InicioDestacadaFenómeno "El Niño": su impacto en América Latina

Fenómeno «El Niño»: su impacto en América Latina

Por: Ernesto J. Navarro

El solo anuncio de la reaparición del fenómeno climatológico conocido como El Niño, ha generado alertas en los países de la región, por los impactos dramáticos producidos por el cambio climático. A nivel global, ha dicho la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el fenómeno El Niño ha afectado a 60.000.000 de personas. Una cifra que crecería los años 2017 y 2018.

Apenas tres años atrás, en 2015, el fenómeno El Niño impactó fuertemente en toda el área de Latinoamérica y el Caribe. Las temperaturas fueron superiores a lo normal, en la mayor parte del subcontinente, con anomalías de hasta dos grados centígrados (2 °C).

Para 2015, por ejemplo, la costa caribeña de Venezuela y Colombia, el norte de Chile y el sureste de Brasil registraron los más elevados niveles de aumento de la temperatura.

En su declaración sobre el estado del clima mundial (2015) la Organización Meteorológica Mundial (OMM), aseguró que las temperaturas de la superficie del mar, en las zonas oriental y central del Pacífico, aumentaron y superaron los umbrales habituales de El Niño, en el período correspondiente a la primavera del hemisferio norte.

Suramérica: De lluvias intensas a extremas sequías.

Todo ese año 2015, «El Niño» se intensificó y alcanzó su punto máximo en diciembre. Los registros indican que las temperaturas de la superficie del mar (en algunas zonas) se asemejaron a los indicadores del fenómeno registrados en los años 1997-1998 y 1982-1983.

En alerta

Ya en el mes de octubre de 2018, la OMM anunciaba que la aparición del fenómeno, aunque explicó que la temperatura superficial del mar, en las partes oriental y central del Pacífico tropical, se encontraba en niveles correspondientes a un episodio débil de El Niño.

Al respecto el Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño (CIIFEN) anunció que tras la consulta con los servicios meteorológicos de Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú y Venezuela, se puede estimar (Noviembre 2018 – Enero 2019) mayores probabilidades de lluvia, por sobre lo normal, en:

  • Gran parte de Venezuela.
  • Lado oriental de la región andina en Colombia.
  • Región central y sur de los Andes ecuatorianos.
  • Región sur de los Andes peruanos.
  • Región norte de La Paz, Cochabamba y Chuquisaca en Bolivia.
  • Región Metropolitana hasta la región del Biobío en Chile.
  • Región oriental del Paraguay.
  • Región litoral, Centro y Buenos Aires en Argentina.
  • Región central del Brasil.

 

En el caso específico de Venezuela: Se espera que en gran parte del país ocurran lluvias de normal a sobre lo normal. Se espera que ocurran áreas con déficit en la zona Centro Norte y los estados Amazonas y Bolívar. Se espera que otras áreas pequeñas presenten déficit.

Se trata de un pronóstico alentador para esta nación del norte de Suramérica, ya que el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología de Venezuela (INAMEH) indica en su sitio web que «la sequía que se inició a mediados de 2013» sobre gran parte del territorio nacional, había permanecido «hasta Enero de 2017 en algunos sectores de la Región Occidental de Venezuela».

  • El pueblo Potosí (Táchira, Venezuela), inundado en una represa, puedo verse durante una sequía.

De forma general las consecuencias del fenómeno «El Niño» en América Latina son las siguientes:

  • Chile, Perú, Ecuador, Argentina y Uruguay: Intensas lluvias.
  • Brasil, Paraguay, Bolivia, Colombia y Venezuela: Ausencia de lluvias e intensa sequía.
  • México y Centroamérica: Precipitaciones excesivas, o etapas de intensa sequía.

Origen de «El Niño»

Estimaciones científicas indican que este fenómeno climatológico ocurre desde hace más de 7.000 años en el Océano Pacífico, más específicamente en toda la costa oeste de Suramérica.

«El Niño» (conocido como Oscilación del Sur El Niño, ENSO por sus siglas en inglés) es un patrón climático recurrente que implica cambios en la temperatura de las aguas del Pacífico tropical, en períodos que van de tres a siete años.

Un sitio gubernamental argentino, detalla que «las aguas superficiales de una gran franja del Océano Pacífico tropical, se calientan o enfrían entre 1°C y 3°C, en comparación a la normal».

Los pescadores peruanos llamaron «El Niño» a esa franja que se calienta, ya que la percibían en el mes de diciembre, coincidiendo con la Navidad o nacimiento del niño Jesús, de allí el nombre.

Pero a pesar de ser una ocurrencia natural milenaria, fue en la década de 1960 cuando se notó que este no era un fenómeno local peruano, y se le asoció con cambios en todo el Pacífico tropical y más allá.

Un niño peruano empuja bicicleta por una calle inundada tras una fuerte lluvia.

Se estima que la fase cálida de El Niño dura entre 8 y 12 meses. Pero el ciclo completo de la oscilación (ENSO), es un lapso que va de 2 a 7 años. Con frecuencia incluye una fase fría (La Niña) que puede ser igualmente fuerte.

No se trata de una frecuencia regular, como los cambios de estaciones. «El Niño» llega a ser muy variable en intensidad y duración.

Niño y hambre

Otras agencias internacionales también han expresado su preocupación, pero las secuelas del fenómeno en los pueblos de la región, pero específicamente, en las comunidades más vulnerables.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP) alertaron en agosto, que la sequía asociada a «El Niño» provocó la pérdida de cosechas en Centroamérica.

Inundación en Perú a causa de El Niño.

Este fenómeno, señalaron las agencias, podría agudizar la precaria seguridad alimentaria y nutricional de las comunidades rurales.

En Guatemala, El Salvador y Honduras (Triángulo Norte de Centroamérica) se perdieron 281.000 hectáreas con cultivos de maíz y frijoles, considerados alimentos básicos de estas poblaciones. Una pérdida que impactó en la seguridad alimentaria de 2.1 millones de personas.

Honduras declaró emergencia en el Corredor Seco, en donde se estima que un 82% de los cultivos de maíz y frijol se perdieron.

«Nos preocupa especialmente el efecto de esta nueva sequía sobre la migración, en un contexto internacional que restringe el movimiento de miles de personas que, en sus localidades, tendrán una gran dificultad para asegurar el sustento de sus familias», dijo Julio Berdegué, representante regional de la FAO.

LEE Más