InicioCULTURA Y ENTRETENIMIENTOPetróleo: ¿maldición o bendición?

Petróleo: ¿maldición o bendición?

Se cuenta que Arquímedes de Siracusa afirmó, ante su descubrimiento de la ley de la palanca, que si le daban un punto de apoyo movería al mundo. Quizá una afirmación osada pero no carente de la lógica física. En el mundo de hoy la palanca del científico griego pasa a un plano secundario cuando vemos a las grandes corporaciones que parecen decir con una sed descomunal “dadme petróleo y moveremos el universo”.

Y es que el petróleo constituye hoy la sustancia primordial con que cuenta la humanidad para su vertiginoso y desmesurado movimiento: cruzamos mares, cielos, carreteras y hasta colocamos satélites y cohetes fuera de nuestra órbita, gracias a ese preciado recurso. Los grandes alcances de la tecnología mundial giran en torno al oro negro y el desarrollo de la ciencia se fundamenta en él. El vestido, el calzado, la iluminación, las comunicaciones, la agricultura y casi todas las actividades del hombre beben de esta sangre para poder avanzar.

Pero aunque toda la humanidad hace uso de este recurso muy poco se conoce de él. “Desde tiempos inmemoriales –nos dice Luis Brito García en su libro Para comprender y querer a Venezuela–, los indígenas usaron el petróleo como medicina y para calafatear sus piraguas. En 1499, Alonso Ojeda reporta el uso del ‘mene’ en el lago de Maracaibo. Al inicio del siglo XVI, los conquistadores observan en las aguas de la isla de Cubagua manchas del ‘azeyte petrolio’, cuyas primeras muestras arriban a España en 1539. La Corona les pide que envíen la mayor cantidad posible”. Pero no son los españoles los que se alzan con este monopolio, sino los imperios actuales, EEUU e Inglaterra, quienes a finales del siglo XIX y durante todo el XX comienzan a arrasar con este recurso.

Gracias al monopolio que las grandes transnacionales hacen de la ciencia muy poca gente sabe de su manejo, aunque su uso sea cotidiano. Paradójicamente los países con mayores reservas petroleras del mundo, entre ellas Venezuela, utilizan tecnologías que apenas van desde la extracción a procesamientos primarios del recurso. Vemos cómo en vez de potenciarse carreras técnicas y universitarias, cátedras y foros en torno al proceso de producción y procesamiento del petróleo, estas van desapareciendo con el correr del tiempo.

Quien maneja el conocimiento maneja el poder
Quien maneja el conocimiento maneja el poder
En Los hijos del barrio de César Rengifo, el pintor evoca la desolación que deja la huella del petróleo
En Los hijos del barrio de César Rengifo, el pintor evoca la desolación que deja la huella del petróleo

¿A quién conviene este desconocimiento? La respuesta parece obvia y se refuerza con las palabras de nuestro libertador Simón Bolívar cuando advierte que «Nos han dominado más por la ignorancia que por la fuerza».

Un lenguaje de élites

Cuando en 2002 la nómina mayor de Pdvsa intentó derrocar al presidente Hugo Chávez con un brutal “paro petrolero” muchos trabajadores patriotas que derrotaron el intento de golpe de Estado, revelaron cómo muchos de los procesos que eran cotidianos en la industria cambiaban de nomenclatura cada vez que los “especialistas” viajaban a Norteamérica a hacer cursos. Se estratificaban los nombres de los procesos y de las personas que los manejaban, así se condicionaba el lenguaje para camuflar acciones fraudulentas que desarrollaban los directivos de Pdvsa para beneficiarse a sí mismos y entregar buena parte de las riquezas de nuestro subsuelo a los yanquis.

Este es sólo un ejemplo develado a partir de un hecho histórico que nos permite afirmar que en el tema petrolero cada palabra cuenta. Y es por ello que es preciso que se produzca y se dé a conocer lo que ya existe de una narrativa del petróleo. En ello las diferentes expresiones de la cultura como la literatura, el cine, la música, la pintura pueden ser fundamentales para visibilizar parte del entramado de un modo de vida que nos atañe.

Rodolfo Quintero en su libro La cultura del petróleo nos dice que “ Toda cultura material forma parte de las fuerzas productivas de una sociedad, la no material está compuesta por fenómenos de la superestructura. Ambas cambian al destruirse su vieja base y la correspondiente superestructura. El sistema de relaciones de los hombres es establecido por la manera de vivir, y esta se vincula con las condiciones de vida material. Por eso aquel se transforma al operarse modificaciones en el modo de producción”.

El petróleo en Venezuela arrasó las viejas estructuras de producción, el abandono de los campos y el hacinamiento de las ciudades petroleras constituyen un hecho palpable. Sin embargo existe poca documentación de este transitar a un modelo monoproductivo.

Quizá un termómetro que mide la apatía por el saber de lo que mueve nuestra economía sea el arte. En Venezuela y en el mundo en general las academias de arte se han distanciado de esa cultura que subyace en el día a día de la humanidad ¿Cuántos libros, películas, documentales pinturas, obras de arte se realizan en Venezuela centrando como tema el petróleo? Debemos decir con justicia que las hay, y de gran calidad estética ¿pero son suficientes?

Gustavo Luis Carrera en La novela del petróleo en Venezuela, un ensayo que analiza este tópico en la literatura nacional comienza advirtiendo que su “libro versa sobre una novela que no existe”. Y aunque profundiza en un inventario de escritos sobre el tema reitera que son contadas con los dedos las novelas que hablan plenamente sobre la aculturación y desolación que ha causado la explotación del petróleo en nuestro país, entre ellas El señor Rasvel de Miguel Toro Ramírez; Mancha de aceite de César Uribe Piedrahíta; Mene de Ramón Díaz Sánchez; Remolino de Ramón Carrera Obando; Sobre la misma tierra de Rómulo Gallegos; Guachimanes de Gabriel Bracho Montiel; Oficina N° 1 de Miguel Otero Silva; entre otras que tocan el tema de manera periférica.

Sin embargo deja a un lado a otro venezolano que enfocó su obra teatral y pictórica en el tema petrolero: César Rengifo en su Tetralogía del petróleo, conformada por cuatro piezas teatrales cuyo eje narrativo gira en torno a la miseria que esta industria fue dejando a su paso por los campos y pueblos venezolanos.

Sin duda, el petróleo para bien o para mal forma parte intrínseca de nuestra identidad, por ser nuestro país uno de los territorios que cuentan con más reservas probadas del planeta. Mientras en nuestra cotidianidad no se domine el tema del petróleo y en nuestras letras y arte yazca solapado, el petróleo seguirá siendo el “excremento del diablo”, es decir una maldición en vez de una bendición.

 

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