Roberto Díaz, un experto culinario, conoce por lo menos 46 maneras de servir la pira: como plato de entrada, plato fuerte, acompañante, postre y bebida.
La Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) de EEUU, la destina desde 1985 como complemento nutricional de sus astronautas. De hecho, una empresa la monopoliza para producir galletas y barras tipo granola, que utiliza la agencia aeroespacial para nutrir a sus enviados a misiones interestelares.
Mucha gente la desguaza a machetazos de su jardín por considerarla paja. En las ciudades, donde se reproduce de manera silvestre en las islas y los sobreanchos de las autopistas, lo que recibe es monóxido de carbono como “premio” por su valor energético y patrimonial. De ahí la expresión: “me importa un bledo”.
Reina de la América prehispánica, la pira (también llamada bledo, amaranto o hierba Caracas) tapizaba vastas extensiones salvajes de todo el país, bajo el imperio de su cosmogonía vegetal. Afirman algunas crónicas de indias que su ingesta por parte de aborígenes Caracas, les dotaba de dones casi sobrenaturales para la guerra, gracias a su carga proteica y valor nutritivo, con alto contenido en vitaminas, proteínas y minerales (hierro y calcio), superiores a alimentos como el arroz, trigo, maíz y espinaca.
Cuentan que tras la conquista de la ciudad, sitiada por varios años por Francisco Fajardo, se ordenó destruir los brotes espontáneos de pira por temor a sus poderes mágicos. La pira es entonces, símbolo de resistencia alimentaria y cultural.
En toda América se conocen más de 100 variedades, y su uso prehispánico está suficientemente documentado desde México hasta La Patagonia. De hecho, recoge la historia, Hernán Cortez prohibió comerla entre los aztecas, bajo pena de muerte.
Para acabar con el hambre del mundo
Roberto Díaz, autor de “La pira, alimento de los dioses” editado por El perro y la rana, sí se explica qué hay detrás del escamoteo histórico que nos mantiene renuentes al uso de una hierba tan fácil de sembrar y cosechar, y con tantas posibilidades alimenticias que hasta podría resolver el problema del hambre en el mundo: “yo creo que todavía pesan la falta de conocimiento y el temor que llevamos en nuestros genes, porque la borraron de nuestra mente”.
Resalta Roberto, que se trata de una planta tan resistente a las apetencias del monocultivo devastador de las transnacionales, que hasta la poderosísima Monsanto (corporación de alimentos) la considera su enemiga número uno, sin lograr erradicarla ni con los más eficaces plaguicidas de sus siembras controladas.
El televisivo médico naturista Gracián Rondón, creador del concepto Salud al natural, afirma que es “el vegetal más completo de la naturaleza”, y no parece exagerado: la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) la clasificó en 1979 como “el mejor alimento de origen vegetal y más completo para el consumo humano”.
La FAO asegura que, sobre un valor proteico ideal de 100, la pira tiene 75, la leche de vaca 72, la soja 68 y el trigo 60. Su grano no posee gluten, lo que la hace ideal para personas con dificultades gástricas y condiciones especiales, como los celíacos.
El Instituto Nacional de Nutrición (INN), la reconoce como alternativa alimentaria 4S (sana, sabrosa, segura y soberana). Sus hojas contienen ácido fólico, calcio, hierro, fósforo, vitaminas A, B2 y C. Se puede consumir cruda en las ensaladas, preparar infusiones con sus raíces, tallos y hojas, o usar junto con los aliños.
Símbolo de una Caracas en resistencia
A lo sumo, en Caracas la consigues en algún escondido cuchitril del mercado popular de Quinta Crespo. En otras regiones del país es un secreto a voces que pasa de mano en mano, como un artificio misterioso que se mantiene vivo gracias a la ancestralidad, la indianidad y la sabiduría popular.
En una etapa de nuestra historia reciente, el ex alcalde Juan Barreto la asumió como símbolo de la caraqueñidad, e ideó un plan de siembra en terrenos de Caucagua, estado Miranda, y su procesamiento a través de maquinaria especializada, para la elaboración de una harina de color verde en cantidades industriales. El programa duró lo que duran las pasiones pendulares de la política, y hoy nadie sabe qué fue de la maquinaria y mucho menos de su manufactura.
Roberto trabaja actualmente en una edición ilustrada de su libro sobre la pira, dirigida a niños de entre 7 y 12 años de edad, y recomienda, entre otras posibilidades, un menú de crema amaranto, empanaditas, calamares de jengibre y pira, ensalada Caracas, yogur pira-pasa y refresco de pira, capaz de levantar a un muerto y echarlo a andar.
En contraste, los consumidores de la Venezuela inmersa en la guerra económica, hacen extraordinarias filas para adquirir una presentación de margarina al precio hamponil que imponen empresas como Polar. Nadie parece advertir que se trata de un producto que tras la II Guerra Mundial se erigió por la fuerza del corporativismo en un “alimento” graso, bajo en calorías y bueno para la salud, cuando en realidad es, según el doctor Rondón, una de las causas de los accidentes cerebro-vasculares isquémicos y hemorrágicos en el mundo, por ser simplemente un aceite hidrogenado que el cuerpo no puede eliminar, acumulándose en el organismo como grasa dañina.
Mientras, la pira, que mucha veces desechamos por su condición doméstica de monte inútil, tiene infinidad de usos: para tratar úlceras de la piel, contra la irritación de la garganta, elimina parásitos, alivia reumatismo y depresión, sirve para la estimulación de las neuronas y mejoramiento de la actividad cerebral, combate las diarreas, para la menstruación excesiva, la fiebre, los empaches y los moretones de la piel.
Marlon Zambrano/ VTActual.com