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Los medios justifican el fin

“Ha de haber algo putrefacto en la médula misma de un sistema social que aumenta su opulencia sin reducir su miseria, y aumenta en crímenes aún más rápidamente que en números.”
Crimen y pauperismo, publicado en el New York Daily Tribune, el 16 de septiembre de 1859.

Los medios justifican el fin

Pareciera el apocalíptico título de una obra bajo la influencia del principio político ‘maquiavélico’: “El fin justifica los medios”, como frase detonante o juego de palabras que sirve de preámbulo para revisar la combinación de una serie de elementos que forman un peligroso coctel al cual progresiva y degenerativamente la humanidad ha hecho dependiente y, como en toda adición, ha devenido en una enfermedad que poco a poco la consume y auto destruye: La violencia.

Medios son causa, medio y efecto de la violencia.

Muchas preguntas filosóficas pueden venir a su cabeza: ¿De dónde proviene?, ¿es la naturaleza violenta en sí misma?, ¿por qué somos como somos, que nos hace así, cuál es el germen del bien o el mal?, ¿es el ser humano violento por naturaleza? Y muchos etcéteras… Cada quien intenta dar respuestas de las mejores o únicas formas posibles a través de la ciencia, la magia, la religión, la psicología o cualquier otra rama del conocimiento vulgar.

La intención es reflejar la relación existente (si la hay) entre los medios de “comunicación” o difusión masiva como herramienta y sus causas-efectos sobre la conducta de los seres humanos pero en el sentido del carácter violento de su comportamiento y una posible bidireccionalidad en cuanto a la influencia que puedan ejercer los unos sobre los otros: Humanidad-medios-violencia en ese retroalimentativo e interminable círculo.

Importante aclarar que el origen de dicha premisa referida a los métodos (éticos o no) para conseguir los objetivos, endilgada comúnmente al influyente personaje italiano de la época renacentista, Nicolás Maquiavelo, debido la recurrente y amoral forma de hacer política, cuando en realidad fue acuñada como tal por Napoleón Bonaparte luego de leer “El Príncipe”, aunque ya previamente Baltasar Gracián y Hermann Busenbaum habían hecho similares afirmaciones.

Autor de «El Príncipe» y padre de la amoralidad política

Ahora bien, aclarado este punto y de vuelta al tema de los medios (de difusión), cada más múltiples y diversificados, no sólo como armas propagandísticas para la conservación del orden mundial – superestructura capitalista- sino como factor determinante de las relaciones humanas, más allá del clásico concepto comunicacional; ya que la mediática no es sólo una vía unidireccional y la mayoría de los estudios se centran en los efectos que produce mas no en sus causas.

Armas y herramientas propagandísticas

Ya bien sabidas y ampliamente desarrolladas son las consecuencias a corto, mediano y largo plazo que la sobreexposición a los medios desde tempranas edades, en términos conductuales, en cuanto a la insensibilización de lo que es y representa el ser humano ante el hecho violento. Pero caben otras interrogantes: ¿Por qué el eterno enfoque hacia la violencia de los medios como reproductores de los más bajos instintos reptilianos?, ¿cuál es su génesis y qué vínculo las une?

Ciertamente hay morbosidad. Una intrínseca e inescrupulosa frialdad a la hora de percibir y tratar la violencia, por mínimas y variadas que sean sus expresiones (verbal, sexual, psicológica, obstétrica, mediática, física, de género, entre tantas otras) y desde cualquiera instrumento: Prensa física o digital, radio, TV, videojuegos, cine, música, contenidos digitales, redes sociales, telefonía celular, que forman y deforman a los seres no conscientes de tales actos violentos, que no miran más allá de sí mismos, que pierden el carácter colectivo y socializador que marca la diferencia entre la especie animal y la racional.

La música puede ser otro medio de expresión de la violencia.

Uno de los motivos principales es que la violencia no sólo entretiene sino que vende; el capitalismo la convierte en una mercancía, un producto consumible más que genera y mantiene las condiciones objetivas y subjetivas, el caldo de cultivo para la alienación, banalización, cosificación, enajenación; es decir, deshumanización para la dominación, la neo esclavización, la sumisión, la potencial y posterior transformación a la fase superior del imperialismo: El fascismo.

Juegos de video como forma diversificada de difusión

Citando a Karl Marx pero habiendo la respectiva analogía (crimen-delito-delincuencia-violencia) en su texto *“Elogio al crimen”:

“EI filósofo produce ideas, el poeta poemas, el cura sermones, el profesor compendios, etc. EI delincuente produce delitos. Fijémonos un poco más de cerca en la conexión que existe entre esta última rama de producción y el conjunto de la sociedad y ello nos ayudará a sobreponernos a muchos prejuicios. El delincuente no produce solamente delitos: produce además, el derecho penal y, con ello, al mismo tiempo, al profesor encargado de sustentar cursos sobre esta materia y, además, el inevitable compendio en que este mismo profesor lanza al mercado sus lecciones como una «mercancía». (…) EI delincuente produce, asimismo, toda la policía y la administración de justicia penal: esbirros, jueces, verdugos, jurados, etc., y, a su vez, todas estas diferentes ramas de la industria que representan otras tantas categorías de la división social del trabajo; desarrollan diferentes capacidades del espíritu humano, crean nuevas necesidades y nuevos modos de satisfacerlas. Solamente la tortura ha dado pie a los más ingeniosos inventos mecánicos y ocupa, en la producción de sus instrumentos, a gran número de honrados artesanos”.
*Título de editor.

Este texto escrito entre 1860 y 1862 se editó póstumamente,
a modo de apéndice en Teorías de las plusvalías, bajo el título
«Concepción apologética de la productividad de todas las profesiones».

LM

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