado con un Ramos Allup decretando la salida de Maduro en 6 meses, para luego desmovilizar un flanco importantísimo al declararse en desacato.

La estrategia de generar caos y miedo entre sus propios seguidores, cerrando las puertas al deseo de muchos de sus simpatizantes de una salida por la vía electoral, ha evidenciado un desgaste moral tremendo, ver a niños y jóvenes tratados descaradamente como carne de cañón mientras los hijos de los líderes opositores están fuera del país estudiando; quemar y linchar a ciudadanos, invocar la injerencia de otros países abriendo la brecha a una intervención militar extranjera son elementos que están provocando que el capital político que tenían se les termine de ir de las manos. Así la oposición venezolana ha venido hundiéndose literalmente en su propio excremento, sus seguidores tienen miedo de asistir a las marchas porque saben que su vida puede ser una ficha del “juego” que viene dictado desde fuera de nuestras fronteras, así lo refleja el temor de las madres con solo imaginar que sus hijos están siendo utilizados en las marchas.

El llamado a las elecciones más altas que prevé nuestra Constitución terminó siendo un tremendo gancho de un Maduro que estaba contra las cuerdas, a punto de caer en la lona y que ahora recupera las fuerzas iniciando la contraofensiva, llamando a la paz y acudiendo a la voz del pueblo con lo cual sacará de la palestra a estos “líderes” de la oposición como lo hizo Chávez con el referéndum revocatorio de 2004.

La Revolución Bolivariana ha cometido errores, algunos de ellos muy graves, pero en la Oposición no se vislumbra ni una mínima llama de esperanza. Ha dedicado 20 años a un esfuerzo estéril para el país al tratar de vendarle los ojos y ocultar los logros del chavismo; en lugar de aprovechar cada alcaldía, cada gobernación en la que han obtenido victoria y crear una mejor propuesta de gestión.

Ojalá logremos, en algún momento de esta historia, tener una oposición digna, que se conduzca por sí misma y no bajo mandato imperial. Es necesaria, incluso para la Revolución Bolivariana, una oposición de altura, que permita lo que llaman en deporte un buen “fogueo” porque de lo contrario será como aquel boxeador que se enfrenta todo el tiempo a contrincantes mediocres y termina estancado en ese nivel, pareciéndose a ellos.

Por ahora está claro que en el país no la tenemos y que nos enfrentamos directamente a quienes dirigen cual titiriteros a la oposición, es decir a los Estados Unidos y a su anhelo empecinado por nuestras riquezas.

@carlospandanga

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