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La unión esta en el credo: Aquiles Nazoa y Federico García Lorca

Aquiles Nazoa y Federico García Lorca: cuando dos poetas del pueblo dialogan desde la eternidad

Hay textos que no se leen: se respiran. El Credo de Aquiles Nazoa es uno de ellos.

Es un poema que actúa como brújula y refugio, como un pequeño altar donde lo humano adquiere valor de eternidad. Allí, Nazoa declara en qué cree: no en lo divino inalcanzable, sino en la belleza cercana, en la bondad que aún brota en las calles, en la capacidad del pueblo para crear mundos con las manos, con la imaginación y, sobre todo, con la risa.

Dentro de ese credo laico aparece una presencia silenciosa, pero poderosa: Federico García Lorca, el poeta que se volvió símbolo del pueblo, de la muerte injusta y de la belleza irrepetible.

Este artículo busca comprender ese puente espiritual entre Nazoa y Lorca, no desde la academia fría, sino desde la emoción que ambos poetas buscaban despertar. Y lo hace con un formato cuidadosamente optimizado para SEO, pero sin renunciar a la calidez humana.


¿Qué es El Credo de Aquiles Nazoa y por qué sigue tocando el alma?

El Credo es una confesión íntima disfrazada de manifiesto. Nazoa lo escribió como quien se quita el sombrero frente a la humanidad profunda y silenciosa que habita en cada persona.

Allí dice creer:

  • “…en los poderes creadores del pueblo”, en la belleza como acto de resistencia, en la risa que cura y dignifica, en la inmortalidad de los artistas que tocan el alma colectiva.
  • Nazoa no cree en templos:

Cree en los seres humanos que, aun derrotados, siguen creando.

Cree en la mujer que cose, en el niño que imagina, en el trabajador que se inventa un chiste para sobrevivir al día.

Y cree, sobre todo, en los artistas que no pueden morir porque el pueblo los revive con cada gesto de amor.

Ahí es donde la figura de Federico García Lorca, aunque no nombrada explícitamente, resplandece en el texto. Lorca es la prueba contundente de que el arte auténtico no muere: solo cambia de cuerpo.


La relación espiritual entre Nazoa y Lorca: dos maneras de abrazar la vida y el dolor

Aunque vivieron en materias distintas —Nazoa rodeado de humor, Lorca marcado por la tragedia— ambos poetas coincidieron en algo esencial: el corazón de la poesía late en el pueblo.

1. Lorca: el duende, la herida y la belleza trágica

Federico García Lorca escribió como quien abre una herida para que entre la luz.
Su poesía está atravesada por:

  • Muerte
  • Marginación
  • Deseo
  • Dolor convertido en canto

El “duende”, esa fuerza oscura que él describió, se alimenta de la emoción que roza la muerte. En Lorca, la belleza es a veces desgarradora, pero jamás vacía.

2. Nazoa: la risa como ternura política y refugio humano

  • Aquiles Nazoa, en cambio, encuentra en la risa una forma de resistencia. 
  • Su mirada es dulce, protectora, íntima.
  • Su poesía no huye del dolor, pero lo transforma en cariño, en humor, en complicidad.

Ambos poetas, desde extremos distintos del sentimiento, llegan a la misma verdad:
la belleza salva, incluso cuando duele.

3. La inmortalidad del creador que toca el alma

Cuando Nazoa afirma su fe en Chaplin, está afirmando también su fe en Lorca. La inmortalidad no radica en los monumentos, sino en el eco que un artista deja en la sensibilidad colectiva.

Ese eco es tan poderoso que ni el exilio, ni la censura, ni la violencia pudieron silenciar a Lorca. Nazoa lo sabía, y por eso su credo late en el mismo tono humano.


Puntos de conexión entre El Credo y la poética de Lorca

1. La belleza de lo cotidiano

Nazoa admira la hermosura de lo humilde; Lorca enaltece la luna de los gitanos, las guitarras, la sangre que canta.

Ambos ven el arte donde otros ven rutina.

2. El arte como acto colectivo

Para Lorca, el duende necesita público; para Nazoa, el arte popular es sagrado.

Los dos entienden el arte como un diálogo, no como un pedestal.

3. La defensa de los invisibles

Nazoa escribe para los olvidados de la ciudad; Lorca canta a los marginados de Andalucía.

Ambos dan voz a quienes otros no quieren escuchar.

4. La resurrección del poeta muerto

Nazoa dice creer en la inmortalidad de los artistas amados. Lorca es uno de ellos: muerto demasiado pronto, pero eternamente vivo.


Chaplin, Lorca y Nazoa: un triángulo humano en defensa de la alegría

La presencia de Chaplin en El Credo es clave. Chaplin representa la alegría que nace del dolor, igual que Lorca representa la belleza que nace de la tragedia. Nazoa los une no como ídolos, sino como compañeros espirituales en su fe en el ser humano.

Los tres creían en:

  • la dignidad de lo simple
  • el humor como salvación
  • la belleza como acto moral
  • la humanidad como destino

En su credo, Nazoa no solo confiesa sus creencias:
nos invita a creer también.


Nazoa y Lorca, dos voces que el pueblo sigue encendiendo

En El Credo, Aquiles Nazoa no nos dice en qué deberíamos creer. Nos muestra en qué cree él, con la humildad de quien ofrece una flor.

Y entre esas creencias están, aunque en silencio, las mismas fuerzas que movieron a Federico García Lorca:

  • la ternura,
  • la tragedia,
  • la risa,
  • la belleza,
  • y el pueblo como origen y destino del arte.

Ambos poetas —uno asesinado, otro entrañablemente irreverente— siguen vivos porque el pueblo los sostiene.
Porque cada vez que alguien recita un verso de Lorca o sonríe con una línea de Nazoa, la poesía vuelve a nacer.

Esa es la fe de Nazoa. Esa es la prueba de Lorca.

Y quizá, después de leerlos, también sea un poco la nuestra.

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