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#VTalPasado 4 de junio de 1830: conspiración y traición, asesinato de Antonio José de Sucre

Indiscutible sucesor del libertador Simón Bolívar. Fue un hombre de moral intachable y valor manifiesto. Su accionar no estuvo impulsado por las ansias de poder sino por su deber y compromiso con la patria y con su fiel amigo. He ahí el temor de sus enemigos.

Antonio José de Sucre fue uno de los hombres más cercanos y fieles al libertador Simón Bolívar.

El cuadro político para 1830 no era favorable para el proyecto de la Gran Colombia. Las conspiraciones, artimañas y los intereses políticos de la élite, dieron duros golpes a la estabilidad de la República, incluyendo entre ellos, el asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre.

Tan solo tenía 35 años de edad, cuando tres balas traicioneras le segaron la vida aquella mañana del 4 de junio de 1830, en el estrecho sendero de Cabuyal de las montañas de Berruecos, al sur de la actual Colombia.

El vil asesinato

Para 1830, las conjuras y las traiciones estaban a la orden del día y ambos líderes lo sabían. Sucre en carta dirigida a Bolívar en abril de 1830, le diría: “…Veo delante de nosotros todos los peligros y todos los males de las pasiones exaltadas, y que la ambición y las venganzas van a desplegarse con todas sus fuerzas…”.

Tras la renuncia de Bolívar a la presidencia de la República y la imposibilidad de acuerdos en Venezuela, Sucre parte hacia Quito al encuentro con su familia. Ya en su camino, por los senderos boscosos de Berruecos, es emboscado y asesinado por un grupo de individuos que prontamente huyeron del lugar.

El cuerpo del Gran Mariscal yacía en el suelo. Por lo remoto del lugar, su cuerpo debió esperar varias horas para ser trasladado y sepultado en una zona llamada la Capilla. Tiempo después fue sepultado secretamente en un monasterio en la ciudad de Quito.

«Muerte de Sucre en Berruecos», realizada por el pintor venezolano Arturo Michelena en 1895

La muerte de Sucre estuvo rodeada de muchas intrigas a lo largo de los años. Sería una década después cuando se conocerán los nombres de los culpables del crimen, quienes caen prisioneros y confiesan su delito. Dos de los perpetradores fueron José Erazo y Apolillar Morillo, quienes expresaron que su participación fue instigada por el general José María Obando.

Hasta el día de su muerte en 1861, la figura de Obando estuvo ligada directamente a la muerte de Sucre. Otros nombres también salieron a relucir como posibles actores intelectuales pero sin ser condenados o castigados. Lo que si es cierto, es que el asesinato de Sucre fue un plan realizado para beneficiar los intereses de un grupo de poder contrario al sueño de la Patria Grande.

Bolívar: “Han matado al Abel de América”

Un certero golpe representaría la muerte de Sucre para la continuidad de la República pero también para el Libertador, quien sabía muy bien que este asesinato, no solo estaría confirmando la consolidación de la traición a partir de mecanismos de odio y de violencia, sino que estaría perdiendo a uno de los más leales soldados de la patria.

Al enterarse del crimen perpetrado contra Sucre, Bolívar escribiría el 1 de julio de 1830: “Esta noticia me ha causado tal sensación, que me ha turbado verdaderamente el espíritu, hasta el punto de juzgar que es imposible vivir en un país, donde se asesina cruel y bárbaramente a los más ilustres Generales, y cuyo mérito ha producido la libertad de América…

el libertador Simón Bolívar siempre destacó el genio militar y moral de Sucre en acción

Los conspiradores siempre son los mismos

Atentados, magnicidios y asesinatos políticos siempre han formado parte de un fenómeno político que, más allá de acabar con la vida de una persona, busca trastocar y aniquilar un proyecto de cambio social.

Bolívar, fue víctima de tres atentados. En 1815 y 1818 en pleno proceso de guerra contra el imperio español y en 1828, el llamado atentado septembrino, perpetrado por los intereses de una oligarquía asentada en la naciente República. Por su parte, Ezequiel Zamora, líder de las insurrecciones campesinas y de la Guerra Federal en la segunda mitad del siglo XIX, sería asesinado por la misma tradición de la oligarquía.

Desde la llegada de la Revolución Bolivariana, en 1999, el presidente Hugo Chávez también fue objeto de diversos atentados por parte de los representantes de la élite y los grupos de poder que han hecho vida a lo largo del siglo XX venezolano.

Una misma tradición que hoy día se encuentra presente como parte de las acciones de un grupo político que ha intentado a través de conspiraciones, incursiones y atentados, frenar la continuidad del proyecto de la Revolución Bolivariana y la esperanza de un pueblo por ser independiente.

La muerte del Mariscal de Ayacucho, fue, sin duda alguna, un acto que buscó incidir decisivamente en la política regional para demostrar hasta donde se podía llegar para alcanzar el poder. Una práctica de ayer y de hoy. El presidente Chávez diría sobre la muerte de Sucre: “…No le perdonaron ser leal a Bolívar y ser tan joven…”

 

Simón Sánchez/ VTactual

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