La hondureña transgénero Roxana Hernández, de 33 años, viajó desde el sur de México hasta Estados Unidos (EEUU) con la caravana de refugiados que a finales de abril llegó al puesto fronterizo entre Tijuana y San Diego con la intención de solicitar asilo, pero murió mientras estaba bajo custodia del servicio estadounidense de inmigración y aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) en Nuevo México.
Para los activistas de las organizaciones que acompañaron la caravana durante todo el trayecto, la muerte de Roxana Hernández es otro «asesinato institucional» contra un inmigrante. Sin embargo, las autoridades aseguran que recibió atención médica cuando la necesitó.
Las autoridades aún esperan el resultado de la autopsia a Hernández, la sexta persona que muere bajo custodia del ICE en lo que va del año

Tras unos días de espera en Tijuana, Hernández logró que su caso fuera atendido por las autoridades migratorias de EEUU pero los funcionarios procesaron su caso como «expulsión sin demora», porque tenía tres condenas anteriores por robo, exposición indecente y entrada ilegal al país.
El 16 de mayo llegó al correccional del condado de Cibola en Nuevo México, donde fue ubicada en la unidad para personas transgénero. Al día siguiente, fue ingresada en el hospital general de Cibola con síntomas de neumonía, deshidratación y complicaciones asociadas con el VIH.
Organizaciones como Pueblos Sin Fronteras y Diversidad Sin Fronteras denuncian que la salud de Hernández se deterioró de forma letal por las condiciones en las que estuvo retenida antes de llegar al correccional de Cibola.

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