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EEUU y el origen de las maras

La Mara. Ahí viene la Mara. Otra vez la Mara. No podemos con la Mara. El país es de la Mara.

En la mirada de quienes han recorrido más de mil 947 kilómetros desde Honduras hasta México se denota un gran cansancio. Pero no cansancio por el trayecto. Los migrantes están cansados de temer. Le huyen a la Mara Salvatrucha, organización internacional de pandillas que aterroriza a los habitantes de varios países de Centroamérica y que tuvieron su origen en EEUU luego de las cruentas guerras ocasionadas por esta nación en la región.

Aunque la prensa ha querido colocar a EEUU como una víctima de las maras, la realidad es otra y tiene su origen en los enfrentamientos civiles que promovió este país entre 1980 y 1990 en El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Honduras. El gobierno de este último país funciona en la actualidad como un aliado estadounidense, donde operan cinco bases y centros de operaciones militares además de Palmerola, estratégica para el éxito de la IV Flota y el Comando Sur del Pentágono.

En El Salvador se calcula que existen casi 30 mil personas que integran las pandillas.

Los conflictos, en los que EEUU participaba entrenando y apoyando con el suministro de armas a escuadrones de la muerte y fuerzas denominadas de resistencia, tenían como objetivo tomar el control económico de esos países. En el ínterin, miles murieron y muchos otros pasaron a integrar la enorme lista de desplazados que se fueron a vivir más al norte en busca de una mejor calidad de vida.

Ya en EEUU, específicamente en la ciudad de Los Ángeles (California), se encontraron con una sorpresa. Continuaban siendo minoría y debían asegurar su supervivencia en un territorio hostil. Así se unieron a las pandillas de latinos (en su mayoría conformadas por mexicanos) que estaban en constante disputa con los afroamericanos.

Las dos maras más sanguinarias son la Mara 18 y la Salvatrucha, también conocida como MS13.

Sin embargo, el panorama cambió cuando los de Centroamérica aumentaron en número. No perdieron la oportunidad y se constituyeron como una fuerza aparte que comenzó a compararse con la marabunta (plaga de hormigas carnívoras que siempre andan juntas). De allí reciben su nombre.

Más tarde, cuando comenzaron a representar un problema para la sociedad, vinieron las deportaciones. Ya en su país de origen, lejos de reformarse, tomaron mucha más fuerza. Se organizaron y se volvieron más violentas, hasta adueñarse prácticamente del territorio. Viven del tráfico de armas y drogas, del robo, la extorsión y los secuestros.

Se sospecha que algunos gobiernos las han usado como fuerza de choque. Los infiltraban en las marchas sociales, para deslegitimar los movimientos.

La mayoría de sus integrantes no buscaron pertenecer a la pandilla. Fueron escogidos y acosados hasta no tener otra opción que unirse a la mara local. Era eso o ver como los pandilleros asesinaban a sus familias.

Las maras están compuestas habitualmente por jóvenes menores a 21 años y se organizan en estructuras muy jerarquizadas con fuerte sentido de pertenencia. Debido a la dejadez de los gobiernos de los países en los que predominan, hoy son un problema muy difícil de corregir.

ARG

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