La historia de rupturas y reconciliaciones entre Colombia y Venezuela tiene tantos capítulos, que harían falta coleccionarlos en varios tomos para contarla. Como en los clásicos del séptimo arte, esta historia contiene traición, envidia, violencia y mucho drama. Los recientes anuncios económicos hechos por Caracas, dieron inicio a otro episodio de tensiones con Bogotá y su recién juramentado gobierno.
En lo político, Nicolás Maduro acusó al gobierno saliente de Colombia de participar en la planificación del atentado en su contra el pasado 4 de agosto en Caracas. La reacción del gobierno colombiano es el desconocimiento de la reelección de Maduro, tacharlo de dictador y mucha agresividad en una “guerra de micrófonos”. Todo apunta a una ruptura de relaciones no formalizada.
Por otro lado, la economía colombiana ya muestra señales de preocupación por los anuncios venezolanos sobre el aumento del precio de la gasolina a los estándares internacionales. Colombia hace perder 18 mil millones de dólares al año a Venezuela dada la actividad ilegal que muchos de sus ciudadanos, amparados por su gobierno, realizan al robar combustible a la nación petrolera para mantener el suministro de combustible a la zona fronteriza.
Desangre con Carnet de la Patria
El cerco político y económico que el gobierno colombiano ha impuesto a Venezuela, parece haber calado en buena parte de su pueblo, que ante las medidas tomadas por Caracas para cobrar la gasolina a través del Carnet de la Patria, empezaron a masificar el fraude con ese sistema de pago, y así seguir contrabandeando con el codiciado líquido.
Jorge Rodríguez, vicepresidente de Comunicación e Información de Venezuela, informó que las “mafias colombianas” pagan entre 250 y 500 dólares por cada Carnet de la Patria que logran falsificar, para continuar obteniendo la gasolina subsidiada con ese instrumento.
“Les tenemos una sorpresita, sobre todo en las zonas de frontera, a los que están vendiendo el carnet de la patria“. Jorge Rodríguez, vicepresidente de Comunicación e Información.
#Video 📹| @jorgerpsuv: Mafias en Cúcuta, Colombia, están comprando Carnets de la Patria, entre 200 y 500 dólares para robarse la gasolina venezolana. Les tenemos una sorpresa. Esos carnets ya están anulados. Los que se prestaron para vender no disfrutarán más de los beneficios pic.twitter.com/FNaminjiEp
— VTV CANAL 8 (@VTVcanal8) August 24, 2018
El alto funcionario explicó que la falsificación y venta del Carnet de la Patria constituyen un delito, y que las personas involucradas ya están bajo investigación. Indicó que durante pesquisas realizadas en la frontera con Colombia, se incautaron decenas de carnets que ya fueron anulados y que las personas que se prestaron para la estafa “no gozarán del beneficio del subsidio ni de cualquier otro relacionado con esta herramienta”.
Medios colombianos rechazaron las acusaciones de Caracas indicando que son “mentiras” inventadas por el gobierno venezolano para enrarecer las relaciones con sus vecinos. La oficialidad de Bogotá no se pronuncia todavía sobre el incidente, pero ni unos ni otros tienen cómo probar que la acusación es falsa, sobre todo porque el contrabando de gasolina desde Venezuela, es un delito escandaloso en las calles de las ciudades fronterizas colombianas.
Una dependencia tóxica
Para Bogotá su zona fronteriza con Venezuela es un tema históricamente problemático. Tal vez por ello, pretenden dejar que sean sus vecinos los que se encarguen de resolverlos. Las ciudades fronterizas del lado colombiano presentan un amplio registro de violencia, delito, falta de empleo, vivienda, educación, salud y varios servicios más, problemas que no son de reciente data. La desatención a sus ciudadanos por parte de sus gobiernos, ha provocado que el colombiano que vive en esas localidades, vire su mirada hacia Venezuela en busca de sobrevivencia.
Es así como se han originado varias perversiones sociales y económicas que, con la anuencia de la oficialidad colombiana, se han instalado en esa sociedad. La mayoría de los alimentos expendidos en Maicao, Cúcuta y todo el norte de Santander, llegan desde Venezuela por la vía del contrabando, con más responsables en ambos lados de la frontera de los que uno puede contar. Esta mercancía es subsidiada para los caribeños por su gobierno y las «mafias del contrabando» las llevan hasta el comerciante colombiano que los pone a competir con sus propios productos causando pérdidas enormes para Venezuela.
Lo mismo sucede con la gasolina, el suministro eléctrico y algunos servicios de telefonía móvil, de los cuales se benefician muchos ciudadanos colombianos gracias a los subsidios que Venezuela presta a sus nacionales. Todo ello sin contar la problemática causada por la guerra, el paramilitarismo y el terror que ha empujado el éxodo de más de 6 millones de personas hacia Venezuela. La cómoda desatención de Bogotá sobre sus ciudades fronterizas es un peso adicional para sus vecinos.
RB
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