Uno de los grandes temas que marcan las elecciones presidenciales y legislativas que se desarrollarán este domingo en Turquía, es la religión en las escuelas: Mientras la oposición local apoya el laicismo, el candidato a la reelección, Recep Tayyip Erdogan, y sus seguidores apuestan por mayor presencia religiosa.
Ya cuando era primer ministro, desde 2003 a 2014, Erdogan declaró su deseo de «criar una generación piadosa».
Los críticos del actual presidente, consideran que desea cambiar Turquía “a su propia imagen”, y que va en contra del legado de Mustafa Kemal Atatürk, el fundador de la república y su primer presidente.
Después del fallido golpe de Estado de 2016, se ha renovado por séptima vez el estado de emergencia y se restringen las críticas abiertas y las manifestaciones en contra del gobierno.
Si Erdogan obtiene más de 50% de los votos en la primera o segunda ronda de la votación presidencial, se convertirá en jefe de Estado y de Gobierno bajo un nuevo sistema presidencialista, en virtud de la reforma constitucional que el pasado año fue aprobada en un referéndum de ajustado resultado.
El principal adversario, el centroizquierdista Muharrem Ince, ha llevado a su Partido Republicano del Pueblo (CHP) a los mejores números de apoyo por un partido socialdemócrata en Turquía desde la década de 1970 (25%-30 %) y, aunque se halla a un abismo de distancia respecto a Erdogan, confía en forzar una segunda vuelta.
Actualmente Turquía afronta algunas dificultades económicas, marcadas por una fuerte depreciación de la lira, una inflación superior a 10%, un déficit presupuestario que el año pasado aumentó 58% y un creciente desempleo de más de 10%.
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