InicioCULTURA Y ENTRETENIMIENTOMayako: fusil de palabras para “los nadies”

Mayako: fusil de palabras para “los nadies”

A propósito de la 13° edición de la Feria Internacional del Libro de Venezuela, Vtactual.com trae una entrevista exclusiva con un poeta venezolano cuyo nombre ronda bajo perfil, pero con mucha potencia.

Mayako Hernández habló sobre su relación con la poesía, la creación y sobre el acontecer editorial en la Venezuela bolivariana, cuyo auge y proliferación en la publicación de voces jóvenes ha sido una de las políticas culturales más marcadas.

¿Nos puedes hablar un poco de tu obra? ¿Cómo la calificarías? ¿Qué elementos la motivan?

Escribo desde carajito (niño), creo que siempre me gustó la idea de crear mundos emocionantes para poder escapar de la realidad (muchas veces insuficiente). Creo como (Juan) Calzadilla que «escribo por la pasión de no dejarme morir”. Al ir creciendo, ya con menos ingenuidad, poco a poco, con mucha cautela, fui acercándome a la poesía. Me deslumbró su carácter fulminante, su capacidad para golpear certeramente y al mismo tiempo manifestar la belleza de formas verdaderamente sorprendentes. Un sortilegio que susurra «te amo» y grita «venceremos». Vladimir Mayakowski decía que la poesía no es un espejo para reflejar el mundo sino un martillo con el cual golpearlo. También dijo que el poeta debía “tenerse de pie en la roca de la palabra ‘Nosotros’ «, en medio del mar de silbidos y ultrajes”. La poesía debe acompañar la lucha por la vida en su sentido más hermoso y declarar el desprecio por el arte “tallerizado”.

Yo crecí física y espiritualmente en medio de una revolución que trastocó los cimientos de todo un continente y eso se nota en muchos de mis poemas. No escribo para mí mismo, no es sólo un asunto de catarsis personal, aunque confieso que he lanzado y seguiré lanzando unas cuantas cartas embotelladas al mar, escribo buscando en la complicidad de la socialización del poema, la empatía necesaria para poder ir construyendo alianzas en el combate diario por una nueva forma de relacionarnos.

¿Cómo ves el panorama de la poesía venezolana actualmente? ¿La oferta editorial se corresponde con el surgimiento de jóvenes voces en la poesía del país?

Yo espero que sea alentador, creo que así es, de hecho. Desconozco si la oferta editorial corresponde o no con el surgimiento de jóvenes poetas venezolanos. Las vacas sagradas de la poesía y uno que otro becerrito, siguen extiendo, pero es evidente que la Revolución Bolivariana ha convertido en sujetos transformadores a “los nadies», como los llamaban Eduardo Galeano y Pino Solanas, y ha dado voz a los que nunca pudieron decir nada, ya sea porque nunca aprendieron a decir algo o porque simplemente se les tenía prohibido.

Todavía hay mucho por hacer, todos sufrimos las contradicciones de este claroscuro transitar hacia un mejor porvenir.

¿Qué relevancia ha tenido para la poesía y la literatura venezolana en general el surgimiento de editoriales como El Perro y la Rana o la realización anual de eventos de envergadura internacional como la Filven y el Festival Mundial de Poesía en territorio venezolano?

Mucha, en Venezuela se han editado más de 11 millones de libros, sólo entre los años 2004 y 2016, de los cuales el 20% se han distribuido de manera gratuita y el resto a través de la nueva red de librerías públicas a precios accesibles. Esto sin duda ha influido en la capacidad literaria del pueblo históricamente excluido de los procesos culturales con los gobiernos neoliberales del pasado.

¿Qué esperas aportar a la poesía latinoamericana? ¿Te gustaría ser recordado? ¿Cómo quisieras hacer perpetua tu obra?

No lo sé, por los momentos me conformo con el hecho de intentar escribir palabras mejores que el silencio, parafraseando a Onetti.

¿Cómo llegaste a la poesía, fue una elección o una necesidad?

Fue una elección y se ha convertido en una necesidad. A través de la poesía he podido descubrir abismos y vitalidades que probablemente no podría haber descubierto sin enfrentarme a la tensión de la hoja en blanco, desde una perspectiva poética. Sigo buscando mi propia voz en la faena interminable de cultivar, como manifiesta el mundo andino aymara: “EL AJAYU”, esa fuerza que contiene a los sentimientos y a la razón.

¿De qué forma crees que tu trabajo se acerca a lo más humano del ser?
¿Consideras que trasciende barreras culturales?

Estamos en un momento en que la historia de la humanidad cruje por todos los costados. Yo intento escribir sobre lo que siento en este contexto que me atraviesa la espina dorsal. Somos casi 8 mil millones de personas en el mundo y nos sentimos cada vez más solos, ya no tenemos tiempo ni para perder el tiempo, todo lo que podemos tocar está en peligro de extinción. La poesía, además de ser “esa cosa liviana, alada y sagrada”, debe ser también en su fuerza irradiadora de belleza, en su construcción mágica y maravillosa de acervos, un espacio para encontrarnos. Dice Gustavo Pereira que: “la inspiración es un pretexto de los flojos”. La poesía no está al servicio de ningún compartimiento, pero es indudable que si algunos poetas insisten en construir “castillos en el aire”, estos serán ocupados por la poética del pueblo para formar consejos comunales y centros de diversidad cultural.

¿La poesía y la crítica cómo y cuándo se juntan?

En la rigurosidad, la poesía es un oficio, uno muy complejo. Puede ser que en la finitud.

¿Por qué un seudónimo y por qué ese?

Es una especie de rebautizo. Me gusta la idea de Whitman cuando reconocía contradecirse porque era inmenso y contenía multitudes. Mayako viene de Mayakowski, el denominado poeta de la Revolución Rusa, estrellado en el barco del amor contra la vida cotidiana.

 

Mayako eligió la poesía, pero se convirtió en una necesidad.

A continuación, uno de sus poemas:

HASTA QUE TODO ESTALLE

¡Soy Feliz! ¡Idóneamente feliz!

Ustedes lo saben muy bien,
me han visto tomando café en las mañanas
y haciendo descripciones de sus propiedades celestiales,
le han dado «me gusta» a los platos exquisitos que he divulgado
y a las sonrisas ensayadas que primaverizo.

Soy un día perfecto
en una playa paradisiaca
que atardece en mi silueta
mientras salto para ser captado
en el momento exacto.

Siempre reenvío las frases más esperanzadoras,
las imágenes más divertidas, las reflexiones más positivas.

Buenas vibras, bendiciones, muchos ánimos.

La vida es un carnaval,
una fiesta para reír y gozar,
una súper luna roja.

Mírenme tomando un trago
o haciendo alguna mueca oportuna,
que alegre soy, como me divierto.

Me muestro, me despreocupo, me proyecto.
¡Carpe Diem!

¡Selfie! Filtro! ¡Salud!

Me encantan los gaticos graciosos,
odio al que todos odian,
amo al que todos aman.

Hasta puede que alguien famoso me salude
o que se viralice algún comentario perspicaz
y me colme de seguidores y amigos nuevos.

¡Soy mi propia comunidad!

Yo elijo quien me sigue,
elimino amigos,
dirijo conversaciones a conveniencia.

Soy pocos caracteres,
soy inmóvil,
soy mi mejor perfil,
soy una carita de mono
que se tapa los ojos, los oídos o la boca.

En mis estados de ánimos
jamás percibirán dolor alguno,
nunca me verán retratado desde la melancolía que padezco,
jamás he posteado una tristeza, ni levemente,
ni cuando estuve a punto de quedar fuera de conexión
en aquella bañera roída,
en absoluto me han visto llorando,
ni siquiera afligido o angustiado,
no han visto fotos de mis ataques de pánico,
de mis crispaciones nocturnas de cenizas y pupilas dilatadas,
mi línea de tiempo no concibe esta soledad conjeturada,
de ningún modo verán el hueco sin fondo crecido en mi pecho
que ensancha esta modernidad de relaciones artificiales
y que trato nebulosamente de llenar,
siendo feliz, idóneamente feliz,
hasta que todo estalle.

Amenaza inusual y extraordinaria la de esta editorial venezolana en entrevista exclusiva

LEE Más

spot_img